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Juan Ramón Rallo

Laissez faire

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¿Como un cohete?

En estos momentos, el comportamiento extraordinario o anómalo no es el de España, ni tampoco el del Sur de Europa, sino el del Norte

Foto: Ilustración: EC Diseño/Sergio Beleña.
Ilustración: EC Diseño/Sergio Beleña.
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Hace aproximadamente un año, durante la campaña a las elecciones generales del 23-J, la principal consigna económica del gobierno era que nuestro país tenía una de las tasas de inflación más bajas de la Eurozona. Y habrán notado que ese mensaje ha dejado de escucharse desde hace meses. No es casualidad: desde octubre, la tasa de inflación interanual de España supera la del conjunto de la Eurozona (en mayo, le sacábamos 1,2 puntos porcentuales: 3,8% versus 2,6%).

Si ampliamos un poco el horizonte temporal y calculamos la inflación acumulada entre mayo de 2020 y mayo de 2024, nuestra posición relativa mejora, pero se halla muy lejos de aquella imagen idílica que pretendía vendernos el gobierno durante la campaña: en estos cuatro años, la inflación acumulada en España ha sido del 18,7% y en la Eurozona del 20%. Esto es, 1,3 puntos de diferencia que, si bien no es poca cosa, tampoco constituye un abismo económico entre el infierno y el paraíso inflacionista. Es más, si durante los próximos meses se mantuviera nuestra brecha de inflación con respecto a la Eurozona, esas diferencias se comprimirían todavía más.

Foto: La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (Reuters/Kai Pfaffenbach)

Pues bien, agotado el cartucho de que disfrutamos de una de las tasas de inflación diferencialmente más bajas de la Eurozona, ahora toca quemar otro: que nuestra economía va como una moto, como un cohete o como la carrera de Taylor Swift. Y no se me malinterprete: no pretendo negar que la economía española esté siendo capaz de batir expectativas de crecimiento y de estar haciéndolo mejor que algunos vecinos tan relevantes como Alemania o Francia en un contexto no especialmente sencillo para crecer. Pero, de nuevo, la mayor parte de esta retórica es propaganda política (en parte comprensible dado que a eso se dedican los políticos: a engañar a la gente con mentiras o, en este caso, con exageraciones).

Primero, el PIB per cápita de España en el cuarto trimestre de 2023 fue un 0,4% superior al PIB per cápita del mismo período de 2019. En cambio, el PIB per cápita de la Eurozona fue un 1,6% superior. Que sí, que lo hemos hecho (y lo seguiremos haciendo) mejor que Francia (0,3% por encima) o que Alemania (-1,5% por debajo), pero también lo hemos hecho peor que Grecia (7,3% por encima), que Italia (4,6% por encima) o incluso que nuestro vecino Portugal (5% por encima). Y, por supuesto, también aquí podría suceder como ha ocurrido con la inflación (de hecho, ya ha sucedido en parte): que los diferenciales de crecimiento se vayan comprimiendo con el paso del tiempo.

Foto: Trabajadores en una fábrica. (EFE/Antonio García)

De hecho, en segundo lugar, la tasa de crecimiento de nuestra renta per cápita en 2023 fue del 1,6%, mientras que el promedio en el período previo a la pandemia y posterior al rebote de la crisis (esto es, el promedio entre los años 2016 y 2019) fue del 1,4%. Es decir, que España parece estar regresando a su media de crecimiento prepandemia … como lo está haciendo el resto de países del Sur de Europa: la renta per cápita de Italia aumentó en 2023 un 1% (frente a una media del 0,9% en el período 2016-2019); la renta per cápita de Portugal creció en 2023 un 2,1% (frente a una media del 2,3% en el período 2016-2019), y la renta per cápita de Grecia incluso se expandió en 2023 un 2,4% (frente a una media del 1,2% en el período 2016-2019, si bien en este caso el período 2016-2019 está contaminado por la recesión de 2016 después de la cuasi ruptura entre Grecia y la Eurozona en 2015).

No sucede lo mismo, en cambio, con el Norte de Europa, cuyas tasas de expansión se hallan ahora mismo muy por debajo de su tendencia prepandemia. Tan es así que la tasa de crecimiento de la renta per cápita del conjunto de la Eurozona fue en el período 2016-2019 del 1,2%... mientras que en 2023 se contrajo. O expresado de otro modo: el comportamiento extraordinario o anómalo no es el de España, ni tampoco el del Sur de Europa, sino el del Norte.

Foto: EC Diseño/Blanca Casanova Opinión

Pero, hete aquí en tercer lugar, que el Sur de Europa, los alumnos que tan bien lo están haciendo durante estos últimos años, están al mismo tiempo disfrutando de una inyección (que equivale a un notable paquete de estímulo fiscal) a costa del Norte de Europa: recordemos que a Grecia se le han asignado en transferencias (dejemos de lado los préstamos) casi el 10% de su PIB; a Portugal, casi el 7%; a España, casi el 6%, y a Italia, casi el 4%. Mientras tanto, Alemania, Países Bajos, Austria o Finlandia, reciben en transferencias menos del 1% de su PIB.

No estoy diciendo que este sea el único factor que explique el diferencial de crecimiento (la mayor base industrial o el mayor peso de la construcción en muchos de estos países del Norte, en un contexto de altos tipos de interés, hace que su economía sea más sensible a la política monetaria contractiva que los países del Sur, más volcados hacia el turismo). Sin embargo, resulta cuando menos imprudente enorgullecerse por el mayor crecimiento de España, o el mayor crecimiento del Sur de Europa, obviando la dirección del flujo de transferencias intracomunitarias que están actuando como un estímulo de demanda.

En suma, la economía española y el Sur de Europa en general lo están haciendo mejor que el Norte de Europa desde 2022: la política monetaria contractiva perjudica más al Norte que al Sur y la política fiscal (moderadamente) expansiva beneficia más al Sur que al Norte. En todo lo demás, parece que estamos regresando a las tendencias prepandemia que, si bien no eran malas, tampoco eran para echar cohetes, por mucho que ahora nos creamos un cohete.

Hace aproximadamente un año, durante la campaña a las elecciones generales del 23-J, la principal consigna económica del gobierno era que nuestro país tenía una de las tasas de inflación más bajas de la Eurozona. Y habrán notado que ese mensaje ha dejado de escucharse desde hace meses. No es casualidad: desde octubre, la tasa de inflación interanual de España supera la del conjunto de la Eurozona (en mayo, le sacábamos 1,2 puntos porcentuales: 3,8% versus 2,6%).

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