Es noticia
Sin mayor productividad no habrá mayores salarios
  1. Economía
  2. Laissez faire
Juan Ramón Rallo

Laissez faire

Por

Sin mayor productividad no habrá mayores salarios

Si los salarios no han aumentado a largo plazo es, en esencia, porque la productividad de nuestra economía tampoco lo ha hecho

Foto: EC Diseño
EC Diseño
EC EXCLUSIVO

De acuerdo con la OCDE, el salario anual a jornada completa en España era de 16.265 euros en 1995 y de 33.044 euros en 2024: un incremento nominal del 103,1% que, frente a una inflación acumulada (mediada a través del IPC) del 102,8%, vendría a significar que en 30 años los sueldos no han aumentado nada.

En principio, todos los ciudadanos, cualesquiera que sea nuestra ideología, coincidiremos en lo deseable de que los salarios aumenten de manera sostenida y sostenible a largo plazo. De ahí que todos debiéramos sentirnos interpelados a la hora de buscar una solución a un dato tan contundentemente negativo. Sin embargo, antes de buscar una solución al problema deberemos coincidir en cuál es la raíz profunda de ese problema, pues en caso contrario podríamos incluso plantear medidas que resultaran contraproducentes para conseguir una elevación sostenida de esos salarios. Y, por desgracia, todavía hay muchos españoles que están instalados en un relato torpemente ideologizado sobre los motivos del estancamiento salarial.

A la postre, si los salarios no han aumentado a largo plazo es, en esencia, porque la productividad de nuestra economía tampoco lo ha hecho. Si los trabajadores no son capaces de producir más por hora trabajada, entonces difícilmente lograrán cobrar más por hora trabajada. Con todo, según señalábamos, para una parte de la sociedad española el problema no es la parálisis de la productividad, sino el extractivismo parasitario de la clase capitalista: influidos por la narrativa marxista, siguen siendo muchos los que creen que si los salarios se han congelado no es porque la productividad lo haya hecho también, sino porque los capitalistas han incrementado su tasa de explotación sobre los obreros y, por tanto, se han apropiado de todo el aumento de la productividad que, según ellos, sí se ha logrado durante estos últimos años.

Pero, ¿verdaderamente se ha estancado la productividad durante los últimos años? De entrada parecería que no. El PIB nominal de España en 1995 fue de 460.259 millones de euros, frente a los 1.591.627 millones de 2024. Dado que, a su vez, en 1995 había 13.277.100 trabajadores equivalentes a tiempo completo y en 2024 hubo 20.065.500, el valor nominal promedio generado por trabajador (a tiempo completo) creció de 34.665 euros a 79.320 euros: un crecimiento nominal del 128% o del 12,4% una vez descontamos la inflación. No es que sea un dato espectacular pero, desde luego, es más alto que el 0% en que han crecido los salarios reales. Sin embargo, estas cifran deben someterse, al menos, a tres tipos de ajustes.

Foto: oscar-puente-contra-el-rigor-y-contra-educacion Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Óscar Puente, contra el rigor y contra la educación
Juan Ramón Rallo

El primero es sustraer el consumo de capital fijo, que no es más que la parte del valor de la estructura de capital que se deprecia durante el proceso productivo: es, pues, una porción del PIB que ni siquiera los marxistas consideran que deba ser distribuida como renta consumible entre los trabajadores. Así, el consumo de capital fijo en 1995 fue de 55.380 millones de euros (corrientes) frente a los 235.716 millones de 2023: todavía no tenemos el dato de 2024, pero rondará los 250.000 millones de euros. Pues bien, deduciendo el consumo de capital fijo del PIB (y, por tanto, obteniendo el Producto Interior Neto), el valor nominal generado por trabajo pasa de 30.500 euros en 1995 a 66.860 euros: un aumento nominal del 119,2% o real del 8%.

El segundo ajuste es eliminar los alquileres imputados a los propietarios de vivienda. En Contabilidad Nacional, en aras de facilitar la comparación internacional y de reflejar más fidedignamente el valor de los bienes y servicios producidos dentro de un país, se imputa a cada propietario de una vivienda que resida en esa vivienda una renta en especie a modo de autoalquiler.

Foto: para-que-sirve-bitcoin Opinión
TE PUEDE INTERESAR
¿Para qué sirve Bitcoin?
Juan Ramón Rallo

Estos alquileres imputados son formalmente rentas del capital —pues derivan de la propiedad inmobiliaria— pero las perciben mayoritariamente trabajadores (aunque un rico posea muchas viviendas, sólo se le imputa una renta por la vivienda en la que sí reside): no son, en consecuencia, producción generada por el trabajo en el año en curso ni tampoco ingresos que puedan distribuirse como rentas salariales a los trabajadores (un trabajador dueño su vivienda percibirá esa renta imputada como renta del capital). Por tanto, también las eliminaremos del PIB.

En 1995, las rentas inmobiliarias imputadas eran de 19.351 millones de euros, mientras que, en 2022, alcanzaron los 93.441 millones de euros: todavía no tenemos el dato de 2024, pero rondará los 97.000 millones de euros. A su vez, como se trata de rentas brutas, hemos de minorarlas por su consumo de capital fijo: el INE no nos proporciona este dato desagregado, pero, si coincidiera con el promedio de la economía, tendríamos que las rentas inmobiliarias imputadas netas serían de 17.000 millones de euros en 1995 y de 81.750 millones de euros en 2024. En tal caso, el valor neto generado por trabajador pasa de 29.215 euros a 62.780, un aumento nominal del 114,9% o del 6% en términos reales.

Foto: por-que-espana-es-la-mejor-economia-de-la-ocde Opinión

Y el tercero es eliminar los impuestos netos sobre la producción, los cuales constituyen una porción del PIB no distribuible (vía salarios) a los trabajadores porque es producción directamente tomada por el Estado: a saber, no representaría la explotación del capitalista sobre el trabajador sino, en todo caso, del Estado sobre el trabajador. En 1995, los impuestos netos sobre la producción eran de 41.463 millones de euros, frente a los 155.601 millones de 2024. Restándolos, tenemos que el valor neto generado, y apropiable, por el trabajador pasó de 26.090 euros a 55.030 euros: un crecimiento nominal del 110,9% o real del 4%.

Es decir, que, en el mejor de los casos, la producción máxima distribuible a los trabajadores habría crecido un 4% en 30 años. Un aumento exiguo de la productividad (un promedio del 0,1% anual) que desde luego es del todo compatible con nuestro estancamiento salarial. He ahí, pues, el problema a resolver: cómo incrementar aceleradamente nuestra productividad para, a través de ella, mejorar sostenidamente los salarios.

De acuerdo con la OCDE, el salario anual a jornada completa en España era de 16.265 euros en 1995 y de 33.044 euros en 2024: un incremento nominal del 103,1% que, frente a una inflación acumulada (mediada a través del IPC) del 102,8%, vendría a significar que en 30 años los sueldos no han aumentado nada.

Productividad Salarios de los españoles
El redactor recomienda