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Deuda, mentiras y campaña electoral
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Deuda, mentiras y campaña electoral

Como tendremos casi otro año de campaña electoral en que el Gobierno no abordará sus responsabilidades y distraerá a la población mediante toda serie de artimañas,

Como tendremos casi otro año de campaña electoral en que el Gobierno no abordará sus responsabilidades y distraerá a la población mediante toda serie de artimañas, desde el insulto directo al adversario al simple uso de la mentira, tal vez sea conveniente que intentemos eliminar algunas falsedades a ver si así logramos que en algún momento nuestros políticos se centren en la gravedad de nuestros problemas económicos.

Hasta ahora, el escaso debate y la peculiar atención que se ha dedicado a la crisis ha consistido en una especie de baile de erizos en que el Gobierno intenta que parezca que la oposición no tiene propuestas al tiempo que consigue que achacarle a ella la dureza de las medidas tomadas (a medias). Por otro lado, la oposición maniobra como puede, evitando quedar como el malo de la película, e intenta que el Ejecutivo atienda sus responsabilidades y tome las medidas correspondientes a una crisis de la que, como veremos, es en gran parte responsable. El resultado de este juego de equilibrios entre poderes clientelares y mediáticos ha sido la pérdida de tres años valiosos, mientras la situación sigue deteriorándose y el margen de actuación se reduce según pasan los días.

Veamos pues algunas de las mentiras económicas a las que acudirá este Gobierno irresponsable:

La burbuja inmobiliaria es culpa del PP

Falso. En realidad, lo que se conoce como burbuja es el proceso final de inflación y sobrevaloración de activos en que se produce una fase de euforia compradora, donde la adquisición de esos bienes pierde toda conexión con su uso natural y con las necesidades que estos satisfacen. Hablamos más bien de un período corto en relación al proceso inflacionario de dichos bienes en el que se pierde toda racionalidad, en que acuden al mercado todo tipo de personajes sin experiencia en el mismo, en que aparecen nuevos instrumentos de financiación y modalidades de contratación de la compra apalancada de dichos activos y donde las transacciones pierden cualquier vinculación con las virtudes económicas más elementales; son momentos en que se generan las expectativas más absurdas y las transacciones son verdaderos timos económicos comprometiendo a futuro, vía endeudamiento, unos supuestos beneficios que son imposibles.

Más allá de lo absurdo de querer hacer control o pedir responsabilidades a un Gobierno de hace más de 8 años, como si por medio no hubiera “gobernado” nadie, veamos que nos dice la estadística de endeudamiento hipotecario de las familias y su relación comparativa con otras variables afines:

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¿Les dice algo la cresta de las curvas?

Pero, ¿acaso se era consciente a finales de 2.003-2.004 del nivel de endeudamiento hipotecario (y total) de las familias y de sus riesgos? Sí, ya entonces había cierta preocupación en ciertos círculos, pero entonces, o no interesaba que se hablara del tema o, como ha resultado ser el caso del actual Gobierno, se acudía a esa verdad económica como otra forma de manipular la opinión pública para llegar al poder. Entonces, como ahora, era impensable que entre finales del 2.003 y marzo 2.004 se tomaran medidas correctivas por estar inmersos en una campaña electoral. Lo que se hizo entonces fue usar argumentos económicos para hacer creer a los votantes que se iba a resolver el tema, cuando en realidad se les traicionó haciendo justo lo contrario, es decir, potenciar la euforia inmobiliaria para llegar a 2.008 con una tasa de paro irreal. Así, los socialistas tendrían su éxito electoral aunque la economía y muchas familias españolas se arruinaran.

Lo que tocaba en 2.004 era hacer más progresiva la deducción por adquisición de la vivienda habitual o eliminarla, pechar progresivamente los beneficios en la compraventa de viviendas en función de su antigüedad de compra, limitar el crecimiento del crédito hipotecario a las familias e incentivar la oferta para que se ajustara a la demanda y a la renta de las familias. En realidad se hizo lo contrario. Si de verdad se quiere buscar los responsables de la exuberancia irracional inmobiliaria, encamínense al Ministerio de Economía y Hacienda socialista y sigan hasta el Banco de España. Adivinen quien repite.

Nuestra crisis es culpa de la “situación” internacional

Entre finales de 2003 y marzo de 2004 era impensable que se tomaran medidas correctivas por estar inmersos en una campaña electoral. Lo que se hizo entonces fue usar argumentos económicos para hacer creer a los votantes que se iba a resolver el tema, cuando en realidad se potenció la euforia inmobiliaria para llegar a 2008 con una tasa de paro irreal

Falso. Sabemos que este Gobierno, en su irresponsabilidad, insiste en que no es responsable de nada, pero evadirse de las particularidades españolas de nuestra crisis es simplemente hilarante; puede que su electorado más irracional se crea sus mentiras, pero al español medio van a tener muy difícil colársela. Lo correcto, en nuestro caso, es centrarse en nuestro particular proceso al que la crisis internacional puso fin.

