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¿Está la guerra en Ucrania acelerando la creación de un Estado europeo?
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Juan Ramón Rallo

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¿Está la guerra en Ucrania acelerando la creación de un Estado europeo?

Uno de los efectos colaterales de la invasión de Ucrania parece ser la creciente aceptación ciudadana de la necesidad de un Estado europeo militarizado

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. (Twitter/Ursula von der Leyen)
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. (Twitter/Ursula von der Leyen)
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Decía el historiador Charles Tilly que “la guerra hizo al Estado y el Estado hizo la guerra”. La afirmación de Tilly va más allá de las tesis evolutivas que consideran que las guerras totales entre seres humanos contribuyeron a seleccionar a aquellos individuos con mayor predisposición a cooperar con sus congéneres, lo cual nos habría empujado —junto con otras presiones evolutivas, como la autodomesticación y la represión moralista de los sujetos más violentos— hacia la emergencia de sociedades amplias, anónimas, impersonales y complejas cuya organización política sería justamente el Estado.

En realidad, la tesis de Tilly consiste más bien en señalar que los Estados son máquinas de hacer la guerra, lo que lleva a que los grupos se organicen estatalmente para iniciar una guerra y conquistar a otros grupos, o a que los grupos amenazados se organicen estatalmente para defenderse de potenciales agresores externos. Tal como señala Peter Turchin, existen tres caminos a través de los cuales han emergido históricamente los Estados: primero, muchos pequeños grupos locales se unen voluntariamente para hacer frente a una amenaza exterior; segundo, uno de esos grupos locales somete por la fuerza a sus vecinos para incrementar su escala y hacer frente a una amenaza externa, y tercero, la amenaza externa conquista y somete a esos grupos locales. Pero tanto el primer como el segundo camino solo son viables y sostenibles por la amenaza interna: tal como también reconoce Turchin, remitiéndose a Ibn Khaldun, los grupos tienden a volverse más cohesionados internamente cuando se enfrentan a una amenaza exterior.

Foto: La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (EFE/EPA/Andre Pain) Opinión

Pues bien, en estos momentos la Unión Europea podría estar sumiéndose en uno de esos procesos de formación estatal. La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha engendrado la figura de un enemigo externo frente al cual hay que unirse política y militarmente. Además, no se trata solo de una percepción compartida entre las élites políticas europeas —las cuales llevan décadas ambicionando la conformación de un ente político supranacional— sino que la guerra en Ucrania está logrando modificar las visiones de los ciudadanos sobre la conveniencia de avanzar hacia una mayor integración estatal supranacional.

Así, una reciente encuesta nos muestra que, desde la invasión de Ucrania por Rusia, los europeos siguen con mayor interés las noticias comunitarias, consideran que su país sale beneficiado por pertenecer a la UE, se sienten más vinculados emocionalmente a Europa y están a favor de acelerar el proceso de integración. Y todo ello aun cuando no crean que la Unión Europea les proporcione beneficios personales y aun cuando no perciban su identidad como europea. O dicho de otro modo, la guerra en Ucrania está llevando a una parte de los europeos a sacrificarse, aceptando avanzar hacia la integración política de la Unión Europea: no porque crean que ellos saldrán personalmente beneficiados o porque la Unión Europea sea un reflejo político de su identidad nacional, sino porque consideran que es necesaria para proteger eficazmente a su grupo (a su país) frente a las amenazas exteriores.

En suma, uno de los efectos colaterales de la invasión de Ucrania parece estar siendo la creciente aceptación de la necesidad de un Estado europeo militarizado que nos defienda frente a amenazas externas. Pero, a este respecto, tengamos muy presente la frase completa de Tilly con la que abrimos este artículo: “La guerra hizo al Estado y el Estado hizo la guerra”. No solo se trata de que los Estados emerjan como reacción a las guerras que los amenazan, sino que los Estados, una vez constituidos, tienen fuertes incentivos a iniciar guerras porque son máquinas engrasadas para ello. Un mega Estado europeo no solo sería una potencia defensiva, sino también una potencia ofensiva mucho más devastadora.

Decía el historiador Charles Tilly que “la guerra hizo al Estado y el Estado hizo la guerra”. La afirmación de Tilly va más allá de las tesis evolutivas que consideran que las guerras totales entre seres humanos contribuyeron a seleccionar a aquellos individuos con mayor predisposición a cooperar con sus congéneres, lo cual nos habría empujado —junto con otras presiones evolutivas, como la autodomesticación y la represión moralista de los sujetos más violentos— hacia la emergencia de sociedades amplias, anónimas, impersonales y complejas cuya organización política sería justamente el Estado.

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