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No reces por mí: págame
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José Luis Losa

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No reces por mí: págame

Los periodistas celebramos el patrón, San Francisco de Sales, en plena transformación debido a los muros de pagos, que refuerzan a los lectores como los jefes que siempre fueron

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias, rodeado de periodistas. (EFE)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, rodeado de periodistas. (EFE)

Hoy es San Francisco de Sales, patrón de los periodistas. Según he leído, este hombre, que llegó a ser obispo de Ginebra (1567-1622), era hijo de dos importantes aristócratas y se doctoró en Humanidades y en Leyes, pero rechazó una prometedora carrera como magistrado y el matrimonio que su padre le había concertado. En su lugar, decidió ordenarse sacerdote. Tres siglos después, en 1923, recibió este reconocimiento patronal por parte del papa Pío XI para destacar su gran capacidad comunicativa a través de la escritura.

Ahora, casi 400 años después de su muerte, coincido con San Francisco de Sales en que esto del periodismo es un 'sacerdocio' al que uno dedica prácticamente su vida. Pero hay otra similitud importante: tanto este religioso como mis actuales colegas y yo mismo tenemos la mala costumbre de comer varias veces al día.

Supongo que a él le pagaba la Iglesia para poder realizar su actividad, por muy vocacional que fuera. Sin embargo, siglos después, nadie parece querer hacerse cargo de estos incómodos periodistas que solo aspiramos a dar un servicio público (la mayoría desde empresas privadas) con el que servir a la sociedad.

Nadie parece querer hacerse cargo de estos incómodos periodistas que solo aspiramos a dar un servicio público

¿Hay solución? Puede que sí. Este pasado año, ha cambiado el mundo en muchos sentidos. Una de esas grandes transformaciones —aunque haya pasado desapercibida ante la magnitud de la pandemia a la que nos enfrentamos— se ha producido en este sector.

El año 2020 se ha convertido en el 'año cero' del nuevo modelo de negocio periodístico. Varias de las principales cabeceras del país —entre las que se incluye El Confidencial— han tomado la importante y valiente decisión de poner en marcha sus muros de pago en internet. Es decir, cobrar por los contenidos que ofrecen en sus distintas plataformas (web, 'app', etc.).

Es valiente, porque supone modificar todos los parámetros existentes. Cambiar definitivamente la cantidad por la calidad. Dejar de estar bajo la tiranía del clic, luchando por tener la mayor audiencia posible para conseguir publicidad con que sobrevivir, y pasar a centrar la batalla solo y exclusivamente en la calidad de la información que un buen grupo de lectores demanda y está dispuesto a pagar por estar bien informado.

Centrar la batalla solo y exclusivamente en la calidad de la información que los lectores demandan

En la última década, la mayoría de los españoles ha pasado de pagar algo más de un euro cada día por su periódico de papel a asumir que la información es algo gratuito en internet por la que no hay que pagar. Es decir, se ha producido el proceso contrario al de la música o la TV. Hace apenas 10 años, España lideraba el 'ranking' de los países más piratas del mundo. Nadie pagaba por descargarse música o películas. Han sido necesarias una legislación clara y una concienciación de los ciudadanos para que hayamos entendido que hay que pagar Spotify, Netflix, Filmin, etc. si queremos aspirar a unos contenidos de mayor calidad que el audiovisual generalista y gratuito.

En la prensa, ha sido al revés. Con esa falta de ingresos, los medios habían pasado de ser pagados por los lectores a ser pagados básicamente por las grandes empresas que se anunciaban, algunas de las cuales no tardaron en pensar que trabajábamos para ellas en lugar de para los ciudadanos. Los propios periodistas, que siempre hemos sufrido las lógicas y legítimas presiones de la profesión y las hemos toreado, empezamos a sentir que teníamos cada vez los pies más atados. ¿Cómo vas a investigar o escribir una información que afecta a la reputación del banco X si sabes que tu empresa depende de su publicidad porque ya no pagan los lectores? ¿Cómo te vas a meter con el Gobierno o la Junta si sabes que su campaña institucional es fundamental para que tu periódico te pueda pagar la nómina?

Todo esto ha cambiado definitivamente desde hace unos meses y está en proceso de implantación un nuevo modelo que puede hacer viables los medios de comunicación y una mayor calidad y libertad para el periodismo. Seguramente, esta profesión ha cambiado para siempre, y puede que incluso a mejor.

Está en proceso de implantación un nuevo modelo que puede hacer viables los medios de comunicación

Ya no necesito que mi información tenga miles de clics y de 'likes' porque yo no aspiro a competir con El Rubius para irme a vivir a Andorra. Me basta con saber que doy una información útil de calidad que paga un importante grupo de lectores influyentes que quieren algo más que la información inmediata y gratuita que se puede encontrar en segundos en las redes sociales.

Por eso, hoy no les pido que recen a San Francisco de Sales, sino que colaboren cuando los periodistas pasamos el 'cepillo'. No hace falta que se rasquen mucho el bolsillo. Un ejemplo: con los más de 30 euros que antes pagaban al mes por su periódico diario en papel, hoy en día se pueden hacer a la vez suscriptores de El Confidencial, de una plataforma de TV y de una 'app' de música (una media de 10 euros cada una). O, mejor aún, se pueden suscribir a sus tres periódicos favoritos y contrastar información y opiniones… No se me ocurre mejor inversión que la de estar bien informado en un mundo como este.

Algunos creerán que esto es predicar en el desierto, como hacían aquellos antiguos misioneros, pero estoy convencido de que en breve será legión el número de 'parroquianos' que apuesten por este modelo periodístico de unos profesionales que, al contrario que nuestro patrón, no somos santos… pero tampoco queremos ser mártires.

Hoy es San Francisco de Sales, patrón de los periodistas. Según he leído, este hombre, que llegó a ser obispo de Ginebra (1567-1622), era hijo de dos importantes aristócratas y se doctoró en Humanidades y en Leyes, pero rechazó una prometedora carrera como magistrado y el matrimonio que su padre le había concertado. En su lugar, decidió ordenarse sacerdote. Tres siglos después, en 1923, recibió este reconocimiento patronal por parte del papa Pío XI para destacar su gran capacidad comunicativa a través de la escritura.

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