Es noticia
Fútbol masculino y femenino: no es discriminación salarial
  1. Economía
  2. Laissez faire
Juan Ramón Rallo

Laissez faire

Por

Fútbol masculino y femenino: no es discriminación salarial

Más ingresos para el club por fichar a un futbolista masculino que por fichar a una futbolista femenina significan remuneraciones más elevadas para el primero que para la segunda

Foto: Las jugadoras de la Selección celebran su victoria tras ganar el Mundial. (EFE/RFEF/Pablo García)
Las jugadoras de la Selección celebran su victoria tras ganar el Mundial. (EFE/RFEF/Pablo García)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Los precios de mercado, y, por tanto, los ingresos que uno obtiene vendiendo bienes o servicios al mercado, no son medidores de esfuerzo o de tiempo de trabajo. Tampoco son formas de repartir recompensas sociales según alguna escala meritocrática objetiva. Los precios de mercado son meramente los términos en los que se han fraguado intercambios que las partes implicadas han considerado beneficiosos para ellas mismas. Es decir, lo que una parte está dispuesta a entregarle a la otra por lo que esta recibe de aquella: la contraprestación por el valor subjetivamente recibido.

Por ello, cuando la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, sentencia que la desigualdad retributiva entre el fútbol femenino y el fútbol masculino es un caso de discriminación salarial y, en consecuencia, una vulneración de los derechos fundamentales de los trabajadores discriminados, está interpretando los precios de mercado como algo distinto a lo que son: como mecanismos para alcanzar un cierto patrón distributivo de los recursos. A tanto mérito o tanta calidad, tanto precio. Así, y desde su perspectiva, si un futbolista masculino es igual de bueno que una futbolista femenina, entonces ambos deberían cobrar exactamente lo mismo: si, por el contrario, perciben sumas distintas de dinero, es que los precios no están desempeñando adecuadamente su función como consecuencia de una especie de machismo estructural que la intervención estatal enmendar forzando la equiparación salarial.

Foto: Final entre España e Inglaterra. (EFE/EPA/Bianca de Marchi)

Error. Como ya hemos explicado, los precios solo aproximan el valor añadido que una persona desempeña para otra: en este caso, los clubes de fútbol pagan a sus futbolistas masculinos más que a sus futbolistas femeninas porque estos les proporcionan un mayor valor añadido. ¿Y por qué les proporcionan un mayor valor añadido? Porque, a su vez, los aficionados y seguidores de los equipos de fútbol les proporcionan a esos clubes ingresos mucho más elevados por el espectáculo deportivo de sus divisiones masculinas que por el de las divisiones femeninas. Más ingresos (por entradas, derechos televisivos, publicidad, merchandising…) por fichar a un (buen) futbolista masculino que por fichar a una (buena) futbolista femenina significan remuneraciones más elevadas para el primero que para la segunda. Lo mismo sucede con el desigual salario dentro del fútbol masculino: los futbolistas masculinos estrella perciben remuneraciones mucho más altas que los futbolistas masculinos menos afamados: no porque los clubes deseen prebendar por alguna extraña razón a los primeros respecto a los segundos, sino porque los primeros les permiten obtener más ingresos que los segundos. Tanto valor añadido me proporcionas, tanto valor añadido cobras.

Foto: Jugadores españolas celebrando su pase a la final del Mundial. (EFE)

Por consiguiente, para que las futbolistas femeninas alcancen remuneraciones similares a sus pares masculinos, las competiciones de fútbol femenino deberán alcanzar con regularidad tanto interés social como las competiciones de fútbol masculino. Si el Ministerio de Trabajo quiere buscar algún tipo de “machismo estructural”, no debería buscarlo en los sueldos que los clubes de fútbol pagan a sus divisiones femeninas, sino en todo caso en los sesgados gustos de los aficionados. Pero ahí la inspección de Trabajo no pinta absolutamente nada y el demagógico discurso de la ministra, tampoco.

De hecho, politizar el fútbol femenino rodeándolo de una actitud inquisitorial y antipática probablemente constituya una pésima estrategia para atraer a nuevos aficionados en lugar de alejarlos. Si el fútbol femenino no divierte y entretiene, sino que crispa y divide, si se convierte en arma propagandística de una facción ideológica de la sociedad y no es un espectáculo de masas, entonces quedará condenado a la marginalidad y, por ende, a proporcionar remuneraciones salariales mucho menores que el fútbol masculino. Lejos de solucionar un problema, lo agravarán: pero de eso trata justamente la política.

Los precios de mercado, y, por tanto, los ingresos que uno obtiene vendiendo bienes o servicios al mercado, no son medidores de esfuerzo o de tiempo de trabajo. Tampoco son formas de repartir recompensas sociales según alguna escala meritocrática objetiva. Los precios de mercado son meramente los términos en los que se han fraguado intercambios que las partes implicadas han considerado beneficiosos para ellas mismas. Es decir, lo que una parte está dispuesta a entregarle a la otra por lo que esta recibe de aquella: la contraprestación por el valor subjetivamente recibido.

Fútbol Femenino
El redactor recomienda