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La economía ante el Covid-19

Sectores importantes para España como el del automóvil, el turismo, el transporte y la hostelería, entre otros, están siendo golpeados

Foto: Benidorm se queda "triste y sola". (EFE)
Benidorm se queda "triste y sola". (EFE)

Al contrario que en la crisis económica de 2008, la crisis del Covid-19 es un 'shock' epidémico que inicialmente se transmite a la economía real y en segundo lugar a los mercados financieros. Muchos actores de la oferta de la economía son sacudidos por un cierre forzado de actividad, que les mete en el congelador durante un período todavía indeterminado. Era éste un escenario francamente difícil de imaginar tanto por 'policy makers', economistas, el mundo empresarial y la sociedad en su conjunto. Por eso las recetas tenemos que ir cocinándolas sobre la marcha. Pero ahí estamos, y un país como España está siendo muy afectado, en lo epidémico y también en lo económico. Sectores importantes para España como el del automóvil (dependiente de las colapsadas cadenas de montaje globales), el turismo, el transporte y la hostelería, entre otros, están siendo golpeados. Estamos hablando de empresas grandes, pymes, autónomos y establecimientos, parte muy relevante del tejido empresarial y comercial. Muchas personas afectadas y muchos problemas que solucionar.

Como punto de partida, y dada la naturaleza de la crisis, hay que ayudar de la manera más directa posible a nuestro sector empresarial y comercial. Las bajadas de tipos de interés de EEUU no han servido y tampoco se trata de hacer un plan de inversiones públicas. No estamos ante un problema de demanda agregada, sino de una oferta congelada durante un tiempo. Debemos mantener las constantes vitales de estos sectores en este periodo para que cuando salgan del congelador puedan funcionar como antes –algo complicado, pues la actividad económica se caracteriza por la inercia–.

Como punto de partida, y dada la naturaleza de la crisis, hay que ayudar de la manera más directa posible a nuestro sector empresarial y comercial

Un nuevo escenario

Nos encontramos por tanto en un escenario nuevo, un territorio inexplorado para la política económica: cómo hacer rebotar la economía después de una caída temporal, pero muy brusca. Lo primero son las medidas sanitarias. Cuanto antes se erradique la epidemia, antes se podrá reabrir todo. Dada la situación de España desde la semana pasada, el confinamiento parece lo más apropiado. Junto con esto, se debería invertir más dinero en hacer test y aislar así a los infectados y a sus contactos. Otros países han evitado cerrar el país con estas medidas. Nosotros ya vamos tarde, pero podríamos reabrir antes si se consigue establecer –y financiar– una estrategia de test agresiva.

En segundo lugar, es fundamental mantener a flote todas las empresas y establecimientos afectados, que son muchísimos. En Dinamarca, por ejemplo, el Estado directamente les va a pagar el 75% de los salarios de los empleados de todas las empresas y establecimientos obligados a cerrar temporalmente con la condición de que no despidan y reabran. Nosotros no somos Dinamarca, claro está. Ni los niveles de infección son tan bajos, ni somos un país tan pequeño, ni tenemos una deuda sobre PIB tan baja –en su caso está en torno al 35%, frente al 100% en España–. En cualquier caso, las medidas que se anunciaron el martes en España parecen sensatas. Entre ellas, destaco el avalar créditos a empresas con activos públicos. Estas garantías harán que fluya el crédito, pues los bancos tienen fondos para prestar, pero es importante garantizar la solvencia de prestatarios sacudidos por la crisis. Hay otras medidas, como moratorias fiscales, que tienen sentido en nuestro escenario. Agravarán el déficit público, pero claro, la situación es excepcional, será algo temporal y la Comisión Europea lo está descontando ya.

Foto: Luis de Guindos y Christine Lagarde, vicepresidente y presidenta del BCE. (Reuters)

El plan fiscal anunciado en España es de 200.000 millones, un 20% del PIB –por dar perspectiva, el famoso rescate bancario de España fue justo de la mitad–. ¿Nos lo podemos permitir? Nuestra deuda pública saltaría del 100 al 120% del PIB. Y ahí entra una clave, y esperemos que no incógnita, de la ecuación: Europa. Debería tomar la iniciativa para permitir una financiación en la que se compartan los riesgos a nivel europeo –eurobonos, préstamos del Banco Europeo de Inversiones a las empresas afectadas (pagaderos en un período muy amplio de tiempo) o instrumentos similares–. Por su parte, el Banco Central Europeo ya ha tomado nota de la severidad de la crisis. Comprará activos financieros por valor de 750.000 millones de euros, para así evitar la fragmentación financiera –las primas de riesgos de bonos soberanos periféricos estaban volviendo a las andadas–, salvaguardar el euro, y proporcionar liquidez al sector financiero.

Las primeras indicaciones del impacto en PIB de esta crisis asustan: dos dígitos negativos de crecimiento de PIB en el primer y segundo trimestre del año. Sin embargo, en un escenario positivo, el tercer trimestre también rebotaríamos con dos cifras –incluso mayores–. Detrás de los números, estimaciones, estrategias gubernamentales y políticas públicas de carácter subsidiario están las personas, que en última instancia serán las que sacarán adelante esta crisis. Por ello, es también este un momento importante de volcarnos con los más afectados –sanitaria y económicamente–. Ellos son los verdaderos protagonistas de todos estos análisis, de todas estas medidas, y son los que inspiran todos los esfuerzos actuales de los que componemos la sociedad civil.

*Antonio Moreno es catedrático de Economía y Director del Master of Economics and Finance de la Universidad de Navarra.

Al contrario que en la crisis económica de 2008, la crisis del Covid-19 es un 'shock' epidémico que inicialmente se transmite a la economía real y en segundo lugar a los mercados financieros. Muchos actores de la oferta de la economía son sacudidos por un cierre forzado de actividad, que les mete en el congelador durante un período todavía indeterminado. Era éste un escenario francamente difícil de imaginar tanto por 'policy makers', economistas, el mundo empresarial y la sociedad en su conjunto. Por eso las recetas tenemos que ir cocinándolas sobre la marcha. Pero ahí estamos, y un país como España está siendo muy afectado, en lo epidémico y también en lo económico. Sectores importantes para España como el del automóvil (dependiente de las colapsadas cadenas de montaje globales), el turismo, el transporte y la hostelería, entre otros, están siendo golpeados. Estamos hablando de empresas grandes, pymes, autónomos y establecimientos, parte muy relevante del tejido empresarial y comercial. Muchas personas afectadas y muchos problemas que solucionar.

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