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Español rico, español pobre: la brecha patrimonial que los separa
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Juan Ramón Rallo

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Español rico, español pobre: la brecha patrimonial que los separa

La creciente exclusión de las familias jóvenes de la propiedad inmobiliaria o la falta de educación financiera a la hora de invertir explican parte de la desigualdad de riqueza

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La riqueza neta de las familias españolas se mantuvo prácticamente constante en 2022 con respecto a 2020: 309.000 euros en promedio. Esa riqueza neta media es el resultado de sustraer unas deudas medias de 31.000 euros por hogar a unos activos totales medios de 340.000 euros por hogar. Esos 309.000 euros de riqueza neta media por hogar no se hallan, empero, equitativamente distribuidos: la riqueza neta del percentil 10 apenas llega a 400 euros, la del percentil 25 a 37.900 euros, la mediana a 142.700 euros y la del percentil 90 a 672.000 euros. O por expresarlo de otro modo: la riqueza neta promedio hasta el percentil 25 es de 4.000 euros y la riqueza media entre el percentil 90 y el 100 es de 1,6 millones de euros. ¿A qué se debe esta desigualdad tan acusada de riqueza neta entre españoles?

Primero, a la edad: el principal factor que determina la desigualdad de riqueza en casi cualquier economía son las diferencias de edad. Los ancianos han dispuesto de mucho más tiempo para ahorrar y capitalizarse que los jóvenes: en el caso de España, la riqueza neta de los hogares cuyo cabeza de familia tiene menos de 35 años asciende a 77.000 euros frente a los más de 440.000 euros de aquellos hogares cuyo cabeza de familia supera los 65 años. Pero siendo la edad un factor muy relevante para entender la desigual distribución de la riqueza, no lo es desde luego todo.

Foto: Foto: Reuters/Jon Nazca.

Así, en segundo lugar, la desigualdad de riqueza también se debe a los mayores ingresos de las familias (patrimonialmente) ricas respecto a las familias (patrimonialmente) pobres: los ingresos promedios de las familias hasta el percentil 25 (de riqueza neta) ascienden a 23.500 euros anuales, mientras que los de las familias entre el percentil 90 y 100 (de riqueza neta) totalizan 94.200 euros anuales, cuatro veces más. La fuente fundamental de esta divergencia absoluta no son las rentas del capital (aunque también existe una elevada brecha en este campo), sino las rentas laborales: los ingresos salariales del primer grupo son de 20.500 euros y los del segundo grupo, de 71.500. Más ingresos anuales significa también mayor capacidad de ahorro y, por tanto, de acumulación patrimonial.

Tercero, y directamente vinculado con lo anterior, al mayor endeudamiento relativo de las familias más pobres. Aunque la deuda media hasta el percentil 25 es de 20.500 euros y la deuda promedio entre el percentil 90 y el 100 es de 43.000 euros, la deuda equivale al 83% de los activos totales del primer grupo y al 2,5% del segundo grupo. Como las familias (patrimonialmente) ricas tienen mayor margen de ahorro, no necesitan endeudarse para aumentar su consumo corriente o para adquirir activos, mientras que las familias (patrimonialmente) pobres financian la adquisición de sus escasos activos con deuda (o usan esos escasos activos como garantía para financiar su consumo a crédito).

Foto: Tres personas caminando por un parque. (Europa Press/Gabriel Luengas)
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Cuarto, a la escasa presencia de la vivienda principal dentro del patrimonio de las familias pobres: solo el 21% de los hogares hasta el percentil 25 de riqueza neta es propietaria de una vivienda, frente a más del 90% entre el percentil 50 y 100. Esta muy desigual distribución de los inmuebles, unida a una expansiva escasez real de vivienda en nuestro país, estrangula patrimonialmente a las familias pobres por una doble vía: por un lado, las familias pobres (a diferencia de las familias ricas) no se están beneficiando del aumento del valor patrimonial de las viviendas; por otro, las familias pobres se ven abocadas a tener que hacer frente a unos gastos de alquiler cada vez mayores, lo que reduce aún más su capacidad de ahorro.

Quinto, a que los activos generadores de rentas del capital explícitas tienen mucha menor presencia en el patrimonio de las familias pobres que en el de las familias ricas. Solo el 8% de los hogares hasta el percentil 25 (de riqueza neta) posee otras propiedades inmobiliarias, frente al 92% de los hogares entre el percentil 90 y el 100, de ahí que el valor medio de las mismas para el primer grupo apenas alcance los 2.800 euros y, para el segundo grupo, sea de 566.000 euros. A su vez, los activos financieros totales hasta el percentil 25 de riqueza neta apenas equivalen a 5.000 euros (y a 18.400 euros entre el percentil 25 y el 50) frente a los 405.000 euros de activos financieros promedios entre el percentil 90 y el 100.

Foto: EC Diseño. Opinión

Y sexto, las familias pobres concentran sus activos generadores de rentas del capital explícitas en inversiones de muy bajo rendimiento. Aunque no disponemos de datos desagregados para la categoría de otras propiedades inmobiliarias, cabe suponer que las familias pobres con una segunda propiedad inmobiliaria serán mayoritariamente propietarias de plazas de garajes o de trasteros que, en lugar de proporcionarles un ingreso monetario, solo les suministran un servicio de uso; en cambio, las familias ricas probablemente posean diversas propiedades inmobiliarias destinadas al alquiler y, por tanto, a la obtención de rentas del capital.

En el caso de los activos financieros, en cambio, sí disponemos de datos más desagregados y estos son muy claros: mientras que alrededor de tres cuartas partes de todos los activos financieros de las familias (patrimonialmente) pobres se concentran en cuentas bancarias, menos del 30% de los activos financieros de las familias (patrimonialmente) ricas se destinan a esa categoría, mientras que el otro 70% lo invierten en acciones, bonos, fondos, etc. Dado que el segundo grupo de activos financieros exhibe una rentabilidad promedio muy superior al primero, los ingresos por rentas del capital serán no solo absoluta, sino también relativamente mayores en el caso de las familias ricas, reforzando así su capacidad de ahorro (y reinversión).

En definitiva, las diferencias patrimoniales entre familias españolas tienen diversas causas y no todas ellas pueden o deben corregirse (como la edad). Sin embargo, algunos de los motivos que explican esa dispar distribución de la riqueza, como la creciente exclusión de las familias jóvenes de la propiedad inmobiliaria o la falta de educación financiera a la hora de seleccionar inversiones de alto rendimiento, sí podrían y deberían corregirse dado que lastran su capacidad de capitalizarse y, por tanto, de disfrutar de mayor seguridad, autonomía y bienestar a lo largo de sus vidas.

La riqueza neta de las familias españolas se mantuvo prácticamente constante en 2022 con respecto a 2020: 309.000 euros en promedio. Esa riqueza neta media es el resultado de sustraer unas deudas medias de 31.000 euros por hogar a unos activos totales medios de 340.000 euros por hogar. Esos 309.000 euros de riqueza neta media por hogar no se hallan, empero, equitativamente distribuidos: la riqueza neta del percentil 10 apenas llega a 400 euros, la del percentil 25 a 37.900 euros, la mediana a 142.700 euros y la del percentil 90 a 672.000 euros. O por expresarlo de otro modo: la riqueza neta promedio hasta el percentil 25 es de 4.000 euros y la riqueza media entre el percentil 90 y el 100 es de 1,6 millones de euros. ¿A qué se debe esta desigualdad tan acusada de riqueza neta entre españoles?

Distribución de la riqueza
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