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¿Existe un ataque contra Europa de las agencias de calificación?
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Daniel Lacalle

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Daniel Lacalle

¿Existe un ataque contra Europa de las agencias de calificación?

Como cuando éramos pequeños: “tengo malas notas porque el profesor me tiene manía”.  La declaración de ciertos miembros de la Unión Europea amenazando con prohibir a

Como cuando éramos pequeños: “tengo malas notas porque el profesor me tiene manía”.  La declaración de ciertos miembros de la Unión Europea amenazando con prohibir a las agencias de calificación publicar sobre los países de la Eurozona es una rabieta infantil. Dado que no parecen poder ponerse de acuerdo en solventar la crisis de deuda, han tomado el muy socorrido camino del populismo.

El jueves anunciaron la prohibición de comprar CDS (Credit Default Swaps, seguros por impago de deuda) en el caso de no estar cubiertos. Qué tremenda manipulación dentro de una medida ridícula. Nos hacen creer que hay un ataque injustificado a la deuda europea y prohíben, sabiendo que ni un 0,3% de las operaciones del mercado de CDS se negocian sin cobertura.

Ya lo hemos dicho antes, pero conviene recordarlo ante la manipulación. La prima de riesgo no sube por ningún ataque, sino porque los tenedores de bonos estatales, que ven el riesgo de recesión, no pueden vender y buscan protección. El 96% del mercado de CDS soberanos lo acaparan las instituciones financieras “bandera” o semi-estatales que están inundadas con €270.000 millones de deuda soberana europea invendible.  

Se han hinchado a hablarnos de lo bien que iban las subastas de deuda y lo que bajaba la prima de riesgo en las últimas semanas cuando es un movimiento manipulado, ya que casi todo lo compra el Banco Central Europeo. Y esa compra masiva parece una idea estupenda hasta que nos demos cuenta de que la deuda del BCE la vamos a pagar nosotros con más impuestos. 

Es duro decirlo, pero la deuda europea no la querrá nadie hasta que no se recobre la credibilidad del sistema y se ponga en marcha un proceso de reducción del endeudamiento público de la UE, pero como es prácticamente imposible, buscan un chivo expiatorio (la banca, las agencias de calificación, el nuevo álbum de Coldplay…).

Retórica intervencionista

Dice Durao Barroso que la actuación de los bancos ha sido “casi criminal”. Curioso viniendo de alguien que ha llevado a su país a la quiebra técnica y que tiene a decenas de sus colegas de partido en los consejos de esos mismos bancos. En nuestro país, la mayoría del sistema financiero es público (las cajas) y todos los partidos y sindicatos atiborran los consejos de dichas entidades financieras con sus miembros. Consejos que firmaron y aprobaron todos los estados financieros de dichas cajas. Menos retórica y más apoyar para que el sistema financiero funcione competitivamente, por favor.

En Europa, los activos totales de la banca suponen nada menos que un 320% del PIB de la Eurozona, y casi un 52% de esa banca es publica o semi-publica, controlada por gobiernos locales o nacionales. Un 320% del PIB, comparado con un 90% en EEUU, y muy atomizado en centenares de entidades con bajísimo retorno sobre sus inversiones, alta deuda y pobres economías de escala.

Las entidades publicas han jugado sin red durante mucho tiempo, al juego mas apalancado que existe, el negocio bancario, donde ponen solamente un 7% de su inversión, y piden prestado un 93%, bien vía depósitos del ciudadano o pidiéndoselo a inversores institucionales (esos malvados que ahora quieren asegurarse que van a recuperar su inversión). Todo este juego iba como la seda mientras la música seguía sonando... pero la música se paró.

Además, casi el 100% del “capital fijo” (core capital) de la banca en Europa se compone de bonos de los Estados miembros. Esa deuda que decían que no tenía riesgo. Por lo tanto, que no se rasguen las vestiduras, porque la simbiosis banca-política era absoluta mientras las instituciones servían  para el propósito de inventarnos una “riqueza” que solo era deuda mientras nuestros gobiernos preparaban estimaciones económicas y de crecimiento de mucho PowerPoint y poca sustancia

Pues bien, en el año 2006 cuando muchos ya alertábamos por escrito sobre el proceso salvaje de endeudamiento de los países europeos, la respuesta era “está usted exagerando porque nuestra calificación crediticia es la más alta”. Hasta ahora.

