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Una patada en los... derivados
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Marc Vidal

Salida de Emergencia

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Marc Vidal

Una patada en los... derivados

Ayer leía el artículo que Cristopher Condon publicaba en el Newsweek de Bloomberg acerca de las hipotecas tóxicas compradas por bancos durante la fase de “rescate”

Ayer leía el artículo que Cristopher Condon publicaba en el Newsweek de Bloomberg acerca de las hipotecas tóxicas compradas por bancos durante la fase de “rescate” a algunas entidades de Estados Unidos. De hecho, la columna comentaba que estos productos ya rinden de manera espectacular, un 36% de media exactamente. En concreto, según se ha podido interpretar del informe oficial “los activos tóxicos de tipo hipotecario han resultado provechosos en más de un triple que los bonos durante el último año”.

A veces pienso que no se quiere informar hasta el fondo. Parece como que con la puntita es suficiente. Resulta que un montón de mierda reconvertida en producto financiero de segunda generación puede ser analizado como un paquete individual independientemente de su origen y coste. Permítanme abrir un paréntesis. Es como si alguien nos quisiera decir que los bonos que ha emitido la Generalitat de Catalunya tienen un rendimiento del 4,75% y por eso son buenos, cuando en realidad, son la traducción de una de las mayores estafas oficiales a las que se ha sometido a los catalanes desde 1714. Ni buena operación ni gaitas, es un crédito sindicado a las arcas públicas de un coste muy caro, es financiación al 7,75. Digamos que la Generalitat de Catalunya se financia con el coste de un crédito al consumo, como si se financiara con tarjetas de crédito montadas la una sobre la deuda de la otra, por que no hay Dios que le deje un céntimo de euro. Pero la versión oficial, la publicada en masa por los medios tradicionales será que es una buena inversión. ¿Cuando contarán que ese montante del 7,75% se deberá pagar con impuestos por parte de todos los catalanes? Lo dado por lo servido. Cierro el paréntesis.

Lo mismo que en Estados Unidos. Supongo que en la compleja y enorme viña del señor hay cosas parecidas. La rentabilidad de los activos putrefactos esos, se visten como si “de la crisis se estuviera saliendo en términos bancarios” cuando la realidad es que cada rescate, cada activo resituado, supone un coste para la Reserva Federal y por derivación para el ciudadano americano. Lo pero es que lo que, cuando le duele el bolsillo a América, al resto nos sienta como una patada en los… derivados.

Veamos el juego retorcido. Por un lado nos dicen que la repercusión del uso financiero de los activos tóxicos genera beneficios, pero por otro se informa de que “cientos miles de ejecuciones hipotecarias en algunos estados habían sido fraudulentas”. Es tremendo pensar que se están desalojando de sus casas a gente que no pueden pagar sus hipotecas cuyo valor es superior al de la propiedad en cuestión. Resulta que esa hipoteca compone un fondo híbrido inservible que conforma un paquete basura junto a otros elementos similares, para que al final, puestos en el sistema de nuevo como producto financiero de tipo “tóxico” sean requeridos por inversores y ejecutivos de cuentas que le revierten un nuevo valor al alza que ya alcanza el triple de lo que se obtiene con unos bonos cualquiera. ¿A que suena a nueva pelota de estiércol acercándose por el horizonte?

La verdad es que asusta pensar que Estados Unidos sigue en manos de gente muy poco dada al riesgo, a asumir sus errores y a poner remedio a la problemática. Obama corre el riesgo de convertirse en un hombre anuncio recorriendo estados proclamando la bondad de sus candidatos a las Midterms, mientras que paralelamente la Reserva Federal sigue emitiendo papelitos verdes a diestro y siniestro, los cajeros escupiendo bonos mentira, las oficinas de colocación descolocando al personal y los brokers de medio pelo insultando a la inteligencia con sus activos tóxicos versión 2.0. La administración americana está enferma, como lo está América. Si sigue así, sin reconocer que lo está va a ponernos a todos en riesgo sistémico otra vez.

Estos días estoy en temas de internacionalización. Algunos de los países en los que estoy trabajando dependen en gran medida de la metrópolis norteamericana. Colombia, Panamá y otros del entorno necesitan un Estados Unidos reforzado, consumista y en crecimiento. Da miedo pensar que si no se supera el bache en el norte, el sur lo va a pagar tarde o temprano por mucho emergente de turno que aparezca. Cuando dicen que son muy diferentes a nosotros, cuando comentan que los emprendedores allí son valientes o cuando se asegura que Sillicon Valley es modelo de excelencia para afrontar un proceso de crecimiento en valor añadido, debemos asumir que es verdad y en gran medida es su  ventaja, pero si nos olvidamos de que lo que está pasando en Estado Unidos es otra cosa que no puede reflejarse solo en eso, tendríamos una visión tóxica del asunto.

Los puertos de la Costa Este, por ejemplo, están en declive por culpa de que sus industrias cierran por centenares cada mes. Es posible que el sector industrial americano esté herido de muerte en muchos estados, además, la impresión de billetes que ha buscado que el mercado oriental su comprador fundamental para financiar unas ayudas que no terminan de producir el efecto obamamente deseado, puede estar fabricando un dólar tan débil que esté ocultando la pérdida de competitividad y de productividad de la economía norteamericana.

Ayer leía el artículo que Cristopher Condon publicaba en el Newsweek de Bloomberg acerca de las hipotecas tóxicas compradas por bancos durante la fase de “rescate” a algunas entidades de Estados Unidos. De hecho, la columna comentaba que estos productos ya rinden de manera espectacular, un 36% de media exactamente. En concreto, según se ha podido interpretar del informe oficial “los activos tóxicos de tipo hipotecario han resultado provechosos en más de un triple que los bonos durante el último año”.

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