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Cambio de régimen en las finanzas: la UE abraza el 'fintech'
El vicepresidente de la Comisión, Valdis Dombrovskis, reunió a los servicios financieros europeos para ponerse en cabeza de la revolución del 'fintech', un cambio con serias consecuencias para el sector
Hasta ahora, la intersección de finanzas y tecnología, llamada 'fintech', parecía que solo interesaba a jóvenes visionarios. Pero este asunto acaba de ser elevado a los altares institucionales por la Comisión Europea, que lo ha colocado en la punta de su estrategia.
El pasado jueves, el vicepresidente de la Comisión, Valdis Dombrovskis, reunió en Bruselas a la flor y nata de los servicios financieros europeos para ponerse en cabeza de la revolución del 'fintech'. El lema de la reunión no dejaba lugar a dudas y consistía en una pregunta singular: “¿Es la regulación europea adecuada para las nuevas tecnologías financieras?”. Singular porque Dombrovskis es precisamente el responsable de regulación financiera. Algo que implica un repentino cambio de régimen con muy serias consecuencias para el sector.
Entre las fuerzas que han empujado a la Comisión hacia esta pregunta se cuenta, desde luego, la realidad obvia del menor coste que tiene vender servicios financieros por internet que hacerlo físicamente. Lo resumió la eurodiputada Cora Van Nieuwenhuizen, diciendo con crudeza que en el festín del 'fintech' se puede elegir entre ser un comensal o ser el primer plato. Tomando nota, los grandes grupos financieros también apoyan a la Comisión poniendo de manifiesto la necesidad de un cambio.
Por ejemplo, Beatriz Giménez, directora ejecutiva de Estrategia digital del BBVA, explicó que “la innovación tendría que estar en el alma de las entidades 'start-ups' y de bancos. A todos se nos tendría que permitir innovar”. Los impedimentos son de todo tipo. Por ejemplo, otros responsables financieros señalan que en Europa los requisitos prudenciales no permiten a los bancos considerar como inversión los gastos en 'software', mientras que los bancos estadounidenses sí pueden capitalizarlos con notables consecuencias en términos de las reglas de Basilea. En servicios de pago, existe la obligación de identificar físicamente a los nuevos clientes, cuando existen tecnologías que permitirán hacerlo electrónicamente. Esto impide captar clientes en Zaragoza desde Madrid, “mientras que el mercado digital consiste en poder comprar productos en América desde el sillón de casa”.
"La innovación tendría que estar en el alma de las entidades 'start-ups' y de bancos. A todos se nos tendría que permitir innovar”, reflexiona Giménez
La Comisión Europea ha entendido tan claramente esta visión que ha creado un 'taskforce' para el 'fintech', presidido a medias por los financieros de la Dirección General Fisma y los expertos en tecnología de la Dirección General Connect. Fruto de su trabajo, el vicepresidente también presentó el jueves un plan de acción sobre servicios financieros, con el 'fintech' como solución principal para la escasa vigencia del mercado único en este terreno. En paralelo, también el jueves lanzó una consulta pública para llevar más allá su estrategia.
Todo esto tiene mucho de 'mea culpa' por parte de los responsables europeos, que hasta aquí no habían puesto la vista en el impacto de la tecnología para los servicios financieros. Y con este cambio de rumbo ponen cuestión a muchos que hasta ahora parecían omnipotentes. El propio vicepresidente Dombrovskis se preguntaba hasta qué punto los actuales reguladores tienen la actitud y habilidades necesarias para gestionar un mercado financiero digital. Quizás incluso no sean capaces, ya que la propia idea de supervisar exige un sujeto, como una empresa, a la que se pueda inspeccionar. Pero muchos servicios digitales carecen de sujeto centralizado, como los préstamos 'peer-to-peer', basados en 'smart contracts', por no hablar del 'bitcoin'. ¿Cómo se supervisa centralizadamente algo descentralizado?
Quizás el camino sea el del Reino Unido, cuyos reguladores reconocieron hace dos años que no sabían lo suficiente. Mientras otros países deniegan licencias por ese motivo, los británicos inventaron el famoso 'sandbox', o banco de pruebas: otorgan licencias limitadas a empresas innovadoras que les permitieran ver en vivo su funcionamiento para entender cómo regularlas. Este enfoque ha creado un vivero de empresas muy innovadoras a las que el Brexit ahora expulsa del Reino Unido. Gracias a la iniciativa de la Comisión, ahora es posible que encuentren una jurisdicción semejante a la que abandonan.
Avanzar el 'fintech' pone también en cuestión la seguridad. El profesor italiano Roberto Baldoni afirmó que en ciertos sectores no hay diferencia entre la economía real y el ciberespacio. Por ejemplo, se vende más música por internet que en tiendas físicas. El caso es que la seguridad del mundo real depende, en última instancia, de la policía, pero ¿quién protege el ciberespacio? Hasta ahora, la ciberseguridad es privada y cada uno se las arregla como puede. Incluso por ley, en países como Bélgica las entidades financieras tienen que pasar una auditoría sobre resistencia de sus sistemas frente a ciberataques. Algo que coloca el peso del esfuerzo en las víctimas, como si fuera también obligatorio ir armado por la calle.
Y desde luego la decisión de la Comisión Europea pone la pelota en el tejado de los gobiernos que a partir de ahora no sigan esa línea. Por ejemplo, no es posible que Bruselas ponga a trabajar juntos a sus expertos en tecnología con los de finanzas, mientras en España cada uno sigue remando por su lado.
Hasta ahora, la intersección de finanzas y tecnología, llamada 'fintech', parecía que solo interesaba a jóvenes visionarios. Pero este asunto acaba de ser elevado a los altares institucionales por la Comisión Europea, que lo ha colocado en la punta de su estrategia.