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Por una respuesta solidaria de las grandes empresas

Las grandes empresas tienen que responder de una manera diametralmente opuesta a como lo hicieron en la anterior crisis, cuando mostraron su cara más insolidaria

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Foto: EFE.

El parón económico provocado por la irrupción del covid nos ha traído la segunda crisis económica del siglo XXI. La anterior crisis, la de 2008, exacerbó los niveles de pobreza, paro y desigualdad en nuestro país. La que vivimos actualmente puede sumir en la pobreza a más de 1,1 millones de personas más, hasta alcanzar los 10,9 millones de personas pobres en España a final de año, al tiempo que está incrementando las brechas de desigualdad.

Miles de empresas también están sufriendo para mantenerse a flote y evitar el cierre, aunque las que lo tienen más difícil son las pequeñas y medianas, como muestra el hecho de que en abril de 2020 había 85.000 pymes menos que al inicio del año. Muchas grandes empresas también lo están pasando mal, pero en general están en mejor situación para afrontar el embate.

Foto: Foto: iStock.

Entre ellas, varias empresas del Ibex 35 han aplicsdo o están aplicando ajustes para salvar la situación. Frente a los expedientes de regulación de empleo anunciados por el Banco Santander, Indra y el Banco Sabadell, que no está claro que obedezcan a dificultades derivadas de la crisis del covid, otras empresas han optado por aplicar ERTE en un esfuerzo por tratar de mantener el empleo. Además, varias de las empresas que están aplicando ERTE los han acompañado de medidas de flexibilización o de complementos salariales que tratan de amortiguar el impacto sobre los trabajadores afectados, como han hecho Acerinox, Meliá Hotels o Aena. Por otro lado, muchas empresas han evitado repercutir el coste del parón económico a los actores más vulnerables de su cadena de valor, ya sean clientes o proveedores.

Si a esto le sumamos el despliegue de iniciativas que prácticamente todas las empresas del Ibex 35 han puesto en marcha para poner su grano de arena en la respuesta a la crisis sanitaria, podríamos estar atisbando un punto de inflexión en el comportamiento de las grandes empresas, aunque todavía hablamos de tímidos avances hacia un enfoque de la actividad empresarial más comprometido con el entorno en el que operan.

Foto: Cola en una oficina madrileña del INEM. (EFE)

Sin embargo, es posible que este cambio de actitud no sea más que un espejismo, ya que, al menos hasta el año pasado, las empresas del Ibex 35 seguían operando bajo dinámicas que contribuían a incrementar la desigualdad. Tanto las prácticas predistributivas como las redistributivas desplegadas por estas empresas seguían apuntando en 2019 a aumentar la brecha entre los que más y menos tienen. Entre las primeras, destacan las enormes diferencias salariales, tanto entre hombres y mujeres como entre los estratos más altos de las empresas y el resto de trabajadores. Así, en 2019, el salario medio de los hombres que trabajaban en el grupo de empresas del selectivo era un 15% mayor al de las mujeres, y el máximo responsable de unas de estas empresas cobraba en promedio 121 veces el sueldo medio de la compañía.

En lo que respecta a la fiscalidad, los avances que se van constatando aún resultan insuficientes, ya que la presencia en paraísos fiscales de estas empresas sigue siendo muy abultada, con 740 filiales en 2019, y si bien esta presencia se va reduciendo, lo hace a un ritmo muy lento, apenas un 8% en el último año. En cambio, los accionistas cada vez reciben una proporción mayor del beneficio obtenido por la empresa en forma de dividendos, pasando del 57% que recibían en 2018 al 61% en 2019. Aunque más controvertido resulta que 20 de las empresas del Ibex 35 siguieron repartiendo millones a sus accionistas en lo más duro de la pandemia. Hasta 9.600 millones en dividendos distribuyeron en el segundo y tercer trimestre de este año.

Foto: Pedro Sánchez durante la última cumbre europea. (EFE)

Resulta bastante desesperanzador constatar un año más esta deriva desigualitaria en las empresas del Ibex 35. Inmersos otra vez en una crisis económica, las grandes empresas tienen que responder de una manera diametralmente opuesta a como lo hicieron en la anterior crisis, cuando mostraron su cara más insolidaria al repercutir los impactos de la recesión hacia trabajadores, clientes y proveedores. Los gestos positivos que muchas de ellas han mostrado durante la primera fase de la pandemia han de transformarse en algo mucho mayor, hasta conformar un propósito de la actividad empresarial que vele por asegurar que contribuyen de forma relevante a conformar sociedades más justas. El lema de la Agenda 2030 sin duda puede ser una buena referencia: no dejar a nadie atrás.

*Miguel Alba, responsable de Desigualdad y Sector Privado en Oxfam Intermón.

El parón económico provocado por la irrupción del covid nos ha traído la segunda crisis económica del siglo XXI. La anterior crisis, la de 2008, exacerbó los niveles de pobreza, paro y desigualdad en nuestro país. La que vivimos actualmente puede sumir en la pobreza a más de 1,1 millones de personas más, hasta alcanzar los 10,9 millones de personas pobres en España a final de año, al tiempo que está incrementando las brechas de desigualdad.

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