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El 'compliance' frente al 'cumplo-y-miento'
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Loreto Corredoira

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El 'compliance' frente al 'cumplo-y-miento'

Crece en Europa la idea de que, frente a la corrupción, se debe exigir 'amablemente' el cumplimiento de las normas legales que garantizan la función pública de las instituciones

Foto: Imagen de xdfolio en Pixabay.
Imagen de xdfolio en Pixabay.

¿Es esto algo distinto a la ética o a los principios del derecho que ya desde Aristóteles incorporamos en las sociedades democráticas? Veamos.

La CNMC —gran regulador de los mercados, también con sección específica para el audiovisual— ha abierto una consulta pública sobre la oportunidad de incluir esas normas de cumplimiento. ¿Qué son? Son normas de cumplimiento o 'compliance' que se definen como “herramientas que permiten a los operadores económicos prevenir y detectar su participación en conductas ilícitas, susceptibles de generar responsabilidad penal y administrativa y afectar a su reputación. Entre estas conductas se incluyen las prácticas contrarias a las normas de la defensa de la competencia, cuya infracción genera un rechazo social en aumento por su perjuicio al bienestar del conjunto de la sociedad”.

Es muy encomiable la tarea de la CNMC y la pedagogía que está haciendo en este campo. Asistí hace dos semanas a las sesiones sobre el 'buzón' del informador que se exige en la directiva europea (apodada 'whistleblowing') que obligará en dos años a toda empresa con más de 50 empleados a tener canales de denuncia protegiendo al que filtra algo que la empresa o institución hace mal. Bueno será irlo adelantando.

Foto:  Foto: Pixabay Opinión

Se elaboran y proponen a los distintos sectores económicos por parte de la Comisión Nacional de Mercados y Competencia “en virtud de sus atribuciones, con el fin de facilitar a los ciudadanos el conocimiento y el desempeño de la normativa en relación con la defensa de la competencia”, es decir, para facilitar a todos conocer mejor las leyes y guías de buenas prácticas para evitar su constante o al menos consciente violación. En Europa, un gran tema y garantía para los ciudadanos es la protección de datos personales. Edward Snowden —que filtró los abusos de la NSA norteamericana—, en Europa, con esta directiva, no tendría que haber huido: destacó la vigilancia masiva e ilegal de datos. De traidor a héroe.

Algo nos ocurre con la verdad. Se ha negado tanto que decimos estar en la era de la posverdad, y casi todos sentimos ese mareo. Un barco que navega entre confesar la verdad o el ocultamiento. Vean el resultado en las vidas de los empleados de Cambridge Analítica por los abusos de Facebook en las campañas electorales, o el oftalmólogo Li Wenliang, que alertó del coronavirus y que falleció pese a sus 37 años. Quince días de silencio claves en la expansión de esa gripe.

¿Se puede exigir o regular la confianza?

Si algo nos ha dejado la crisis financiera de 2008, es una crisis de confianza en las instituciones —en el sistema electoral, en el juego de partidos, en el funcionamiento de los órganos de control del Estado (Tribunal de Cuentas, Junta Electoral Central)—, cuando no en el poder judicial.

Foto: Un 'stand' promocional de Canal Denuncias.

Dice la CNMC que "los programas de cumplimiento o 'compliance', para que sean verdaderamente efectivos, deben garantizar, a través de una serie de instrumentos, mecanismos y actuaciones, la existencia de un verdadero compromiso. Es decir, que se traslade al proceso de toma de decisiones cotidianas tanto de las personas físicas que, en nombre o representación de hecho o de derecho de la empresa, participan en el tráfico mercantil, como del conjunto del personal de la empresa". Además, dichas herramientas deben permitir detectar o prevenir prácticas restrictivas de la competencia.

Dudo que el arreglo de dicha crisis se resuelva solo con 'herramientas' para hacernos mejores gestores, mejores personas, mejores ciudadanos, pero lo que sí es cierto es que evitarán lamentaciones ante las próximas tropelías y los responsables de determinadas decisiones podrán ser encausados penal o administrativamente por ignorarlas.

Están ya en marcha, desde hace años, aquellas que mejoran la transparencia de las instituciones, el registro de datos, patrimonio, conflictos de intereses. Ahí sí, pero ¿funcionan? A la vista del caso que salta esta semana en la Junta Electoral Central, no parece que del todo.

Foto: Imagen de OpenClipart-Vectors en Pixabay. Opinión

Convendrán conmigo los lectores que, si hemos llegado a tener que regular y exigir a las empresas que haya buzones de 'alerta' donde no se castigue al informante es que el nivel ético está muy bajo, y que el derecho ha tenido que intervenir en lo privado más allá de lo que es bueno para las libertades.

El valor de la conciencia

Además de leer o releer la 'Ética' de Aristóteles o a Hanna Arendt, sugiero dos antídotos éticos que deben ser el aceite que engrase esas herramientas de 'compliance'.

Uno, recuperar el valor de la palabra dada, sea juramento o promesa, o sea, un simple contrato de buena fe. Nos entretenemos en cotillear si este ministro o cargo público jura o promete, como si fueran actos distintos. Prometer es “cumplir con rectitud y fidelidad” o “asegurar o afirmar la verdad de lo que se dice”, y jurar es “prometer poniendo a Dios por testigo”, que como acción es idéntica aunque para un creyente sea para subir nota, pero digamos que después de un notable muy, muy alto.

Hay termómetros que miden esa palabra dada en el derecho constitucional, esencia de lo público. En algunos países (como Estados Unidos o Brasil) tienen el proceso de 'impeachment' a los presidentes por mentir que, al menos, les avergüenzan. En España, eso no se contempla (tan solo una moción de censura podría revertir la mayoría parlamentaria que eligió al presidente). Solo en caso de grave traición podría juzgarse al jefe del Ejecutivo, una vez levantada la inmunidad y solo ante el Supremo. En positivo, un Gobierno puede revalidar su confianza del Parlamento mediante la cuestión de confianza.

Foto: Pleno del Consejo de Estado encabezado por el anterior presidente, José Manuel Romay Beccaría.

Sin ánimo de abrumar, también se mide o exige la verdad en lo penal en caso de 'falso testimonio' o 'perjurio' para el testigo que miente en un juicio (art. 458 del Código Penal).

En el ámbito universitario —desgraciadamente, también con casos sonoros de plagio o falsificaciones—, se están incorporando procesos que no devuelven la confianza, al menos a mí, sino que perpetúan el 'cumplo-y-miento', frente a la lealtad en la palabra dada. Las tesis siempre han sido o tenido que ser originales; ahora importa a algunos más el tanto por ciento de copia que detecta el 'software' antiplagio. Hemos reducido la confianza y el prestigio —en algo tan básico como clave, como es leer lo que se nos presenta— en hacer clic en una casilla.

Dos, rescatar del olvido la importancia de la conciencia personal en todo lo que hacemos, sea a la vista o no.

Recordaba con los alumnos de Publicidad la semana pasada esa escena final de 'Vencedores o vencidos'. Los dos jueces conversan en el calabozo (véase esa escena en YouTube). El condenado en Nuremberg, agradecido pese a la condena al presidente del tribunal, decía: “Aquella pobre gente… Aquellos millones de personas…. Jamás supuse que se iba a llegar a eso, debe usted creerme”. Y la respuesta: “Se llegó a esto la primera vez que usted condenó a muerte a un hombre sabiendo que era inocente”.

Eso: sin conciencia, no hay herramientas que valgan.

¿Es esto algo distinto a la ética o a los principios del derecho que ya desde Aristóteles incorporamos en las sociedades democráticas? Veamos.

CNMC