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Juan Ramón Rallo

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Por qué Pedro Castillo es un golpista y Guillermo Lasso no

La diferencia es muy sencilla: Castillo disolvió inconstitucionalmente el Congreso Nacional para concentrar todos los poderes del Estado en sus manos; mientras que Lasso no

Foto: Guillermo Lasso. (EFE/José Jácome)
Guillermo Lasso. (EFE/José Jácome)
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Guillermo Lasso, presidente de Ecuador, acaba de anunciar que no concurrirá a las venideras elecciones presidenciales del próximo mes de agosto, convocadas por el todavía mandatario al disolver la Asamblea Nacional del país hace apenas unas semanas. Precisamente, a raíz de esta última decisión, han sido muchos los que han querido comparar a Lasso con el expresidente golpista de Perú, Pedro Castillo, quien también disolvió el Congreso de la República, pero, a diferencia de Lasso, fue inmediatamente apresado por socavar el orden constitucional. ¿Por qué Castillo, haciendo aparentemente lo mismo que Lasso, ha sido perseguido como un golpista mientras que su sosias ecuatoriano se va a ir a casa de rositas?

Lasso ha actuado de acuerdo a la Constitución ecuatoriana, mientras que Castillo se saltó la Constitución peruana

Pues porque no hicieron ni remotamente lo mismo: Lasso ha actuado de acuerdo a la Constitución ecuatoriana, mientras que Castillo se saltó la Constitución peruana. Textualmente, el artículo 148 de la Constitución ecuatoriana reza que:

"La presidenta o presidente de la República podrá disolver la Asamblea Nacional cuando, a su juicio, esta se hubiera arrogado funciones que no le competan constitucionalmente, previo dictamen favorable de la Corte Constitucional; o si de forma reiterada e injustificada obstruye la ejecución del Plan Nacional de Desarrollo, o por grave crisis política y conmoción interna. Esta facultad podrá ser ejercida por una sola vez en los tres primeros años de su mandato. En un plazo máximo de siete días después de la publicación del decreto de disolución, el Consejo Nacional Electoral convocará para una misma fecha a elecciones legislativas y presidenciales para el resto de los respectivos periodos".

Y así lo hizo Lasso: dentro de los tres primeros años de su mandato, apreciando una grave crisis política interna, disolvió la Asamblea Nacional y convocó elecciones legislativas y presenciales, a las que ni siquiera concurrirá. Por tanto, ha actuado en todo momento dentro del Estado de Derecho.

"El presidente de la República está facultado para disolver el Congreso si este ha censurado o negado su confianza a dos Consejos de Ministros"

Por su parte, el artículo 134 de la Constitución peruana afirma que:

"El presidente de la República está facultado para disolver el Congreso si este ha censurado o negado su confianza a dos Consejos de Ministros".

"El decreto de disolución contiene la convocatoria a elecciones para un nuevo Congreso. Dichas elecciones se realizan dentro de los cuatro meses de la fecha de disolución, sin que pueda alterarse el sistema electoral preexistente".

"No puede disolverse el Congreso en el último año de su mandato. Disuelto el Congreso, se mantiene en funciones la Comisión Permanente, la cual no puede ser disuelta".

"No hay otras formas de revocatoria del mandato parlamentario".

"Bajo estado de sitio, el Congreso no puede ser disuelto".

El peruano se saltó múltiples apartados de la Constitución del país. Por eso fue un golpista

Pedro Castillo disolvió el Congreso Nacional sin que este le hubiese denegado su confianza por dos veces consecutivas al Consejo de Ministros, sin fijar fecha para unas nuevas elecciones (de hecho, lo que convocó fueron unos comicios constituyentes, algo para lo que carecía de competencias) y también disolvió la Comisión Permanente. Por tanto, la disolución del Congreso de Pedro Castillo fue frontalmente inconstitucional.

No solo eso, Castillo también anunció una "reordenación" del poder judicial (para lo que en ningún caso estaba constitucionalmente habilitado) así como la declaración de un estado de excepción (para lo cual era necesario un acuerdo del Consejo de Ministros, que no se había dado, y comunicación a un Congreso que acababa de disolver). Es decir, que el peruano se saltó múltiples apartados de la Constitución del país. Por eso fue un golpista.

Al final, pues, la diferencia entre Castillo y Lasso, más allá de nuestras afinidades personales, es muy sencilla: Pedro Castillo disolvió inconstitucionalmente el Congreso Nacional para concentrar todos los poderes del Estado en sus manos; mientras que Guillermo Lasso ha disuelto constitucionalmente la Asamblea Nacional como forma de renunciar al poder (pues ni siquiera concurrirá a los venideros comicios presidenciales) y darle la voz al pueblo. Uno intentó ser un tirano y el otro no. Por eso uno ha sido arrestado y el otro no.

Guillermo Lasso, presidente de Ecuador, acaba de anunciar que no concurrirá a las venideras elecciones presidenciales del próximo mes de agosto, convocadas por el todavía mandatario al disolver la Asamblea Nacional del país hace apenas unas semanas. Precisamente, a raíz de esta última decisión, han sido muchos los que han querido comparar a Lasso con el expresidente golpista de Perú, Pedro Castillo, quien también disolvió el Congreso de la República, pero, a diferencia de Lasso, fue inmediatamente apresado por socavar el orden constitucional. ¿Por qué Castillo, haciendo aparentemente lo mismo que Lasso, ha sido perseguido como un golpista mientras que su sosias ecuatoriano se va a ir a casa de rositas?

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