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2016, de malo conocido a peor por conocer
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Antonio España

Monetae Mutatione

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2016, de malo conocido a peor por conocer

2016 parece que va a estar lastrado por la grave distorsión causada en la economía por la situación política resultante tras los resultados electorales

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Seguramente han jugado alguna vez cuando eran pequeños al teléfono averiado. Como saben, en este juego los participantes se colocan uno junto al otro y van transmitiéndose en cadena un mensaje que inventa el primero en la secuencia. Así, consecutivamente, mediante susurros y sin posibilidad de repetición, la información viaja y se transforma a lo largo de la hilera de jugadores. La diversión está asegurada cuando el último en recibirlo reproduce en alto el mensaje tal y como le ha llegado y lo comparan con el contenido original. Pues bien, algo parecido -y mucho menos divertido- ocurre en la economía, donde los participantes transmiten información con sus decisiones y hay jugadores omnipresentes que las distorsionan: los políticos.

Y es que, según vamos a empezar el año en España, salvo que un improbable rayo de sensatez y auténtico sentido de estado ilumine a nuestros políticos, 2016 parece que va a estar lastrado por la grave distorsión causada en la economía por la situación política resultante tras los resultados electorales. A menos, permítanme insistir, que cunda el raciocinio entre los dirigentes de las fuerzas políticas moderadas -que, recuerden, han obtenido cerca de tres cuartas partes de los escaños- y la ambición personal de sus dirigentes no les lleve a ceder la iniciativa al tercio restante, caracterizado por la alianza entre el radicalismo populista-bolivariano y el deseo de romper la convivencia en España. De no hacerlo, sería una estafa a la democracia y un duro golpe a la recuperación económica.

Volviendo a la economía, la incertidumbre y un eventual retroceso en la libertad económica son las dos vías por las que el escenario político actual puede afectar negativamente a la recuperación que en 2015 había comenzado a tomar velocidad de crucero -gracias a la estabilidad política y también a vientos de cola ajenos a la gestión del Gobierno saliente: tipos de interés cero, bajo precio del petróleo, euro débil. Y es que la incertidumbre y la falta de libertad son los peores enemigos de la economía, pues ambos factores afectan al cálculo económico y distorsionan la información en la que se basan los agentes económicos para tomar sus decisiones.

La incertidumbre y un eventual retroceso en la libertad económica son las dos vías por las que el escenario político puede afectar a la recuperación

El principio básico sobre el que se explica el funcionamiento de la economía no es una relación matemática sino un axioma lógico. A saber, que las personas actuamos con un propósito. Es decir, lo que el economista austriaco Ludwig von Mises bautizó como acción humana implica que actuamos para modificar el presente y sustituirlo por un futuro más satisfactorio. Y para decidir cuáles serán nuestras acciones, recurrimos al cálculo económico, que es nuestra mejor estimación del efecto que tendrán los diferentes cursos de acción que consideramos en cada decisión. La existencia de acción humana implica, pues, un elemento de incertidumbre inerradicable sobre el desarrollo futuro de los acontecimientos. Incertidumbre que, por otro lado, puede ser mitigada o agravada por el entorno institucional.

En el ámbito económico, esta acción con propósito se manifiesta en la función empresarial, que es la capacidad innata que poseemos los seres humanos para descubrir oportunidades de ganancia o beneficio en nuestro entorno y actuar en consecuencia para aprovecharlas. Y al hacerlo, las personas, nos demos o no cuenta, generamos y transmitimos al resto de los agentes implicados en la acción un tipo de información muy particular -tácita y dispersa. Estos la reciben, asimilan e incorporan a sus planes y, de alguna forma, adaptan su comportamiento a las necesidades y circunstancias de los demás. Es por ello que, cuando se ejerce libremente, la función empresarial tiende a coordinar inconsciente y espontáneamente la economía.

