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La IA y el incierto futuro de periodistas, escritores o diseñadores
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Juan Ramón Rallo

Laissez faire

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La IA y el incierto futuro de periodistas, escritores o diseñadores

Los diseñadores gráficos pueden terminar viéndose desplazados por una IA, dado que esta nos proporcionará la imagen que queramos con apenas unas breves indicaciones por escrito

Foto: Foto: Pixabay/Gerd Altmann.
Foto: Pixabay/Gerd Altmann.
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Uno de los factores que han contribuido a incrementar en mayor medida la desigualdad durante las últimas décadas ha sido que el progreso técnico que hemos experimentado ha ido esencialmente dirigido a aumentar la productividad de los trabajadores cualificados y a desplazar a los trabajadores no cualificados. Por ejemplo, la mecanización de un proceso de producción permite prescindir de muchos obreros que únicamente aportaban fuerza física y sustituirlos por unos pocos trabajadores cualificados (ingenieros, informáticos…) especializados en diseñar, reparar y operar tales procesos maquinizados. Por esta vía, el sueldo del personal no cualificado se estanca o se reduce (pues su aportación diferencial al proceso productivo resulta decrecientemente valiosa) y el del personal cualificado se incrementa (dado que su productividad crece más rápido que la oferta de nuevo personal cualificado). Por tanto, mayor desigualdad salarial entre ambos grupos.

Acaso alguien crea que este proceso (el que los avances tecnológicos tiendan a ampliar las capacidades productivas del personal cualificado y a volver prescindible al personal no cualificado) es consustancial a la dinámica capitalista: los que están mejor van a estar cada vez mejor y los que estaban mal, cada vez peor. Sin embargo, no es así: de hecho, en el siglo XIX el propio Marx constataba que la tecnología se estaba empleando para sustituir (no para complementar) a los trabajadores cualificados. En la medida en que un obrero no cualificado, utilizando una máquina, podía crear mejores manufacturas que el mejor de los artesanos, la maestría de estos últimos dejaba de ser una ventaja competitiva y sus salarios se devaluaban al nivel de los obreros no cualificados. Es decir, en lugar de mayor desigualdad salarial, teníamos mayor igualdad salarial (con incremento de los salarios reales de los trabajadores no cualificados en la medida en que se abarataran las manufacturas). ¿Podría repetirse este mismo proceso durante las próximas décadas?

Foto: El minirrobot humanoide japonés Robohon ejercerá de guía turístico en Kioto. (EFE)

En principio, parecería que no. La ventaja competitiva de los trabajadores cualificados actuales no reside tanto en sus habilidades manuales cuanto en sus habilidades mentales y las máquinas no deberían poder emular esas habilidades mentales humanas. Sucede que, merced al desarrollo de la inteligencia artificial, ya no está tan claro que al menos algunas de esas habilidades mentales humanas no puedan terminar siendo copiadas por máquinas. De hecho, en las últimas semanas hemos conocido avances en dos campos que acarrearán incuestionables efectos laborales en un futuro bastante cercano: por un lado, la redacción de textos y, por otro, el diseño de imágenes.

En cuanto a lo primero, la aplicación ChatGPT ha alcanzado una cierta popularidad en redes sociales por su sorprendente capacidad para responder a preguntas y peticiones complejas con una elevada precisión. No se trata, además, de respuestas que puedan hallarse y copiarse desde la Wikipedia, sino que se trata de respuestas que en muchos casos requieren comprender el texto. Por ejemplo, aquí se le pide a la IA que elabore un plan económico para incrementar la productividad en Reino Unido tras años de crónico estancamiento, aquí que escriba un soneto en honor al Premio Nobel de Economía Thomas Schelling y aquí que traduzca al lenguaje coloquial un texto académico no fácilmente inteligible para alguien ajeno al gremio.

Foto: Foto: Reuters/Steve Marcus.

