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Pocas son las satisfacciones que la renta variable nos ha dado en… ¿media vida? Y de vez en cuando, y sin contar con ello, le ingresan

Pocas son las satisfacciones que la renta variable nos ha dado en… ¿media vida? Y de vez en cuando, y sin contar con ello, le ingresan a uno un dinerillo en concepto de “pago del dividendo” que sabe, como diría la canción, “como uvas en abril”. Salvo excepciones, históricamente, la rentabilidad por dividendo no ha sido lo suficientemente importante como para justificar la inversión en renta variable. Sin embargo, la cosa está cambiando, y mucho.

 

Para empezar, y para que no me malinterpreten, que una compañía pague habitualmente (y no de forma puntual) un dividendo elevado es una mala señal. Una compañía bien gestionada debe de reinvertir en su negocio gran parte de sus beneficios, y si además es capaz de obtener una rentabilidad adecuada sobre sus activos, tomar prestado. Aunque no es políticamente correcto decirlo con la que está cayendo, el apalancamiento moderado es bueno. Por eso la bolsa nunca ha sido especialmente benévola con esas compañías que más que dividendo parecían pagar cupones de bono basura.

 

Tampoco conviene olvidar que los intereses o cupones que una compañía paga sobre su deuda son obligaciones contractuales, pero los dividendos no. Es decir, una empresa no puede dejar de pagar los intereses sobre su deuda sin que medien acciones legales, pero puede perfectamente y sin mediar palabra, suspender el pago de dividendos. Lo cual, en contra de lo que pueda parecer, no siempre es penalizado por el mercado.

 

Al margen de estas obviedades, se está produciendo un hecho en el mercado que al menos los de mis generación, no hemos visto nunca. La necesidad de vender activos líquidos al precio que sea, ha llevado a muchas compañías cotizadas a tocar mínimos históricos. No dudo de la necesidad del mercado de purgar sus excesos y arrastrar a los culpables a las valoraciones que hoy sufren, pero desgraciadamente el mercado no ha discriminado entre unos y otros y se ha llevado a todos por delante. Aunque no lo crean, existen compañías que siguen ganando mucho dinero, que tienen modelos de negocio sólidos y solventes, que tienen liquidez, una deuda razonable y una gran capacidad de generar cash flow. Estas compañías, al igual que las que carecen de todo lo anterior, están a precios de ganga. Pero no solo eso, como consecuencia de la caída, estas “pedazo” de compañias ofrecen además una rentabilidad por dividendo fabulosa. Es decir, que mientras esperas a que el mercado corrija y discrimine entre unas y otras, te está retribuyendo entre tres o cuatro veces lo que un depósito (no siempre más seguro).

 

¿Dónde está el truco? Evidentemente en identificar esas compañias y asegurarse mediante un análisis en profundidad de su capacidad de generar caja y reducir inversión, que no serán de las que recorten o supriman el dividendo. Si no me creen, revisen los resultados de Telefónica.

 

Jose Mª Concejo es director de Allianz Global Investors Europe

Pocas son las satisfacciones que la renta variable nos ha dado en… ¿media vida? Y de vez en cuando, y sin contar con ello, le ingresan a uno un dinerillo en concepto de “pago del dividendo” que sabe, como diría la canción, “como uvas en abril”. Salvo excepciones, históricamente, la rentabilidad por dividendo no ha sido lo suficientemente importante como para justificar la inversión en renta variable. Sin embargo, la cosa está cambiando, y mucho.