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La imparable degradación institucional de la España de Sánchez
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Juan Ramón Rallo

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La imparable degradación institucional de la España de Sánchez

La degradación institucional de España es cada vez mayor, tanto hacia dentro como hacia fuera de nuestras fronteras

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Liesa Johannssen)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Liesa Johannssen)
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Que la degradación institucional de España avanza imparable con Pedro Sánchez es algo de lo que venimos advirtiendo desde hace años, pero que, esta misma semana, ha exhibido tres claros y deplorables síntomas de ello.

Primero, el nombramiento del exsecretario de Estado de Comunicación Miguel Ángel Oliver como nuevo presidente de la Agencia EFE. Siendo la Agencia EFE una agencia pública de noticias, encargada de elaborar y remitir teletipos, los teletipos a partir de los que posteriormente los medios redactan sus propias noticias (o, en muchos casos, teletipos que se limitan a reproducir sin alteraciones apreciables), sería deseable que se mantuviera una cierta independencia de los intereses propagandísticos del Ejecutivo. Pero no: esta vez Sánchez ha nombrado presidente de EFE al que durante años se encargó de organizar la estrategia propagandística del Ejecutivo, Miguel Ángel Oliver. Tan impúdica ha sido esa elección que incluso el diario El País, completamente entregado al sanchismo, le ha tenido que afear al Gobierno que esté dando munición al discurso catastrofista de la derecha.

Foto: El escritor Hernán Casciari es un traductor de la realidad social argentina. (Gaspar Kunis/Cedida)

Segundo, el nuevo ministro de Transportes, Óscar Puente, ha empleado su perfil en la red social Twitter para bloquear a todos aquellos ciudadanos españoles que lo hayan criticado durante los últimos días o que simplemente mantengan una postura ideológica crítica con el Ejecutivo. Matizo esto último porque yo he sido uno de los muchísimos bloqueados por el ministro y jamás interactué con él a través de Twitter. La actitud sectaria del ministro de Transportes de todos los españoles es reprobable justamente porque expresa su voluntad de gobernar contra todos aquellos que no le bailen el agua o no le sean ideológicamente afines. No solo eso: cuando otros usuarios le han reprochado en redes ese ejercicio de bloqueos masivos contra los díscolos, el sectario oligarca que tenemos como ministro se ha limitado a insultarlos. Otro comportamiento igualmente indigno de un gobernante que trata como súbditos a aquellos a los que debería estar sirviendo.

Y tercero, ayer fue el acto oficial de investidura de Javier Milei como nuevo presidente de Argentina y ningún ministro español acudió en representación del Gobierno. Sí participó el Rey, pero no en representación del Ejecutivo sino del Estado. Contrasta este muy bajo perfil institucional con el que recientemente se dio con Gabriel Boric en Chile, Gustavo Petro en Colombia y Lula en Brasil. En el primer caso, aparte del Rey, acudieron Yolanda Díaz e Irene Montero (y estaba también prevista la presencia de José Manuel Albares); en el segundo, el Rey y Albares, y en el tercero, el Rey, Yolanda Díaz y José Manuel Albares. ¿A qué se debe este trato absolutamente asimétrico? Pues a la nula afinidad ideológica de Sánchez con Milei (a quien, por cierto, sigue sin haber felicitado por su victoria electoral): no olvidemos que nuestro presidente llegó a apoyar, incluso desde la tribuna del Congreso, al peronista y responsable del descontrol inflacionario de Argentina, Sergio Massa. Ahora, por despecho y represalia, corta de facto relaciones con Milei. Contrasta esta actitud, del todo caudillista y patrimonializadora de las instituciones, con la mantenida por otra persona tan o más de izquierdas que Sánchez o Díaz: el presidente de Chile, Gabriel Boric. Pese a su falta de sintonía ideológica, Boric sí ha estado a la altura institucional, felicitando primero a Milei y acudiendo luego a su acto oficial de investidura.

En definitiva, la degradación institucional de España es cada vez mayor, tanto hacia dentro como hacia fuera de nuestras fronteras. Sánchez no respeta ni el fondo ni las formas de la subordinación de sus intereses a los intereses de los ciudadanos españoles (separación de poderes, políticos como servidores públicos o buenas relaciones con otros países). Al contrario, no duda en instrumentalizar despóticamente las instituciones para beneficio personal y del partido.

Que la degradación institucional de España avanza imparable con Pedro Sánchez es algo de lo que venimos advirtiendo desde hace años, pero que, esta misma semana, ha exhibido tres claros y deplorables síntomas de ello.

Pedro Sánchez
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