Es decir, la economía se mueve y avanza a base de decisiones. Todos los días, a cada hora, en cada minuto, empresarios, directivos, trabajadores, ahorradores, inversores y consumidores evalúan sus alternativas y toman decisiones que, a su vez, son tenidas en cuenta por otros miembros de la sociedad. Gracias a esas decisiones, libremente tomadas, la sociedad se coordina de forma espontánea. Es decir, con sus decisiones de producción, de contratación, de consumo, de inversión o de ahorro, los diferentes agentes económicos generamos información que se propaga por toda la economía y transmite al resto de participantes de la sociedad datos muy valiosos que les permiten seguir tomando decisiones que aumentan el bienestar social.

Por el mismo motivo, cuando la libertad en el ejercicio de la función empresarial se ve comprometida por cualquier forma de coacción institucional -regulaciones, impuestos, prohibiciones, subsidios, etc.-, como en el juego del teléfono averiado cuando un jugador hace trampas, se distorsiona la generación y transmisión de esa información vital para el correcto funcionamiento de la economía. En consecuencia, se produce un severo efecto de descoordinación entre los agentes económicos que, inevitablemente, da lugar al desaprovechamiento de los recursos, las malas inversiones, los cuellos de botella, las pérdidas empresariales y el desempleo masivo.

Les propongo examinar bajo este prisma el impacto en la economía del nuevo periodo político, dado que cada uno de los escenarios posibles introduce un factor diferente de incertidumbre, y a la vez un riesgo de involución distinto en el terreno de la libertad. Seguramente, a estas alturas no les descubro nada nuevo al enumerar las cuatro alternativas, aparte de la repetición de elecciones: Gobierno en minoría (i) del partido más votado o (ii) del principal partido que los ciudadanos han puesto en la oposición -ambos con el apoyo de Ciudadanos-; (iii) alianza de perdedores en un frente popular, y (iv) pacto por la desintegración de España. Alternativas todas que, paradojas del sistema electoral, pasan por la inhibición o por la participación activa de quienes han cosechado sus peores resultados en la democracia.

En el gráfico anterior pueden ver ubicadas en cada dimensión cada una de las cuatro opciones. Los criterios empleados para valorar cada eje consisten en la predictibilidad y consistencia de los programas electorales y solidez del liderazgo para la incertidumbre -a mayor número de formaciones de diferente sustrato ideológico o liderazgo más disperso, mayor incertidumbre-, y en el contenido intervencionista y antieconómico de los programas para el riesgo contra la libertad -incremento del gasto público, subida de impuestos, restricciones a la propiedad privada, etc.

Como ven, el panorama no es muy halagüeño para la recuperación económica. Y una posible repetición de las elecciones nos situaría en un nivel de máxima incertidumbre por un periodo no menor a seis meses, por lo que, o nuestros políticos se dejan de partidismo y ambiciones personales y resuelven esto pronto, o pueden ustedes contar con entre un trimestre y medio año en blanco en términos económicos.

Suele atribuirse al canciller alemán Otto von Bismarck la frase de que nuestro país es indestructible por haber resistido durante siglos nuestros propios esfuerzos por autodestruirnos. Permítanme compartir con ustedes mi temor de que estamos ante otra ocasión donde pondremos a prueba esta peculiar capacidad.

En cualquier caso, les deseo a todos una gran entrada de año y un feliz 2016.

Seguramente han jugado alguna vez cuando eran pequeños al teléfono averiado. Como saben, en este juego los participantes se colocan uno junto al otro y van transmitiéndose en cadena un mensaje que inventa el primero en la secuencia. Así, consecutivamente, mediante susurros y sin posibilidad de repetición, la información viaja y se transforma a lo largo de la hilera de jugadores. La diversión está asegurada cuando el último en recibirlo reproduce en alto el mensaje tal y como le ha llegado y lo comparan con el contenido original. Pues bien, algo parecido -y mucho menos divertido- ocurre en la economía, donde los participantes transmiten información con sus decisiones y hay jugadores omnipresentes que las distorsionan: los políticos.

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