Laissez faire
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¿Quién está dificultando el acceso financiero a una vivienda?
Si queremos tipos de interés bajos sin inflación, los gobiernos deberían poner de su parte reduciendo sus emisiones de deuda
El problema de accesibilidad a la propiedad de vivienda por parte de los más jóvenes tiene múltiples causas. La principal tiene indudablemente una naturaleza real: la falta de inmuebles disponibles en las grandes ciudades, tanto por restricciones urbanísticas a la nueva edificación cuanto por el vertiginoso crecimiento de su demanda (en gran medida debido a la concentración de la actividad económica en estas urbes). Pero, a su vez, el problema de accesibilidad de la vivienda también tiene un origen financiero: a saber, la muy limitada capacidad de apalancamiento de la mayoría de los jóvenes.
¿A qué se debe esta limitada capacidad de apalancamiento de los jóvenes? A varios motivos: uno, la precariedad laboral; otro, la insuficiencia de ahorros iniciales para hacer frente a la entrada de una hipoteca (en parte derivado de la propia precariedad laboral y en otra parte del muy elevado precio de la vivienda, y de los alquileres, que absorbe cualquier capacidad de ahorro que pudieran tener); y por último, en el contexto actual, por los expansivos tipos de interés que vuelven inmanejables las cuotas hipotecarias para un sueldo por debajo del promedio nacional.
Precisamente, y respecto a este último asunto, cada vez son más las voces que atribuyen la barrera al apalancamiento financiero de los jóvenes a las subidas de tipos de interés ejecutadas durante los últimos meses por el Banco Central Europeo (y es previsible que, si esas subidas continúan en el tiempo, tales voces crezcan cada vez más). Pero semejante juicio deriva de un error de apreciación previo: a saber, que el BCE está subiendo los tipos de interés sin ninguna razón para ello, salvo acaso el mero sadismo contra los jóvenes.
La realidad, empero, es que el BCE está incrementando los tipos de interés porque la inflación se halla disparada y la inflación se halla disparada en parte porque gobiernos y bancos centrales (no solo en la eurozona) fomentaron un estallido del gasto agregado para reflotar nuestras economías tras la debacle de la pandemia. Es decir, no es el BCE quien está privando ahora a los jóvenes de la financiación que necesiten para adquirir una vivienda: fueron los gobiernos (auxiliados por los bancos centrales) quienes han privado a los jóvenes de la financiación necesaria para adquirir una vivienda al absorber esa financiación para sufragar su sobregasto estimulante.
Fueron los gobiernos quienes han privado a los jóvenes de la financiación para adquirir una vivienda
Sí, ciertamente algunas doctrinas económicas fallidas, como la Teoría Monetaria Moderna, han estado repitiendo durante los últimos años que no existen restricciones financieras dentro de la economía y que, por tanto, no hay rivalidad alguna entre el sector privado y el sector público por captar un volumen de financiación elásticamente infinito. En verdad, sin embargo, este tipo de afirmaciones apenas quieren expresar que no existen límites a la cantidad de deuda nominal que puede potencialmente absorber una sociedad. Pero la financiación no hace referencia, en última instancia, al valor nominal de los pasivos que una sociedad sea susceptible de emitir, sino al trasvase del control sobre los recursos presentes que esa colocación de pasivos conlleva. Nos endeudamos para disponer hoy de recursos más valiosos que la riqueza que hemos generado y no consumido hasta hoy: usamos, por tanto, la riqueza que se espera que generemos en el futuro para acrecentar nuestro control sobre los recursos presentes.
Y visto de ese modo, es obvio que sí existe restricción financiera: si el Estado gasta demasiado, los recursos a disposición del sector privado pueden terminar reduciéndose (no siempre será así por cuanto puede haber recursos ociosos). Es decir, el exceso de financiación canalizado hacia el sector público puede traducirse en un déficit de financiación al sector privado. La inflación, de hecho, suele ser un síntoma de ese exceso agregado de financiación, persiguiendo un insuficiente número de recursos presentes: el gasto nominal crece más rápidamente que la oferta real y, por tanto, los precios se disparan como mecanismo de racionamiento efectivo.
En tal caso, las subidas de tipos de interés del BCE solo buscarían limitar el exceso de financiación agregado para evitar que la inflación fuera el mecanismo de racionamiento efectivo en la lucha por los recursos insuficientes dentro de la sociedad. O dicho de otro modo, no sería el BCE quien estaría limitando la capacidad de endeudamiento de los jóvenes y su acceso a la vivienda, sino los gobiernos por haber gastado demasiado (incluyendo las transferencias al sector privado) y, por tanto, por estar acaparando tanto financiación como recursos que alternativamente podrían haberse canalizado hacia la adquisición de vivienda.
Si lo que queremos son tipos de interés bajos con ausencia de inflación, de tal modo que mejore la capacidad de apalancamiento de los jóvenes, los gobiernos deberían poner de su parte reduciendo sus emisiones de deuda. Pero resulta más cómodo colocar el grito en el ciclo por las subidas de tipos, echándole la culpa en exclusiva al banco central.
El problema de accesibilidad a la propiedad de vivienda por parte de los más jóvenes tiene múltiples causas. La principal tiene indudablemente una naturaleza real: la falta de inmuebles disponibles en las grandes ciudades, tanto por restricciones urbanísticas a la nueva edificación cuanto por el vertiginoso crecimiento de su demanda (en gran medida debido a la concentración de la actividad económica en estas urbes). Pero, a su vez, el problema de accesibilidad de la vivienda también tiene un origen financiero: a saber, la muy limitada capacidad de apalancamiento de la mayoría de los jóvenes.
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