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Una alianza global para la producción de energías verdes
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Alicia García Herrero

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Una alianza global para la producción de energías verdes

Lo cierto es que todos los países necesitan acelerar la descarbonización de sus industrias para que la humanidad tenga la oportunidad de limitar el cambio climático

Foto: Banderas de la cumbre del clima (COP28) celebrada en Dubái. (EFE/Martin Divisek)
Banderas de la cumbre del clima (COP28) celebrada en Dubái. (EFE/Martin Divisek)

Muchos gobiernos occidentales se enfrentan ahora al dilema de cómo asegurar los paneles solares, las baterías o los equipos de energía eólica necesarios para sus planes de reducción de emisiones, al mismo tiempo que consiguen disminuir la dependencia de China, la principal fuente de muchas de estas tecnologías ecológicas.

A pesar de los intentos estadounidenses y europeos de fomentar la producción nacional de este tipo de productos e infraestructuras, lo cierto es que el gigante asiático está muy por delante no solo en términos de control de las materias primas necesarias y la capacidad de refinarlas, sino también en términos de sofisticadas técnicas de fabricación e innovaciones relacionadas con la producción de sistemas de energía ecológica. Los años de apoyo estatal a las industrias de tecnología limpia hacen que sea muy difícil para cualquier otro país ponerse al día.

Pero lo cierto es que todos los países necesitan acelerar la descarbonización de sus industrias para que la humanidad tenga la oportunidad de limitar el cambio climático. Sin embargo, la dependencia de todos hacia un solo país en lo que a suministros de los equipos necesarios para construir energía renovable e infraestructura de transporte se refiere conlleva enormes riesgos.

El más debatido es el gran problema que se generaría en caso de que China decida restringir las exportaciones. Pero no es el único. Existen otros riesgos, como aquellos relacionados con el clima, las inundaciones, sequías o pandemias. Cabe destacar también los relacionados con la creciente demanda interna en China de tecnología limpia para cumplir con sus propios objetivos de descarbonización. Es difícil evaluar si China puede producir suficiente tecnología limpia para satisfacer los requisitos internos y la demanda de exportación. Este es, por tanto, otro gran riesgo que hay que correr.

En nuestra opinión, los intentos de Estados Unidos y Europa de fomentar la producción interna no darán lugar a suministros suficientes. No solo los costos de fabricación son altos, sino que ambos carecen de acceso suficiente a las materias primas necesarias y a la capacidad de refinarlas.

Una mejor manera de avanzar sería que diferentes países con distintas ventajas comparativas crearan una asociación verde a la que cada uno contribuyera con una especialización coordinada. Una asociación que podría crear una cadena de valor adicional, fomentando la seguridad de los suministros de tecnología limpia para la descarbonización de todos los países. Tal cadena de suministro no debería tener como objetivo desplazar la producción china, ya que la descarbonización global depende de abundantes suministros de tecnología verde. Pero esta nueva cadena de suministro sí podría complementar la de China, reuniendo los mercados con la mayor demanda de tecnología verde, es decir, Estados Unidos y la Unión Europea, con países ricos en recursos y otros que puedan ofrecer economías de escala y bajos salarios.

Los intentos de Estados Unidos y Europa de fomentar la producción interna no darán lugar a suministros suficientes

Los países desarrollados deben proporcionar la innovación y la financiación que necesitan aquellos otros que disponen de los recursos para extraer, refinar y fabricar productos tecnológicos ecológicos. Esto permitiría a las economías desarrolladas diversificar sus fuentes de abastecimiento y, al mismo tiempo, reducir la necesidad de recurrir a la relocalización, que ahora solo se hace posible mediante costosas subvenciones.

Las economías en desarrollo que participasen en esta asociación se podrían beneficiar, a su vez, de la diversificación de su base de clientes más allá de China, así como de la obtención de oportunidades para ascender en la cadena de valor mediante el refinamiento de las materias primas necesarias y la fabricación de productos. Ascender en la cadena traería más ingresos para la descarbonización de sus propias economías, que complementaría la financiación que reciben de fuentes internacionales. Para países como la India, que tiene potencialmente una gran economía en el sector manufacturero, la asociación ofrecería acceso a transferencias de tecnología de otros socios y acceso a materias primas críticas que ahora puede tener dificultades para obtener.

Por tanto, todos los miembros, y el mundo en su conjunto, se beneficiarían de la innovación que supone reducir la dependencia de una única cadena de suministro. Las nuevas tecnologías verdes pueden pasar a primer plano, como el uso de sodio o fósforo en baterías en lugar de litio o la búsqueda de formas de producir paneles solares sin plata.

Las nuevas tecnologías verdes pueden pasar a primer plano, como el uso de sodio o fósforo en baterías en lugar de litio

Una mayor reutilización y reciclado podría crear más circularidad para todos estos productos, lo que reduciría el riesgo de interrupciones en la producción de tecnología verde debido a la escasez de materias primas y aliviaría el daño ambiental provocado por la carrera actual para extraer la mayor cantidad posible de minerales.

Eso sí, la gobernanza de esta asociación de tecnología limpia sería un reto, porque no existe un formato preparado a partir de los acuerdos multilaterales existentes para crear nuevas cadenas de suministro. Además, son las empresas privadas, más que los gobiernos, las que tendrían que realizar las inversiones necesarias. La clave para diseñar dicha asociación sería entonces alinear los incentivos entre los sectores público y privado de las economías participantes y mantener la estructura inclusiva.

Los beneficios de una asociación tecnológica ecológica alineada con incentivos no solo serían económicos, sino también políticos. Cuando los países se convierten en productores de tecnología verde y no solo en consumidores, como es el caso de la mayoría ahora, cambia la economía política de la transición ecológica. La descarbonización se convierte entonces en una oportunidad de negocio, no solo en un coste. Una asociación de tecnología verde, y la reducción del riesgo de una dependencia excesiva de China para la transición energética que traería, debería ayudar a crear incentivos económicos y políticos para impulsar la transición energética en muchos más países.

*Alicia García Herrero es economista jefe para Asia Pacifico en NATIXIS e investigadora Senior en Bruegel

Muchos gobiernos occidentales se enfrentan ahora al dilema de cómo asegurar los paneles solares, las baterías o los equipos de energía eólica necesarios para sus planes de reducción de emisiones, al mismo tiempo que consiguen disminuir la dependencia de China, la principal fuente de muchas de estas tecnologías ecológicas.

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