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A las agencias de calificación se les puede criticar muchas cosas, con razón, excepto que “ataquen” a España o Europa. De hecho, la gran crítica que se les puede hacer es que son demasiado diplomáticas con los países y reaccionan cuando las señales de riesgo son 100% evidentes, no antes.  Por eso lo que el mercado ya veía en 2006 no se ha materializado en las calificaciones crediticias hasta 2010. Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch han sido extremadamente diplomáticas porque solo pueden utilizar datos documentados,  y nunca hacen previsiones a futuro que difieran agresivamente de los emisores. Y así, como les ocurrió con las hipotecas sub-prime, reaccionan tarde. Yo siempre digo que una agencia de calificación es parecida a un ente que les cobra a Paul McCartney y a Yoko Ono por decirles que los Beatles se van a separar.  Y es que, no nos engañemos, los emisores conocen perfectamente sus dificultades crediticias reales. Otra cosa es que les guste que se publiquen.

Nos dicen que las agencias son cortoplacistas y tienen una animadversión anglosajona contra Europa (aunque Fitch esté en Francia).  Es ridículo, cuando siempre han publicado calificaciones que asumían las propias previsiones de los países, que, por supuesto, no se cumplieron.  Un poco de autocrítica, por favor.

Las voces intervencionistas piden prohibir a las agencias publicar informes sobre la eurozona. Gran majadería. A ver qué tal le iría a las empresas europeas su proceso de refinanciación, nada menos que €250.000 millones en 2013, si los inversores que tienen que comprar esa deuda no pudiesen acceder a una calificación estatal aceptada y contrastada. Pero claro, a los políticos no les importa la refinanciación de las empresas, sino la de la deuda pública, que es la que sostiene sus gastos públicos desorbitados. Por eso prefieren quebrar. Quiebra, pues eso es lo que es una quita del 20%: aceptar la insolvencia del país.

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Otros dicen que debería haber más competencia entre agencias de calificación. Bien, pero tengan cuidado con lo que desean, a ver si va a ocurrir como en EEUU y salen agencias como Egan-Jones o Weiss Rating que digan las cosas como realmente son y enseñen los colores a la deuda nacional. Les recuerdo que estas agencias son las que estiman que la calificación real de EEUU o Europa debería ser cercana a la C y no A.

Nos dicen que debería existir una agencia de calificación europea que analizase los datos desde una perspectiva “cercana”. Es decir, alguien que diga lo que nuestros políticos quieran.  Como si los inversores le fueran a dar credibilidad alguna a un análisis publicitario. 

A ver si los políticos aprenden de empresas como Iberdrola, por ejemplo, que ha conseguido hace poco una mejora de su calificación crediticia en un entorno tan negativo como el español. O las empresas del Ibex que tienen una calificación superior al reino de España porque se ocupan de mejorar el balance, no de charlar. Hablaba hace poco con Sascha Alvarez-Ossorio, director de uno de las pocas casas que hacen análisis exhaustivo centrado exclusivamente en el balance, Horizon Capital, y coincidía conmigo en que llevamos demasiados años ofuscados en la fantasía de la deuda sobre PIB cuando lo que realmente importa es la caja libre y el peso del coste de la deuda sobre los ingresos.

Lo que hace falta es que Europa y España dejen de jugar al avestruz esperando que escampe,  se centren en recobrar la credibilidad, atraigan capital en vez de espantarlo y dejen de vivir en la fantasía del gasto político, el crédito fácil, la sopa boba del subsidio y los derechos adquiridos que le negamos a los demás.  Y entonces verán que no hace falta prohibir e intervenir. La demanda llegará sola.

 

Como cuando éramos pequeños: “tengo malas notas porque el profesor me tiene manía”.  La declaración de ciertos miembros de la Unión Europea amenazando con prohibir a las agencias de calificación publicar sobre los países de la Eurozona es una rabieta infantil. Dado que no parecen poder ponerse de acuerdo en solventar la crisis de deuda, han tomado el muy socorrido camino del populismo.