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Juan Ramón Rallo

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Por qué Japón podría encarecer tu hipoteca

Si el 'carry trade' entre el yen y el dólar o entre el yen y el euro se da la vuelta, los tipos de interés subirán en EEUU y en la eurozona

Foto: El gobernador del Banco de Japón, Kazuo Ueda. (Reuters/Kim Kyung-Hoon)
El gobernador del Banco de Japón, Kazuo Ueda. (Reuters/Kim Kyung-Hoon)
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Japón es un país fuertemente ahorrador. Con su importante volumen de ahorro interno es capaz de financiar regularmente su inversión real interna, el déficit público de su Gobierno y la adquisición de activos internacionales. Así se explica que esta sociedad pueda mantener un stock de deuda pública equivalente al 260% del PIB y que haya acumulado activos netos exteriores por importe de casi tres billones de dólares.

Ahora bien, si uno pretende incentivar el crecimiento económico del país y el incremento de la productividad de sus trabajadores, debería producirse una cierta recomposición del destino de su ahorro interno: menos ahorro dirigido a adquirir activos foráneos y deuda pública nacional, y más a incrementar la inversión productiva interna. ¿Pero cómo estimular la inversión interna a costa del resto de partidas? Existen dos posibles vías: o incrementar la rentabilidad de esa inversión interna o reducir la rentabilidad de la deuda pública y de los activos exteriores.

Foto: Foto: Getty/Kevin Frayer.
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En este sentido, el banco central de Japón ha tratado de aniquilar el rendimiento de la deuda pública nacional desde 2016. Fue en ese momento cuando implantó la política denominada “control de la curva de rendimientos” (YCC) por la que estableció un tipo de interés máximo para los pasivos a 10 años del 0,1%: de ese modo, el ahorrador japonés se veía desincentivado a comprar deuda con la esperanza de que aumentara su inversión productiva interior. Claro que también cabía la posibilidad de que canalizara esos ahorros hacia el exterior, comprando euros y dólares para, a su vez, adquirir activos reales y financieras de esas zonas monetarias.

De hecho, semejante carry tradevender yenes o endeudarse en yenes para comprar dólares o euros— se aceleró a partir de 2021, cuando empezó a hacerse evidente que la Fed y el BCE tendrían que subir tipos de interés (cosa que ocurrió a lo largo de 2022) para combatir la incipiente inflación. Tanto es así que, en marzo de 2021, el banco central de Japón elevó el tipo de interés máximo de la deuda a 10 años hasta el 0,25%; en diciembre de 2022, volvió a hacerlo hasta el 0,5%; y en julio de 2023, formalmente, lo elevó hasta el 1% (si bien de momento no se ha permitido que llegue a esas marcas). Cuanto más se eleven los tipos de interés fuera de Japón y más bajos se mantengan dentro, más capital saldrá del país y más se depreciará el yen. Así, en la actualidad, el tipo de cambo de un dólar ya asciende a 150 yenes: la peor relación en varias décadas.

Foto: Un japonés mira unos monitores financieros en Tokio. (Getty Images/Keith Tsuji)

Y, por si lo anterior fuera poco, la inflación en Japón se ubica por encima del 2% desde comienzos de 2022. Es verdad que el banco central está encantado con haber logrado, por fin, recalentar un poco los precios internos, pero en algún momento tendrá que empezar a ajustarse a sus estatutos y, para ello, la fuerte depreciación del yen constituye un obstáculo.

De ahí que se esté especulando crecientemente en los mercados con la posibilidad de que el banco central nipón abandone finalmente su política de control de la curva de rendimientos para permitir que el tipo de interés de la deuda pública se eleve libremente. En tal caso, puede que el carry trade del yen al dólar (o del yen al euro) se aborte…, pero lo haría a costa de alimentar el evidente riesgo de revertirlo. Si las rentabilidades de la deuda pública japonesa se vuelven suficientemente atractivas, acaso sus los ahorradores nacionales comenzarían a liquidar parte de sus carteras de activos extranjeros para recomprar yenes y deuda pública nacional: pero, si lo hacen, los precios de la deuda pública estadounidense y europea caerán y, en consecuencia, sus tipos de interés subirán. No solo eso, toda la restante estructura de tipos de interés de EEUU y de la eurozona se tendrá que reajustar al alza por arbitraje con la deuda pública. En la medida en que durante años hemos sido receptores (sobre todo EEUU) del ahorro japonés, el hecho de que esa financiación se torne de golpe en desinversión se nos podría indigestar.

En suma: por extraño que pueda parecer, las decisiones del banco central de Japón podrían terminar encareciendo la hipoteca de muchos ciudadanos españoles.

Japón es un país fuertemente ahorrador. Con su importante volumen de ahorro interno es capaz de financiar regularmente su inversión real interna, el déficit público de su Gobierno y la adquisición de activos internacionales. Así se explica que esta sociedad pueda mantener un stock de deuda pública equivalente al 260% del PIB y que haya acumulado activos netos exteriores por importe de casi tres billones de dólares.

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