Laissez faire
Por
Milei quiere entregar Aerolíneas Argentinas a sus trabajadores
Que haya trabajadores dispuestos a rechazar la oferta de Milei solo confirma que estos no siempre quieren ser los dueños de los medios de producción si ello supone asumir riesgos
Uno de los principales paquetes de medidas que quiere impulsar Javier Milei en Argentina son las privatizaciones de empresas públicas. Por cuatro motivos: primero, por razones de índole moral (que todo lo que pueda estar en manos del sector privado esté en manos del sector privado); segundo, por razones de eficiencia (someter los activos hoy estatales al proceso dinámico de competencia del mercado); tercero, por razones de ajuste presupuestario (muchas empresas públicas operan a pérdidas y es el Estado argentino quien cubre, a través del presupuesto, semejante agujero), y cuarto, por razones financieras (obtención de ingresos extraordinarios para amortizar el exceso de deuda pública del país).
Aerolíneas Argentinas es un ejemplo de empresa deficitaria (desde que fue estatalizada en 2008, no ha logrado ganancias durante un solo ejercicio y las pérdidas acumuladas desde entonces, al tipo de cambio oficial, superan los 7.000 millones de dólares) que, además, es susceptible de ser gestionada de un modo mucho mejor a como lo está siendo. De modo que tiene sentido que Milei aspire a privatizarla, tal como ha señalado que va a hacer.
Ahora bien, ocurre que los procesos de privatización son complicados de ejecutar tanto porque los activos públicos pueden ser capturados por agentes cercanos al poder político cuanto porque los stakeholders alrededor de esos activos públicos tenderán a oponerse a la privatización si creen que pueden salir perjudicados.
Una forma de intentar vencer esas resistencias es privatizando los activos estatales transfiriéndoselos a los stakeholders y, más en particular, a los trabajadores. En el caso de Aerolíneas Argentinas, se trataría de entregar la compañía a los distintos colectivos de empleados (como pilotos o personal de vuelo) para que ellos escojan su consejo de administración y marquen sus líneas estratégicas básicas: también, claro está, para que el Estado deje de cubrir las pérdidas de la empresa y estas se consoliden contra el capital social, que habrá sido traspasado a los trabajadores.
Y eso es justo lo que les ha propuesto Milei a los trabajadores de Aerolíneas Argentinas: que se la queden ellos. ¿Y qué han respondido de momento los sindicatos que los representan (o que supuestamente los representan)? Que por encima de su cadáver. En palabras de Pablo Biró, secretario general de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), "si se quiere cargar Aerolíneas, nos van a tener que matar. Y cuando digo matar, lo digo literalmente. Va a tener que cargar muertos, que me anote primero". ¿Y por qué se equipara privatizar Aerolíneas Argentinas con cargársela? Pues, en palabras de Edgardo Llano, secretario general de la Asociación de Personal Aeronáutico, “sin la asistencia del Estado, la empresa está destinada al fracaso”.
Acabáramos: que lo que buscan no es que sea estatal, sino que el Estado la subsidie estructuralmente, a saber, que el contribuyente argentino costee coactivamente el deficiente modelo organizativo del que extraen rentas. No deja de ser llamativo que en este caso los trabajadores no aspiren a controlar el producto íntegro de su trabajo, sino a parasitar parte del valor generado con el trabajo ajeno: en presencia de pérdidas, muchos asalariados no quieren pasar a corresponsabilizarse de la destrucción de valor interna y, en ausencia de un socio capitalista que absorba los quebrantos, buscan transferirles el muerto a otros trabajadores a través del Estado.
Al final, claro, deberíamos reconocer que la función de absorción de pérdidas contra el ahorro propio es una función valiosa que, en las compañías privadas, el capitalista le proporciona al asalariado y por la cual cobra —entre otros motivos— lo que Marx denominó plusvalor (que no es la porción del valor generado por el asalariado de la que se apropia el capitalista, sino la porción del valor que el capitalista ha creado de la mano del trabajador al proporcionarle a este funciones útiles que le permiten trabajar en las condiciones técnico-productivas en las que trabaja). Que haya trabajadores dispuestos a rechazar la oferta de Milei respecto a Aerolíneas Argentinas solo confirma que estos no siempre quieren ser los dueños de los medios de producción si ello supone internalizar el riesgo inherente a su gestión.
Pero quien, desde luego, no debería soportar ese riesgo es el contribuyente. Privatícese.
Uno de los principales paquetes de medidas que quiere impulsar Javier Milei en Argentina son las privatizaciones de empresas públicas. Por cuatro motivos: primero, por razones de índole moral (que todo lo que pueda estar en manos del sector privado esté en manos del sector privado); segundo, por razones de eficiencia (someter los activos hoy estatales al proceso dinámico de competencia del mercado); tercero, por razones de ajuste presupuestario (muchas empresas públicas operan a pérdidas y es el Estado argentino quien cubre, a través del presupuesto, semejante agujero), y cuarto, por razones financieras (obtención de ingresos extraordinarios para amortizar el exceso de deuda pública del país).
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