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Prestaciones sociales de crisis, estructura estatal de burbuja
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Antonio España

Monetae Mutatione

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Prestaciones sociales de crisis, estructura estatal de burbuja

Probablemente conozcan ustedes la historia del explorador que, caminando por la selva con un yunque en sus brazos, se cruza con otro expedicionario que, al verlo,

Probablemente conozcan ustedes la historia del explorador que, caminando por la selva con un yunque en sus brazos, se cruza con otro expedicionario que, al verlo, le pregunta el motivo de ir cargando con algo tan pesado. Nuestro protagonista le responde que es una medida de protección, si se topa con un león, suelta el yunque y así puede correr más rápido. Pues bien, viendo el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado para 2013, uno tiene la sensación de que el explorador del yunque es Cristóbal Montoro, al cual se lo traspasaron sus predecesores en el Ministerio, Pedro Solbes y Elena Salgado, y se le ha olvidado soltarlo para que los españoles podamos escapar de la crisis.

Y es que, viendo el  proyecto de presupuestos presentado por el Gobierno para 2013, y por más que el Ministro de Hacienda se empeñe en vendernos la dureza de sus ajustes, es patente que seguimos a cuestas con el yunque que cogimos durante los años de vino y rosas de la burbuja. Si observan ustedes con perspectiva las que han sido las cuentas públicas en la última década, podrán ver que los presupuestos que tan austeros les parecen a quienes los han diseñado y tan asfixiantes a oposición socialista y sindicatos, están lejos de haber sufrido “recortazo” alguno. Como ya he comentado en alguna ocasión, los únicos que se han ajustado el cinturón hasta la fecha han sido los ciudadanos y las empresas privadas.

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En efecto, en el 2004 la economía crecía al 3,3% y el fuerte crecimiento de los ingresos públicos asociado permitió expandir el estado y, al mismo tiempo, mantener las cuentas públicas prácticamente en equilibrio con un déficit del 0,3% del PIB, reducir la deuda pública al 46% y todo ello con la prima de riesgo a menos de cinco puntos, es decir, el bono español a diez años cotizaba prácticamente a la par con el alemán.

En aquellos dorados años, cualquier atisbo de una severa corrección era cosa de agoreros y aguafiestas —acuérdense que incluso era frecuente escuchar que se había acabado con los ciclos económicos— y agentes públicos y privados gastaban como si no hubiera un mañana. Pero sí que había un mañana. Y ahora es dolorosamente evidente que aquello no era más que un espejismo basado en la expansión artificial del crédito. En aquella época estábamos sembrando la semilla de la crisis actual.

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Pues bien, si se fijan en el desglose por políticas, podrán comprobar que esas partidas apenas si han variado con respecto a los años de esplendor. Si bien se ha reducido ostensiblemente la inversión en infraestructura, supuestamente productiva si exceptuamos aeropuertos fantasmas, AVEs vacíos y las rotondas del Plan E del gobierno anterior, ésta ha sido más que compensada por el crecimiento del gasto corriente dedicado sostener la estructura elefantiásica del estado. Díganme, ¿dónde está la austeridad si, salvo en infraestructuras, en el resto de partidas seguimos gastando como cuando éramos ricos?

Evidentemente, la mayor dosis de irresponsabilidad corresponde al ejecutivo de Zapatero, con su empeño en ocultar la crisis a los españoles en el año electoral del 2008 y aplicar caducas medidas keynesianas en los años siguientes, que no sólo no han contribuido a alcanzar los resultados buscados —generar empleo y, con ello, crecimiento— sino que han hundido al país en una profunda crisis de deuda. Pero al gobierno de Rajoy le está faltando el coraje y la determinación necesarios para devolver al estado a un tamaño razonable y asumible. Ha optado por el camino fácil de la expropiación del esfuerzo de los ciudadanos, perjudicando aún más a la economía privada y, todo ello, para tampoco conseguir los fines perseguidos. Más nos valdría seguir el camino de Canadá, como acertadamente postulaba ayer McCoy en su columna diaria (La solución a los problemas de España está… ¡en Canadá!).

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Aunque pueda parecer puramente anecdótico, les ofrezco para muestra un botón de lo que puede ser un buen exponente de hasta dónde ha llegado el despilfarro público y el grado de intromisión del estado en las cuestiones privadas. Se trata del Instituto de la Juventud, adscrito al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Este organismo tiene su razón de ser en “promover la igualdad de oportunidades entre los y las jóvenes” (sic), “propiciar la participación libre y eficaz de la juventud en el desarrollo político, social, económico y cultural de España” e “impulsar la colaboración con los restantes departamentos ministeriales y las demás administraciones públicas”.

Es evidente que tan elevada y esencial labor sólo puede dirigirse desde un palacete de tres plantas y 1.400 metros cuadrados en el Paseo de la Castellana, como saben, una de las mejores avenidas de Madrid, más otro edificio de ocho plantas en la calle Ortega y Gasset, a unas manzanas de las tiendas de lujo de la llamada milla de oro. Por cierto, les recomiendo que no intenten buscar en Google por “Instituto de la Juventud”, no vaya a ser que descubran que también hay un Instituto Aragonés de la Juventud, un Instituto Riojano de la Juventud, un Instituto de la Juventud de Extremadura, etcétera, además de institutos municipales de la juventud varios. Un grano de arena, sí. Pero ya saben que grano a grano se hace montaña.

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En el gráfico tienen un posible ejercicio, aunque les invito a que hagan el suyo propio si no están de acuerdo con el orden escogido. En todo caso, fíjense que lo que queda por arriba son fundamentalmente subvenciones. Si Montoro hace el ejercicio y no le gusta lo que le sale por encima de la línea, puede volver a priorizar hasta que esté conforme. Lo que es evidente es que no podemos seguir con el yunque a cuestas, ¿no creen?

Probablemente conozcan ustedes la historia del explorador que, caminando por la selva con un yunque en sus brazos, se cruza con otro expedicionario que, al verlo, le pregunta el motivo de ir cargando con algo tan pesado. Nuestro protagonista le responde que es una medida de protección, si se topa con un león, suelta el yunque y así puede correr más rápido. Pues bien, viendo el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado para 2013, uno tiene la sensación de que el explorador del yunque es Cristóbal Montoro, al cual se lo traspasaron sus predecesores en el Ministerio, Pedro Solbes y Elena Salgado, y se le ha olvidado soltarlo para que los españoles podamos escapar de la crisis.