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La paradoja de los impuestos
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La paradoja de los impuestos

El sistema impositivo no es distributivo. Incrementando los impuestos, sin una reforma previa, lo que se consigue es incrementar el fraude y las desigualdades de renta

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Digámoslo con claridad desde el inicio: en la actualidad, en la Europa Mediterránea, y especialmente en España, aumentar los impuestos directos sobre la renta, las sociedades y la actividad económica significaría incrementar las desigualdades sociales y reducir la capacidad de generar ingresos públicos para invertirlos en una mejor distribución social de la riqueza. La idea preponderante en relación a que la imposición directa, en particular el impuesto sobre la renta, distribuye socialmente la renta ha resultado ser empíricamente falsa.

En España, según el sindicato de técnicos de Hacienda, existe un fraude fiscal cercano al 25%, del cual alrededor de un 70% corresponde a las grandes fortunas. La conclusión no puede ser más evidente: el sistema impositivo no es distributivo. Incrementando los impuestos, sin una reforma previa, lo que se consigue es incrementar el fraude y las desigualdades de renta. Es sorprendente, pero empíricamente demostrado, que la economía española es más distributiva o igualitaria antes del pago de impuestos que después. Es decir, en las actuales condiciones, más fiscalidad significa más desigualdad social.

Foto: Un dependiente cuenta billetes de 50 euros en un local de cambio de divisas. (Reuters)

Por otro lado, se ha demostrado reiteradamente que en España el gasto público social sí es claramente distributivo, es decir, contribuye a la nivelación de rentas y, sobre todo, a la igualdad de oportunidades. Es decir, la obtención de ingresos públicos incrementa las desigualdades, y en cambio el gasto o la inversión de estos genera mayor igualdad social. Ahora bien, si lo consideramos globalmente, el sistema fiscal resulta ligeramente regresivo en relación con la igualdad social, debido al mayor efecto no distributivo de la recaudación de impuestos, sobre el impacto distributivo del gasto. En consecuencia, el tema crítico para la economía española es cómo reducir el pago de impuestos e incrementar el gasto, o lo que es lo mismo: ¿se puede reducir el pago de impuestos directos e incrementar los ingresos públicos? Al contrario de lo que pueda parecer, no es una contradicción antagónica, es una paradoja posible y deseable. ¿Cómo lograrla?

El tema crítico para la economía española es cómo reducir el pago de impuestos e incrementar el gasto

1. En primer lugar, se trata de abandonar las soluciones intentadas y fallidas, y buscar soluciones más ajustadas al conocimiento empírico. En este sentido, es necesario entender que la solución represiva es insuficiente y poco adecuada. Hay que reconocer que existe entre los contribuyentes un umbral de riesgo, del que no se habla. Este umbral relaciona, por un lado, el civismo y la percepción de riesgo que significa saltarse la ley por parte de los contribuyentes y, por otro, la pérdida de su nivel de renta en forma de impuestos. Cuando las cantidades económicas a pagar superan un nivel determinado, el umbral de riesgo desciende y el contribuyente está más dispuesto a defraudar. Por ello, una rebaja del tipo impositivo puede lograr que la gente pague más.

2. Es necesario abandonar ideología y posicionamientos generales sobre impuestos e identificar por sus efectos prácticos los impuestos que debemos rebajar y los que podemos incrementar. Sin duda, hay que rebajar los tipos impositivos sobre la renta porque los actuales tipos generan fraude y desigualdad social, también los que gravan la actividad económica porque retraen el desarrollo del PIB y los puestos de trabajo, y también los impuestos sobre sociedades que reducen la inversión empresarial. Es necesario rebajar los impuestos directos que gravan directamente la obtención de riqueza, puesto que de lo que se trata es de que esta aumente, y pueda distribuirse con mayor equidad.

Foto: La ministra de Hacienda María Jesús Montero (i) conversa con el diputado popular y exministro Cristóbal Montoro. (EFE)

3. Para distribuir la riqueza con mayor igualdad, se deben incrementar los impuestos indirectos, que no gravan la producción de riqueza sino el uso que se hace con esta riqueza. En especial, deberían aumentarse los que gravan el consumo suntuario o de lujo y suntuoso. Está claro que, con más o menos fraude, lo que sí hacen las clases bienestantes es gastar más y sobre todo gastar diferente que los sectores más humildes. El gasto, y en especial el tipo de gasto que refleja el 'poderío' social o el estatus de las personas adineradas, es algo a lo que los sectores adinerados no van a renunciar. Los impuestos indirectos —diferentes al consumo para cubrir las necesidades básicas en la sociedad contemporánea, en las que incluyo la educación, la salud y la cultura— son un buen campo para un aumento impositivo que no generaría conflictividad social ni fraude.

Con más o menos fraude, lo que sí hacen las clases bienestantes es gastar más y gastar diferente que los sectores más humildes

Una política basada en la reducción de impuestos directos e incremento de los indirectos favorecería, en las actuales condiciones, el desarrollo, la generación de empleo y la cohesión social.

*José Maria Pascual Esteve. Licenciado en Ciencias Económicas y doctor en Sociología.

Digámoslo con claridad desde el inicio: en la actualidad, en la Europa Mediterránea, y especialmente en España, aumentar los impuestos directos sobre la renta, las sociedades y la actividad económica significaría incrementar las desigualdades sociales y reducir la capacidad de generar ingresos públicos para invertirlos en una mejor distribución social de la riqueza. La idea preponderante en relación a que la imposición directa, en particular el impuesto sobre la renta, distribuye socialmente la renta ha resultado ser empíricamente falsa.