Es noticia
Hora de un ejercicio responsable de la comunicación financiera
  1. Economía
  2. Tribuna
Susi Dennison

Tribuna

Por

Hora de un ejercicio responsable de la comunicación financiera

El comienzo de todo año es tiempo de pronósticos y propósitos. Los pronósticos y augurios  a menudo fallan, tal como señalaba Enric González en su columna

El comienzo de todo año es tiempo de pronósticos y propósitos. Los pronósticos y augurios  a menudo fallan, tal como señalaba Enric González en su columna de El País. Por eso es preferible centrarse en los propósitos, en las cosas que nos marcamos como prioritarias. Más allá de tópicos como el aprendizaje de idiomas ó los cursos de doctorado, es el momento de fijarse en cuestiones más profundas que implican cambios radicales en el ejercicio de nuestras profesiones.

Un buen propósito para el año que comienza es apelar a la responsabilidad a la hora de afrontar nuestro trabajo cada día. Se acusa a periodistas y medios de poca responsabilidad a la hora de informar de la crisis financiera, se les tacha de alarmistas, tremendistas y de tener “poco criterio”, y muchas veces olvidamos que las empresas y su comunicación son las que, en parte, moldean ese criterio. La profesión periodística ha iniciado su debate en busca de fórmulas que mejoren su ejercicio de forma que prime la calidad y el desempeño en un marco definido y con reglas del juego claras.

Los reguladores, igualmente, parecen estar dispuestos a aportar su grano de arena en ese debate. Esbozan y comparten sus consejos con empresas e informadores para evitar que rumores, manipulaciones o filtraciones sean asunto frecuente en la actualidad empresarial.

El ejercicio responsable de la comunicación corporativa y financiera requiere de una serie de principios que es bueno repasar de vez en cuando. No son los 10 mandamientos, y su incumplimiento no resultará en la condena eterna, pero si los aplicamos quizás nos ganemos el respeto de la opinión pública y de la sociedad.

Prudencia y consistencia son dos principios de contabilidad que pueden aplicarse a la comunicación. El primero de ellos no debe ser una moda pasajera resultado de los tiempos que corren, sino que debe apelar al buen hacer y sentido común del empresario que “sabe lo que hace”. El segundo, apela a los fundamentos sobre los que construimos cualquier hecho comunicable de una compañía. Un “equity story” no se sostiene sin datos, una noticia tampoco, y además el interés de los lectores e impacto en la opinión pública marca su recorrido.

La transparencia no supone contar todo, puesto que habrá cuestiones confidenciales que atañen a la empresa y que son sensibles, pero es justo que seamos accesibles y ayudemos a entender e interpretar un determinado hecho.

La mentira puede generar beneficio en el corto plazo pero nos puede condenar en el futuro.

El lenguaje o el cómo contamos las cosas, debe ser claro, conciso y breve, no debemos prodigarnos en largas y vagas explicaciones que muchas veces confunden más que aclaran. Eso de “un ejemplo vale más que mil palabras” es más cierto que nunca.

Al final de todo subyace el respeto mutuo entre empresas e informadores. Esa es, con casi toda seguridad, la primera responsabilidad de todos.

El comienzo de todo año es tiempo de pronósticos y propósitos. Los pronósticos y augurios  a menudo fallan, tal como señalaba Enric González en su columna de El País. Por eso es preferible centrarse en los propósitos, en las cosas que nos marcamos como prioritarias. Más allá de tópicos como el aprendizaje de idiomas ó los cursos de doctorado, es el momento de fijarse en cuestiones más profundas que implican cambios radicales en el ejercicio de nuestras profesiones.