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Laissez faire
Por
¿Dónde metió Milei la motosierra en 2024?
Resulta harto complicado, tanto en Argentina como en España, reducir significativamente el gasto público sin meter la tijera a los pensionistas y a los empleados públicos
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En una reciente entrevista, el líder de Vox, Santiago Abascal, defendió aplicar la motosierra al gasto público de España, tal como lo ha hecho el libertario Javier Mileien Argentina. Bien está porque, en efecto, la reducción del tamaño del Estado en todos los ámbitos de la vida de cada persona —que es, en síntesis, el programa político del liberalismo libertario— consiste justamente en eso: en meter la tijera, o mejor la motosierra, al aparato estatal. Así que, si de verdad Abascal supiera lo que dice y creyera en lo que dice, desde luego lo consideraría una muy buena noticia para nuestro país.
Ocurre que, tras tanto tiempo escuchando hablar en España del sobredimensionado gasto político en mamandurrias y chiringuitos, uno se teme que nuestros políticos se crean que es posible adelgazar de un modo significativo el sector público, y contar con margen fiscal para recortar enérgicamente los impuestos, apenas acabando con la industria estatal y paraestatal de colocaciones políticas y de propaganda ideológica.
No se me malinterprete: ojalá también pasen la motosierra, o más bien la apisonadora, por todas esas partidas infames. Pero, aun cuando se fulminaran tales gastos de raíz sin reemplazarlos por otros de naturaleza similar que bascularan hacia la derecha, esa poda seguiría estando muy lejos de lo logrado por Javier Milei en Argentina. Así que acaso convenga explicar qué ha logrado, en el territorio presupuestario, Milei en Argentina a lo largo de 2024.
En primer lugar, el presidente libertario ha eliminado en su práctica totalidad un déficit público equivalente a 15,3 puntos de PIB: 4,8 puntos se debían al llamado déficit fiscal (el que se le contabiliza al Tesoro) y 10,5 puntos eran atribuibles al llamado déficit cuasifiscal (la creación de nuevos pesos por parte del banco central para abonar los intereses de los llamados pasivos remunerados). La eliminación del déficit cuasifiscal no es relevante para España, tanto porque no tenemos competencia sobre él —le correspondería en todo caso al BCE— cuanto porque la Eurozona no sufre, hoy por hoy, un problema de déficit cuasifiscal. La desaparición del déficit fiscal, empero, sí es de interés y Argentina puede proporcionar importantes lecciones al mundo.
No se me malinterprete: ojalá también pasen la motosierra, o más bien la apisonadora, por todas esas partidas infames
Así, en segundo lugar, la supresión de ese déficit fiscal se logró con una contracción del gasto público real del 26,4% solo en un año. Es decir, que solo en 2024, Milei consiguió erradicar una cuarta parte del Estado argentino. No es, desde luego, un logro menor. Cuatro años más así —permítaseme el chascarrillo— y llegaríamos a la ansiada ancapia. Ahora bien, y aquí es donde las promesas de Abascal me temo que se estrellarían contra el muro de sus verdaderas convicciones, ¿cómo ha conseguido Milei bajar el gasto público en un 26,4%? ¿Cuáles han sido las partidas que han experimentado su ya famosa motosierra?
Si nos fijamos, en tercer lugar, en las áreas presupuestarias que sufren, proporcionalmente, una mayor caída a lo largo de 2024, comprobaremos que el grueso del recorte se concentró, en términos relativos, en las siguientes partidas: las transferencias de capital a las provincias (dinero del gobierno federal a los gobiernos provinciales para que ejecuten obra pública) cayeron un 96%; la inversión real directa del gobierno federal lo hizo en un 70,1%; las transferencias corrientes a las provincias se contrajeron en un 67,8%; los subsidios a la energía disminuyeron un 34,1%; el gasto en programas sociales mermó en un 32,5%; y los subsidios al transporte minoraron un 28,9%. A partir de aquí, el resto de partidas se contrajeron igualmente en porcentajes significativos, pero lo hicieron por debajo de la media del recorte del gasto agregado: por ejemplo, las transferencias a las universidades se achicaron un 25,5%; el gasto en salarios públicos se redujo un 20,3%; y los desembolsos a pensiones contributivas lo hicieron en un 16,4%.
Siendo así, pues, parecería que el grueso del ajuste se halló en la inversión pública (federal o provincial) y en los subsidios, de manera que el resto de ajustes mucho más impopulares, como a las universidades, empleados públicos o pensionistas, en el fondo resultarían innecesarios o prescindibles. Sucede, sin embargo, que algunas de las partidas presupuestarias que experimentaron mayores recortes relativos eran partidas con un peso bastante modesto sobre el conjunto del gasto público, de modo que, en términos absolutos, el ajuste ha venido por otros lados.
Algunas de las partidas presupuestarias que experimentaron mayores recortes relativos eran partidas con un peso bastante modesto
De esta manera, y por último, los recortes que, en términos absolutos, más contribuyeron a reducir el tamaño del Estado fueron: las pensiones contributivas (su reducción supuso el 19% de toda la reducción del gasto público); la inversión real directa (el 15% del total); los programas sociales (15% del total); los subsidios a la energía (10% del total); y el gasto en salarios públicos (9% del total).
Como vemos, pues, resulta harto complicado, tanto en Argentina como en España, reducir significativamente el gasto público sin meter la tijera a los pensionistas, a los empleados públicos y a la obra pública. Cuando Abascal habla, pues, de emular a Milei, ¿de verdad está pensando en este tipo de ajustes? Desde luego, no espero que el líder de Vox conteste, por mera prudencia electoral, a esta pregunta: prometer recortes serios sobre pensionistas y empleados públicos supondría enemistarse con alrededor de 14 millones de votantes (sin contar a sus amigos y familiares).
No obstante, tampoco creo que Abascal posea un plan secreto para, una vez alcanzado el poder político, ejecutar sorpresivamente ajustes de este calado. Estoy convencido de que Abascal repudia por entero podar el gasto en pensiones un 16% o el gasto en empleados públicos en un 20% (salvo que esto último pudiera hacerse suprimiendo meramente duplicidades u organismos superfluos, que no se puede). Pero eso solo significaría que Abascal, en realidad y por desgracia, no quiere emular a Milei más allá de como farol electoral: o el líder de Vox no sabe lo que está diciendo o no cree en lo que está diciendo.
En una reciente entrevista, el líder de Vox, Santiago Abascal, defendió aplicar la motosierra al gasto público de España, tal como lo ha hecho el libertario Javier Mileien Argentina. Bien está porque, en efecto, la reducción del tamaño del Estado en todos los ámbitos de la vida de cada persona —que es, en síntesis, el programa político del liberalismo libertario— consiste justamente en eso: en meter la tijera, o mejor la motosierra, al aparato estatal. Así que, si de verdad Abascal supiera lo que dice y creyera en lo que dice, desde luego lo consideraría una muy buena noticia para nuestro país.