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La contraseña no es la clave

El error humano es el talón de Aquiles de la ciberseguridad, y de esto se aprovecha la denominada ingeniería social

Foto: Foto: Pixabay.
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Uno de cada cinco delitos cometidos en España en 2022, un total de 375.506, tuvo lugar en la red, según el Ministerio del Interior. Como profesionales del sector bancario, no es inusual, por lo tanto, que este sea un tema que nos preocupa y por el que se nos pregunta habitualmente. La respuesta que solemos dar siempre resulta sorprendente a nuestro interlocutor: el factor más importante, hoy en día, es que los usuarios tengamos buenos hábitos y una dosis generosa de prudencia.

El lado positivo de vivir en un mundo altamente tecnificado y digitalizado es innegable: acceso rápido a la información, gestión más eficiente y menos costosa de los recursos, mejores herramientas de seguridad. Por otro lado, la digitalización también ha transformado los riesgos a los que los clientes bancarios se enfrentan. Si antes los esfuerzos de seguridad se enfocaban en prevenir la falsificación de cheques, por ejemplo, ahora, desde los bancos, nos centramos en contar con sistemas lo más robustos y seguros posibles para que la información y la identidad de nuestros clientes estén siempre protegidas.

En este momento, los bancos contamos con la capacidad de detectar riesgos, prevenir ataques y evitar filtraciones de datos, que son del más alto nivel. Esto es un proceso continuo de evolución y mejora al que dedicamos una ingente cantidad de recursos, energía y esfuerzos. Como debe ser.

Las estafas digitales, al alza

No obstante, todos los años se incrementa el número de estafas digitales en España. ¿Qué hace falta para mejorar esos datos? Que nosotros como usuarios entendamos que la clave de nuestra seguridad no es solo la contraseña de acceso a nuestras cuentas, sino también adoptar hábitos adecuados y acordes a estos nuevos tiempos: así como en el pasado no habríamos dejado nuestra chequera o tarjeta con sus códigos a cualquiera que nos la pidiese, hoy en día no podemos hacer lo mismo con nuestros códigos y contraseñas, y mostrárselas al primero que las exija. Es como instalar una puerta de alta seguridad y dar copias de las llaves a cualquiera que nos salude por la calle.

Como usuarios, debemos adoptar hábitos adecuados y acordes a estos nuevos tiempos

Hoy en día, el error humano es el talón de Aquiles de la ciberseguridad, y de esto se aprovecha la denominada ingeniería social, que no es más que la técnica de manipulación y engaño con la que los delincuentes buscan que revelemos información, compartamos datos, descarguemos algún programa o aplicación, visitemos webs fraudulentas o llevemos a cabo cualquier otra acción que les permita conseguir sus objetivos ilícitos. Uno de los ejemplos más claros es el del phishing, que básicamente consiste en suplantar la identidad de un banco u otra persona con tal de hacer que un cliente ceda los datos de acceso a sus cuentas.

Cómo mejorar la seguridad del cliente bancario

Para contrarrestar esa realidad, las empresas también debemos poner mucho de nuestra parte, impulsando continuamente acciones de formación e información a nuestros clientes y adaptando en todo momento nuestra comunicación. ¿Qué puede hacer cada cliente bancario para poder continuar operando de forma segura y seguir aprovechando los beneficios del mundo digital? Te indicamos algunos sencillos hábitos.

El primer hábito es quizás el más técnico, pero es algo fácil que a menudo olvidamos: mantener siempre actualizados nuestros dispositivos y apps, que es la forma a través de la cual robustecemos nuestra armadura ante las amenazas. Los demás hábitos tienen mucho que ver con nuestra naturaleza humana y nuestra educación, y nos recuerdan que, cuando hablamos de seguridad, no está de más añadir una pizca de saludable desconfianza. Así, de entrada, hay que desconfiar siempre de las urgencias, de esas llamadas que juegan con la prisa, en la que se nos presiona para que actuemos, rápidamente y sin pensar.

Como repetimos constantemente los bancos, no hay ninguna situación en la que su entidad bancaria le vaya a contactar para pedirle sus claves o códigos telefónicamente o por otros medios. Otro hábito muy sano es no clicar en enlaces que recibamos por SMS y revisar con mucha atención antes de hacer clic en los que nos lleguen por otros medios. Por ejemplo, es bueno recordar que los bancos no enviamos mensajes con enlaces para acceder a nuestra web privada ni para pedirle datos.

Si mantenemos siempre actualizados nuestros dispositivos y 'apps', robustecemos nuestra armadura ante las amenazas

Siguiendo en esta línea, tenemos que asegurarnos de leer detenidamente los SMS o las notificaciones en que se nos informa de los códigos de confirmación o de los detalles de nuestras operaciones. Los bancos nunca pedimos por teléfono esos códigos de un solo uso. Como colofón, si recibimos una llamada en la que nos piden datos de identificación y que nos suscita la menor duda, lo mejor es que colguemos de inmediato y telefoneemos nosotros directamente a atención al cliente. Si la llamada es auténtica, nadie nos lo tendrá en cuenta; al contrario, lo agradecerán.

Como se ve, la mayoría de los consejos tienen más que ver con nuestras reacciones y emociones que con la parte más técnica, pero son una pieza clave para lograr que esa parte pueda cumplir con su cometido. Porque lo que ha quedado claro en estos años es que la ciberseguridad depende de todos, también de nosotros como usuarios.

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Uno de cada cinco delitos cometidos en España en 2022, un total de 375.506, tuvo lugar en la red, según el Ministerio del Interior. Como profesionales del sector bancario, no es inusual, por lo tanto, que este sea un tema que nos preocupa y por el que se nos pregunta habitualmente. La respuesta que solemos dar siempre resulta sorprendente a nuestro interlocutor: el factor más importante, hoy en día, es que los usuarios tengamos buenos hábitos y una dosis generosa de prudencia.

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