Démonos cuenta de que esta IA, que todavía es susceptible de mejorar de un modo muy considerable en los próximos años, tiene un colosal potencial para reemplazar (al menos en parte) a profesionales tan variados como periodistas, ensayistas, revisores, traductores, guionistas, poetas, profesores o incluso consultores. Por ejemplo, hace unos días salió a la venta mi nuevo libro Anti-Marx: una crítica a la economía política marxista. El primer tomo de este libro está dedicado meramente a explicar con cierto detalle cuál era el pensamiento de Marx: pues bien, en un futuro no muy lejano, parece perfectamente verosímil que, pidiéndole a la IA que nos escriba un libro de 500 páginas resumiendo la obra de Marx, nos proporcione en pocos minutos un resultado de calidad equiparable o superior a este. Y lo mismo ocurre con las crónicas periodísticas o la actividad docente: en lugar de que un alumno le envíe un correo a un profesor para que le responda una duda, podrá preguntarle directamente a la IA tantas veces como desee hasta que su problema quede resuelto.

En cuanto a lo segundo, el diseño gráfico, durante los últimos meses varias aplicaciones (como Midjourney o Stable Diffusion) han experimentado una mejora increíble que permite elaborar en pocos segundos imágenes de alta calidad meramente dándole algunas órdenes por escrito. Por ejemplo, en este caso quise obtener una sencilla representación visual de la productividad marginal decreciente del capital y del trabajo y le pedí a Midjourney que elaborara, primero, una imagen de un trabajador con muchas máquinas y, segundo, una imagen de una máquina con muchos trabajadores: el resultado lo obtuve en menos de un minuto. En este otro caso, quise darle forma a la idea keynesiana de estimular la economía cavando agujeros y volviéndolos a tapar y, tras un par de intentos, la IA arrojó esta imagen que, añadiéndole yo mismo el texto, podría formar parte de la tira cómica de algún periódico (dejando de lado la calidad específica del chiste).

Foto: Gato, es una nueva IA capaz de realizar 607 tareas distintas. (Teslabot - Tesla)

Dicho de otro modo, los diseñadores gráficos pueden terminar viéndose desplazados por una IA (que está mejorando a un ritmo impresionante: en medio año, Midjourney ha pasado de su versión 2 a su versión 4 con una notabilísima mejora en su calidad), dado que esta nos proporcionará la imagen que queramos apenas proporcionándole unas breves indicaciones por escrito (de hecho, ya lo hace). Y en este párrafo ni siquiera estamos considerando las posibilidades que se abren con su siguiente evolución lógica, a saber, el vídeo (series, películas, documentales…): imaginemos por un momento el potencial que tendría fusionar la IA de creación de textos con la IA de edición gráfica; bastaría con pedirle que nos proporcione una serie o un documental con una determinada duración sobre un determinado tema como para obtenerla sin necesidad de carísimas producciones (reemplazando en gran medida a actores, técnicos de efectos especiales, directores, etc.).

En definitiva, parte del progreso técnico que estamos experimentando ahora mismo no es progreso técnico que va dirigido a complementarse con el personal cualificado, sino más bien a reemplazarlo (permitiendo que cualquier persona acceda a servicios similares a los que proporcionaban estos, o incluso mejores, a muy bajo coste). De ahí que no sean tecnologías que vayan a contribuir a elevar la desigualdad salarial, sino más bien a comprimirla. Veremos en qué medida los profesionales afectados serán capaces de soportar su descapitalización formativa, habida cuenta de la descapitalización financiera de la que también han sido víctimas por mano de nuestros Estados parasitarios.

Uno de los factores que han contribuido a incrementar en mayor medida la desigualdad durante las últimas décadas ha sido que el progreso técnico que hemos experimentado ha ido esencialmente dirigido a aumentar la productividad de los trabajadores cualificados y a desplazar a los trabajadores no cualificados. Por ejemplo, la mecanización de un proceso de producción permite prescindir de muchos obreros que únicamente aportaban fuerza física y sustituirlos por unos pocos trabajadores cualificados (ingenieros, informáticos…) especializados en diseñar, reparar y operar tales procesos maquinizados. Por esta vía, el sueldo del personal no cualificado se estanca o se reduce (pues su aportación diferencial al proceso productivo resulta decrecientemente valiosa) y el del personal cualificado se incrementa (dado que su productividad crece más rápido que la oferta de nuevo personal cualificado). Por tanto, mayor desigualdad salarial entre ambos grupos.

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