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Europa (y España) necesita con urgencia un DOGE
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Juan Ramón Rallo

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Europa (y España) necesita con urgencia un DOGE

Si EEUU necesita un DOGE, con muchísimo más motivo lo necesita la UE... según incluso la propia Unión Europea

Foto: Foto: EC Diseño.
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Javier Milei no solo aspira a transformar radicalmente la economía argentina, convirtiendo a su país en uno de los más libres y prósperos del mundo, sino que también ambiciona a, en sus propias palabras, convertirse en un faro de inspiración para el resto de Occidente. Desde luego, se trata de un objetivo tremendamente ambicioso que muchos verán como fatuo, pero que, en verdad, ya ha comenzado a arrojar muy importantes frutos.

Y es que, el pasado 5 de julio, Javier Milei creó el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, a cuya cabeza colocó al economista Federico Sturzenegger. La misión de ese ministerio, como su nombre indica, es eliminar el exceso de regulaciones que está constriñendo la economía argentina y, a su vez, reducir la administración pública buscando un Estado más pequeño y eficiente. En este sentido, Sturzenegger (que ya fue el autor intelectual del primer y fuertemente liberalizador Decreto de Necesidad y Urgencia aprobado hace un año por el gobierno de Milei) está eliminando, desde el inicio y con una cadencia casi diaria, regulaciones enormemente distorsionadoras de la actividad económica y cuyo único propósito real era alimentar a los grupos de presión que, merced a ellas, restringían la competencia.

Pues bien, este Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado es el que ha inspirado el denominado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), promovido por Donald Trump en los EEUU y que será dirigido por Elon Musk y Vivek Ramaswamy. Que el DOGE se ha inspirado en el Ministerio de Sturzenegger no es una mera conjetura, dado que tanto Musk como Ramaswamy han confirmado que pretenden emular el modelo argentino de desregulación, desburocratización y desfinanciación del sector público.

El propósito del DOGE es elevar el crecimiento potencial de los EEUU reduciendo los costes que el Estado le impone al sector privado y que estrangulan su capacidad para aumentar sostenidamente la productividad. Primero, el coste de las regulaciones, que obligan al sector privado a hacer cosas que no haría o que le prohíben hacer cosas que sí haría, limitando en consecuencia el número de procesos de prueba y error que eleven la eficiencia económica. Segundo, el coste de la burocracia, que entorpece, ralentiza u obstaculiza las iniciativas del sector privado. Y tercero, el coste de la tributación (necesaria para financiar el gasto público) que reduce la rentabilidad después de impuestos de cualquier inversión. Disminuir estas tres costosas cuñas contribuiría a elevar la rentabilidad de la inversión dentro del país y, a través de ella, a aumentar la acumulación de capital, la innovación y, en suma, la productividad.

Tanto Musk como Ramaswamy han confirmado que pretenden emular el modelo argentino de desregulación y desfinanciación

Ahora bien, si para EEUU resulta importante incrementar la productividad, para la Unión Europea —y también para España— resultan absolutamente vitales. Desde 2004, la productividad por hora trabajada en EEUU ha aumentado alrededor de un 40%, mientras que en la Unión Europea no alcanza el 15%. El famoso informe Draghi, publicado con música palaciega hace apenas unos meses, ya alertaba de que el gran problema de la Unión Europea era la mediocre evolución de su productividad (que lleva reduciéndose, con respecto a la de EEUU, desde mediados de los 90): "Europa necesita un crecimiento mucho más acelerado de la productividad para mantener tasas de crecimiento sostenibles en medio de una demografía adversa (…) Desde 1995, el crecimiento de la productividad se ha frenado más de lo que lo ha hecho en EEUU y ha retrocedido hasta representar el 80% del nivel de EEUU".

No solo eso, el informe Draghi también señalaba que una de las principales causas de este estancamiento de la productividad en Europa residía justamente en el exceso de regulación que impedía que los nuevos proyectos empresariales crecieran y se convirtieran en grandes compañías hiperproductivas:

La falta de dinamismo industrial de Europa se debe en gran medida a sus debilidades a lo largo del "ciclo de vida de la innovación" que impiden que surjan nuevos sectores y nuevos competidores. Estas debilidades comienzan con obstáculos, desde la innovación hasta la comercialización. El apoyo del sector público a la I+D es ineficiente debido a la falta de atención a la innovación disruptiva y a la financiación fragmentada, lo que limita el potencial de la UE para alcanzar la escala en tecnologías de vanguardia de alto riesgo. Una vez que las empresas alcanzan la etapa de crecimiento, se enfrentan a obstáculos regulatorios y jurisdiccionales que les impiden escalar hasta convertirse en empresas maduras y rentables en Europa. Como resultado, muchas empresas innovadoras terminan buscando financiación de capitalistas de riesgo estadounidenses y ven la expansión en el gran mercado estadounidense como una opción más gratificante que abordar los mercados fragmentados de la UE. Por último, la UE se está quedando atrás en la provisión de infraestructuras de vanguardia necesarias para posibilitar la digitalización de la economía.

La UE se está quedando atrás en la provisión de infraestructuras de vanguardia necesarias para posibilitar la digitalización de la economía

Por consiguiente, si EEUU necesita un DOGE, con muchísimo más motivo lo necesita la Unión Europea y, dentro de ella, cada uno de los países que la integran. No es algo que quepa considerar meramente una opinión personal sino que parecería constituir la postura oficial de la propia UE. Sin embargo, mientras que Argentina y EEUU sí parecen estar abrazando con cierta convicción las ideas del potencial desregulatorio y desburocratizador de nuestras economías, las élites europeas siguen mostrándose más obsesionadas con construir un megaestado supranacional que exporte a escala global sus mismas obsesiones intervencionistas que en repensar lo que se ha hecho mal (y muy mal) en Europa durante las últimas décadas.

En cierta medida, de hecho, es posible que Europa se encuentre en un punto muerto de bloqueo interestatal: ningún Estado europeo puede desregular y desburocratizar en serio sin el concurso de la Unión Europea y tampoco la Unión Europea puede desregular y desburocratizar en serio sin el concurso de los Estados nacionales. Por ello, aunque apareciera algún gobernante partidario de desregular y desburocratizar dentro del páramo socialdemócrata europeo, su actividad se vería bloqueada por toda la restante arquitectura institucional opuesta a esa desregulación y desburocratización. Europa necesita con urgencia un DOGE, pero ni lo tenemos ni, probablemente, lo vamos a tener, porque la casta política europea no quiere perder sus muchas parcelas de poder.

Javier Milei no solo aspira a transformar radicalmente la economía argentina, convirtiendo a su país en uno de los más libres y prósperos del mundo, sino que también ambiciona a, en sus propias palabras, convertirse en un faro de inspiración para el resto de Occidente. Desde luego, se trata de un objetivo tremendamente ambicioso que muchos verán como fatuo, pero que, en verdad, ya ha comenzado a arrojar muy importantes frutos.

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