Una de las mayores carencias del debate de la crisis es obviar que toda burbuja de activos tiene su génesis en otra de deuda: es allí donde hay que buscar el origen de la misma y donde mejor se puede estimar su dimensión. Una forma de saber si se vive una burbuja de crédito es ver el crecimiento del endeudamiento y compararlo con el PIB nominal; en la medida en que la deuda crece disparada a una tasa por encima de la del valor del crecimiento nominal de la producción de la economía (PIB nominal) estaríamos en territorio de burbuja. Centrarse solo en los precios de los activos es un error, ya que eso solo mide una de las dimensiones del fenómeno, lo que hay que ver es el valor total (precios por cantidad) y eso nos lo indica la valoración de la contrapartida del valor de los activos, es decir, el pasivo y en concreto la deuda (círculo rojo del siguiente gráfico). Igualmente es un error ver solo el endeudamiento de las familias, aunque ellas son las que más sufren la crisis; es necesario ver también el endeudamiento empresarial y no solo del sector de la construcción, ya que la burbuja de deuda lo infecta todo, incluso falsea el déficit del Estado. Véanos de nuevo que dice la estadística:

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En el año 2.006, tercero de la era socialista, se llegó a la locura de que, mientras el PIB nominal (línea naranja) crecía al 7,7%, el endeudamiento privado creció a casi el 23% anual (línea azul) y el endeudamiento total un aparente 17%; digo aparente, pues por la misma burbuja de crédito parte de los ingresos públicos eran producto indirecto de esa locura crediticia, y el supuesto superávit público, además de ser mentira (otra), se consiguió en parte con aumento de la presión fiscal. Así tenemos que, entre 2.004 y 2.008 el endeudamiento total pasó de 1,8 billones de euros a 2.9, o sea, el equivalente al 100% del PIB del 2.008 (con la tasa de crecimiento del último año del PP hubiera sido la mitad); no me digan que un billón de euros no es un “buen” empuje electoral, y luego, ya se vería, como si hay que contar mentiras. Las medidas correctivas para evitar ese desastre anunciado son similares a las comentadas en el punto anterior y los responsables de no hacerlo son los mismos.

Culpar al entorno internacional sería tanto como culpar a un sector privado que se vio abandonado, si no engañado, por sus instituciones, algunas de las cuales casi fueron creadas ex profeso para protegerle de esa monstruosidad económica y no lo hicieron.

Es que no se podía crecer de otra forma

Falso. En el cálculo del crecimiento económico las transacciones de activos “viejos” (y no solo de viviendas) tienen, como es correcto, una aportación mínima en el cálculo del PIB, y buena parte del  endeudamiento señalado fue un puro cambio de propietarios. En cuanto a los activos nuevos financiados con la otra parte de ese endeudamiento, simplemente decir que sí, que se incluyen total o parcialmente en el cálculo y que inflaron el PIB nominal, que trajeron un crecimiento real desequilibrado y aportaron más insolvencia en balances de los agentes económicos. Había otra forma de crecer pero no se hizo simplemente por razones electorales y por intereses particulares.

Tras ocho años de dejación y manipulación económica-electoral al servicio de ambiciones personales y de un proyecto político disparatado, al próximo Gobierno le dejarán tal muerto que lo mejor que puede hacer es ir acostumbrándose a que tendrá que inmolarse políticamente. Como tengamos la mala idea de mentirnos y escojamos, como nos adelantaba en este medio Antonio Zarzalejos, un Gobierno débil, sea tripartito o no, o que algún agente extraño vuelva a intervenir en la campaña electoral y consiga torcer el resultado para que se parezca al actual desgobierno, tendremos asegurado un futuro a la portuguesa. Lo que se requiere es un cambio a un gobierno responsable y fuerte, que asuma que por sacarnos del foso puede perder elecciones y que tendrá que tomar tal cantidad de medidas impopulares que prácticamente cavará su tumba electoral; no debería ser así, si no que deberíamos premiarle por su responsabilidad, pero ese es el estado de cosas que el actual debate económico traduce en términos electorales. De momento parece que el señor Rajoy lo tenía asumido en marzo de este año cuando dijo: “Si en los seis primeros meses al frente del Gobierno no me montan tres huelgas generales, será que no lo estoy haciendo bien”. Veremos.

Cierto es que todos los elementos comentados, cada gráfico, cada dato, cada variable y cada conclusión tienen matizaciones, solo que entonces no podría resumirles un informe de veinte páginas en un artículo de unas 1.500 palabras, o en cuatro páginas con dos gráficas. Creo que al menos lo esencial está dicho.

*Luis Riestra Delgado es economista.

Como tendremos casi otro año de campaña electoral en que el Gobierno no abordará sus responsabilidades y distraerá a la población mediante toda serie de artimañas, desde el insulto directo al adversario al simple uso de la mentira, tal vez sea conveniente que intentemos eliminar algunas falsedades a ver si así logramos que en algún momento nuestros políticos se centren en la gravedad de nuestros problemas económicos.

Crisis Burbuja inmobiliaria