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El talento siempre debe ser remunerado
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El talento siempre debe ser remunerado

Cuando unas prácticas no son remuneradas, se limitan las posibilidades de acceso, excluyendo a quienes no tienen la suerte de contar con economías capaces de financiar periodos sin ingresos

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Hace unos días, escuchábamos a la defensora del Pueblo de la Unión Europea, Emily O'Reilly, declarar, ante la queja recibida de una joven austríaca que había realizado prácticas no remuneradas en una delegación europea en Asia, que cuando unas prácticas no son remuneradas se están limitando las posibilidades de acceso a las mismas, excluyendo, de hecho, a todos aquellos jóvenes que no tengan la suerte de contar con economías personales o familiares capaces de financiar periodos más o menos prolongados sin ingresos.

Como director general de la Fundación Universidad-Empresa, no puedo sino apoyar completamente las declaraciones de O’Reilly. En los últimos 35 años, la fundación ha proporcionado la oportunidad de realizar prácticas en empresas a más de 60.000 universitarios, lo que nos convierte en la institución española con mayor experiencia en la gestión de prácticas para universitarios en España. La remuneración ha sido condición indispensable en todas ellas.

Es indudable que las prácticas constituyen una parte esencial de la enseñanza superior (tanto universitaria como de formación profesional) y que son, sobre todo, elemento clave para la adquisición de competencias profesionales, la mejora de la empleabilidad y el acceso al mercado laboral de los jóvenes profesionales. Ahora bien, esto no justifica que se ofrezcan prácticas a cualquier precio, o lo que es peor, a precio cero, como ocurre en numerosas instituciones públicas, según diversas noticias publicadas en los últimos días.

Para que las prácticas sean motor del desarrollo profesional de los jóvenes y un excelente vehículo de movilidad social, estas deben ser remuneradas

Desde la Fundación Universidad-Empresa, no solo abogamos por unas prácticas de calidad que aporten valor real, sino que además apelamos a la responsabilidad social de todos los actores implicados (empresas, instituciones, universidades…), para que esas prácticas estén a disposición de todos los posibles beneficiarios en igualdad de condiciones, es decir, con independencia de su nivel económico. Para que las prácticas profesionales sean motor del desarrollo profesional de los jóvenes que las realizan y, además, un excelente vehículo de movilidad social, estas deben ser remuneradas.

En este sentido, coincido con el profesor Juan Martínez Barea cuando defiende “la democratización de oportunidades, donde la única competencia está basada en el mérito, el talento y el esfuerzo”. Estos tres valores son precisamente los que guían a los profesionales de la fundación a la hora de diseñar y desarrollar programas que mejoren la empleabilidad de los jóvenes y facilitar su acceso al mercado laboral.

Desde esta tribuna, quisiera expresar mi deseo de que sean cada vez más las organizaciones que compartan esta visión, y también mi agradecimiento a todas las empresas españolas responsables y comprometidas con el empleo joven que ya apuestan por la incorporación de talento de calidad y con calidad, ofreciendo prácticas remuneradas a nuestros universitarios.

Demos por tanto al talento universitario el valor que se merece, sin olvidar que su trabajo —aunque sea en prácticas— debe estar siempre remunerado.

*Fernando Martínez Gómez, director general de la Fundación Universidad-Empresa.

Hace unos días, escuchábamos a la defensora del Pueblo de la Unión Europea, Emily O'Reilly, declarar, ante la queja recibida de una joven austríaca que había realizado prácticas no remuneradas en una delegación europea en Asia, que cuando unas prácticas no son remuneradas se están limitando las posibilidades de acceso a las mismas, excluyendo, de hecho, a todos aquellos jóvenes que no tengan la suerte de contar con economías personales o familiares capaces de financiar periodos más o menos prolongados sin ingresos.

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