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Muevan ficha, el juego ha comenzado
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Muevan ficha, el juego ha comenzado

Algo ha cambiado. Se percibe. Aunque la crisis todavía irá para largo, sobre todo en España donde el desempleo nos seguirá golpeando con fuerza por una

Algo ha cambiado. Se percibe. Aunque la crisis todavía irá para largo, sobre todo en España donde el desempleo nos seguirá golpeando con fuerza por una larga temporada, sentimos que empezamos a tocar suelo. La subida de la bolsa ha sido sensible a esa intuición. Todavía le quedarán periodos de bajada, pero el capital comienza a acercarse a unos mercados en el que las empresas están de saldo y donde se pueden adquirir compañías por un valor inferior a la caja que poseen.

Son ya algunos afortunados los que comienzan a experimentar algunos síntomas característicos del tramo final de las crisis. ¿Hemos tocado fondo? ¿Debemos comenzar a movernos o es mejor permanecer aún quietos? ¿Ha llegado la hora de invertir? Se trata de dilemas, que, aunque suelen inquietarnos, suponen en este caso una auténtica bendición. Porque quien los sufra está vivo para experimentarlos y aún tiene posibilidad de elegir. Otros ya cayeron o están en el desempleo y su película es bien distinta. Tenemos el dilema por delante. ¿Compramos ahora el piso que queremos, la finca que nos gustaría o la empresa que nos interesa o esperamos unos meses? Hasta ahora la decisión correcta fue esperar, porque existían expectativas de bajada. ¿Y ahora? Pues ahora la tendencia comienza a cambiar. Compró mejor el que compró hace un mes que el que compra hoy. Comprará mejor el que lo hace hoy que el que lo deje para mañana. Señoras y señores, un tibio periodo alcista se abre ante nuestras narices.

Alan Greenspan, el admirado y/o denostado expresidente de la Fed, afirmaba que en economía sólo existían dos estados posibles, el de euforia y el de pánico, y que se pasaba de uno a otro sin solución de continuidad. Tenía razón, somos borregos. No, más gráfico aún, constituimos un enjambre que zumba al unísono. Cuando creíamos en la bonanza, competíamos por comprar y endeudarnos. Todos entramos en ese juego alcista que al final, y como no podía ser de otra forma, se demostró letal. La realidad derrumbó nuestro castillo de bienestar virtual. Entramos en pánico, nadie compraba nada. Los bancos se tambalearon, el valor de cualquier tipo de activo se desplomó.

En consecuencia, la actividad decayó hasta mínimos desconocidos mientras que el desempleo se elevaba hasta la estratosfera. Por vez primera en la historia – quizás ocurriera algo parecido en la Gran Depresión – la crisis ha sido global. Nuestro enjambre se unió al resto para constituir una colosal masa presa de un pánico que nos hacía huir hacia el precipicio. Ante la magnitud del colapso, la acción individual de los gobiernos se mostró insuficiente, por lo que decidieron adoptar decisiones más o menos conjuntas. Se bajaron los tipos de interés, se pusieron en marcha colosales estímulos fiscales, no se dejaron caer a los bancos. Parece que esas políticas comienzan a dar sus frutos. El inversor debe actuar frente al dilema que se le plantea. ¿Compra o espera? Pues que compre. Ganará dinero y hará patria, al ayudar a nuestra economía. Muevan ficha señores, el juego ha comenzado.

Las empresas del mañana se están cuajando hoy. Las tensiones, dificultades y limitaciones que está sufriendo el tejido productivo suponen un brutal filtro de selección natural. Las que sobrevivan habrán adaptado sus estructuras a unas condiciones extraordinariamente adversas y estarán preparadas para iniciar una senda de crecimiento sólido. A pesar del desastre económico en el que vivimos, tenemos que tener la suficiente perspectiva para entender que es ahora cuando está naciendo la nueva economía española. Debemos tener confianza en nosotros. Sabremos estar a la altura del reto.

Manuel Pimentel, ex ministro de Trabajo y conferenciante de Thinking Heads

Algo ha cambiado. Se percibe. Aunque la crisis todavía irá para largo, sobre todo en España donde el desempleo nos seguirá golpeando con fuerza por una larga temporada, sentimos que empezamos a tocar suelo. La subida de la bolsa ha sido sensible a esa intuición. Todavía le quedarán periodos de bajada, pero el capital comienza a acercarse a unos mercados en el que las empresas están de saldo y donde se pueden adquirir compañías por un valor inferior a la caja que poseen.