Laissez faire
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Por qué un bloqueo político podría resultarnos beneficioso
Entre 2015 y 2016, el PIB per cápita español aumentó 1,6 puntos más de lo que cabría esperar que hubiese aumentado en presencia de Gobierno
Uno de los posibles escenarios políticos a partir del 23 de julio es que no puedan gobernar ni el PP ni el PSOE. Si PP y Vox no suman mayoría absoluta, es dudoso que otras fuerzas políticas, como el PNV, les presten su apoyo a esa entente, pero, a la vez, una coalición del PSOE con todo el restante arco parlamentario puede que tampoco resulte demasiado viable. Es decir, que bien podríamos encaminarnos hacia un bloqueo político similar al que nos enfrentamos en 2015 y 2016.
Para muchos, ese sería el peor escenario concebible: que ni PP ni PSOE pueda marcarle un rumbo al país, es decir, que no haya nadie al volante. Sin embargo, no está ni mucho menos claro por qué la parálisis política, la suspensión de toda diarrea legislativa, ha de suponer una mala noticia para nuestra sociedad. También cabe la posibilidad de que se trata de un fenómeno irrelevante… o incluso de un fenómeno positivo.
Por ejemplo, en los 10 meses que estuvimos sin Gobierno (con Gobierno en funciones), entre 2015 y 2016, el PIB per cápita español aumentó 1,6 puntos más de lo que cabría esperar que hubiese aumentado en presencia de Gobierno. Es decir, que el bloqueo político durante ese período fue positivo para los españoles: fuimos capaces de generar más riqueza de la que habríamos podido generar con unos gobernantes en sus plenas facultades. Por consiguiente, acaso en esta ocasión vuelva a suceder algo similar: bloqueo parlamentario que engendre un bloqueo político y que, a su vez, dé un impulso al crecimiento económico.
Pero, ¿por qué razón el bloqueo político podría tener efectos beneficiosos sobre el crecimiento? Se me ocurren al menos tres razones.
Primero, porque los políticos no suelen aprobar buenas reformas que impulsen el crecimiento económico: por tanto, privándoles de la capacidad para gobernar (promover y aprobar nuevas normas) la sociedad no pierde nada, esto es, no padece coste de oportunidad alguno. Como resultado, si esto es así (no tendría por qué serlo, pero es harto habitual), el bloqueo político no tiene por qué lastrar el crecimiento. No resta.
Segundo, porque los políticos sí suelen aprobar malas reformas que pueden acabar frenando el crecimiento económico: por tanto, privándoles de la capacidad para gobernar, la sociedad no solo no pierde nada, sino que gana algo, a saber, evita los daños que alternativamente les habrían infligido los políticos. Por tanto, si esto es así (y, de nuevo, no tendría por qué serlo, pero sí suele ocurrir), el bloqueo político impulsaría el crecimiento. No solo no restaría, sino que sumaría.
Y tercero, uno de los principales efectos del bloqueo político es la prórroga de los presupuestos y, por tanto, de las transferencias que efectúa el Estado a diversos colectivos sociales. La prórroga de los presupuestos supone, por ende, que no pueden aprobarse nuevas transferencias (que no se pueden crear nuevas partidas en favor de nuevos colectivos), que no pueden incrementarse cuantitativamente las existentes y, en ocasiones, que ni siquiera pueden renovarse (verbigracia, fondos destinados a un proyecto ya ejecutado y completado). Si los colectivos receptores de esos fondos públicos son colectivos socialmente productivos, congelarles o privarles de financiación sería negativo para la economía; en cambio, si son colectivos socialmente extractivos, entonces congelarles o privarles de financiación sería positivo para la economía. Así pues, en la medida en que el grueso de los presupuestos (no necesariamente la totalidad) vaya destinado a sectores extractivos e improductivos, la prórroga de los presupuestos también puede contribuir a generar crecimiento. De hecho, muchas de las voces que más protestan contra un posible bloqueo político proceden de esos colectivos sociales que directa o indirectamente se nutren del presupuesto.
En definitiva, quizá el mejor resultado electoral del 23-J sea aquel que impida que nos sigan (des)gobernando.
Uno de los posibles escenarios políticos a partir del 23 de julio es que no puedan gobernar ni el PP ni el PSOE. Si PP y Vox no suman mayoría absoluta, es dudoso que otras fuerzas políticas, como el PNV, les presten su apoyo a esa entente, pero, a la vez, una coalición del PSOE con todo el restante arco parlamentario puede que tampoco resulte demasiado viable. Es decir, que bien podríamos encaminarnos hacia un bloqueo político similar al que nos enfrentamos en 2015 y 2016.
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