Es noticia
El disparatado supermercado público de Podemos
  1. Economía
  2. Laissez faire
Juan Ramón Rallo

Laissez faire

Por

El disparatado supermercado público de Podemos

Los márgenes de beneficio de las empresas de la distribución alimentaria dentro de España fueron un factor que moderó la inflación promedio de 2022

Foto: La secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. (EFE/Rodrigo Jiménez)
La secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. (EFE/Rodrigo Jiménez)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

De acuerdo con el propio Gobierno de España, el 95% de la inflación alimentaria que experimentamos en 2022 se debió a los mayores costes de importación. Permítanme citar textualmente las palabras del Ministerio de Economía:

"En 2022, los costes importados explicaron casi el 95% del incremento de precios de los alimentos. A lo largo de 2022, el incremento de las cotizaciones internacionales de materias primas, incluyendo las alimentarias, contribuyó en 11 puntos a la subida de los precios de los alimentos (11,6%). Por lo tanto, la evolución de los componentes domésticos de los precios - márgenes y salarios de la cadena alimentaria - no está en el origen de este tensionamiento de precios".

En realidad, y según los propios datos del ministerio, los márgenes de beneficio de las empresas de la distribución alimentaria dentro de España fueron un factor que moderó la inflación promedio de 2022: y es que en el primer y tercer trimestre de 2022, la contribución del margen a la subida del precio de los alimentos llegó a ser interanualmente negativa.

Foto: La secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. (EFE/Brais Lorenzo) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Cuba y los supermercados de Podemos
Javier Caraballo

Debería sorprender que, formando Podemos parte del Gobierno y teniendo acceso de primera mano a tales datos, desde la formación morada persistan en su disparatada idea de crear un supermercado público que, según ellos mismos aseguran, contribuya a incrementar los precios que se abonan a los productores y a rebajar los precios que se cobran a los consumidores. Debe de ser que desde Podemos ignoran algo que algunos llevamos años explicando y que cualquiera podría conocer si echara un ojo a las cuentas de resultados de los principales supermercados del país: a saber, que el margen de beneficios con el que opera la distribución minorista en España —en realidad, en cualquier país del mundo con mercados competitivos— es muy estrecho.

Concretamente, y por centrar el tiro en la bicha de los supermercados españoles para Podemos, el margen de beneficios de Mercadona, antes de impuestos, apenas asciende al 3,2%: es decir, que en 2022 solo ganó 3,2 céntimos por cada euro ingresado. Después de impuestos, el guarismo todavía es menor: el 2,6%. Pues bien, este es el escandaloso margen de ganancia que los de Ione Belarra tendrían capacidad para distribuir entre productores y compradores con su supermercado público: subiendo un 2% el precio que pagan a los productores y bajando un 2% el precio que cobran a los consumidores ya entrarían en pérdidas.

Mucho ruido para tan pocas nueces. Aunque, en realidad, el nogal estaría mucho más desierto. Para que el supermercado público de Podemos pudiese pagar a los productores un 2% más de lo que les paga Mercadona y cobrar a los consumidores un 2% menos de lo que les cobra Mercadona, el supermercado público debería ser logísticamente tan eficiente como Mercadona. ¿Y de verdad alguien se cree que nuestros políticos y burócratas, que jamás han creado una empresa exitosa, serán capaces de montar un negocio que sea tan competitivo como una de las cadenas de distribución más eficientes del mundo?

Solo en la antología de la megalomanía cabría ubicar tan infladas y desnortadas expectativas. Pero si en Podemos están tan convencidos de su capacidad para impulsar una empresa de supermercados tan o más competitiva que Mercadona, quizá convendría que comenzaran por demostrárnoslo a pequeña escala: por ejemplo, el Estado podría crear y organizar algún establecimiento de distribución de alimentos donde se vendieran productos a su coste (no a pérdida subsidiada por el contribuyente) y mostrarnos si de verdad pueden ser más competitivos que sus rivales privados. Y, en caso de que así sea, el supermercado público escalaría abriendo en otras zonas nuevos establecimientos; pero, en caso de que fuera ruinoso, los dirigentes políticos que hayan apadrinado semejante iniciativa deberían cubrir con su patrimonio personal las pérdidas que hayan ocasionado a los contribuyentes. Skin in the game. ¿A que no?

De acuerdo con el propio Gobierno de España, el 95% de la inflación alimentaria que experimentamos en 2022 se debió a los mayores costes de importación. Permítanme citar textualmente las palabras del Ministerio de Economía:

Inflación Unidas Podemos
El redactor recomienda