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Paco Ávila

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No es país para empresarios…

Los empresarios tenemos que empezar a movilizarnos para intentar frenar esa ola de odio e ira que principalmente la nueva izquierda lleva años arrojando sobre nuestra figura

Foto: Foto: Pixabay/kirill_makes_pics.
Foto: Pixabay/kirill_makes_pics.

El motor de esta reflexión ha sido una pequeña de seis años, hija de un buen amigo mío de la infancia. Ella me preguntó hace unos días que yo en qué trabajaba, que su papá apaga fuegos y salva la vida a muchas personas. Después de aplaudir y reír con ella por lo bueno que era papá y lo que ayudaba a los demás, le dije que yo me dedicaba a crear cosas para que mucha gente pudiera trabajar y cuidar de sus familias, ella, con la curiosidad infinita de los pequeños, seguía preguntándome cosas hasta que escuchó la palabra prohibida, su padre le dijo, cariño, Paco es empresario, y ella volvió la cara a su padre y preguntó con mucha inocencia, pero ¿esos no son malos, papá?, después de un silencio atronador, llegaron las risas y seguimos con nuestra alegría de compartir el momento y recordar nuestras vivencias. Me fui para casa pensativo y preocupado, ¿quizás el mensaje de esta banda de caraduras que está volviendo loco a nuestro país estaba calando socialmente más rápidamente de lo que yo en un principio pensaba?…

Aviso a caminantes, creo que estamos en un momento social muy delicado y que los empresarios tenemos que empezar a movilizarnos para intentar frenar o, al menos, contrarrestar esa ola de odio e ira que principalmente la nueva izquierda (según ellos renovada y mejorada, qué pena me da lo que están viviendo y soportando los hombres de izquierda de verdad) lleva años arrojando sobre la figura del empresario. La normalidad e impunidad con que nos insultan y nos llaman ladrones, especuladores, explotadores, etc., sin que nadie les recrimine ni les contradiga, son asombrosas. Sé que la envidia es un mal endémico de nuestro país y que ha sido uno de los principales motores para mantener viva la llama de la discordia entre nosotros, pero este ataque frontal con tanta maldad e impunidad yo no lo había visto nunca, al menos en los 50 años de vida que yo tengo. La política cambió el tono y hemos visto en los parlamentos regionales y Congreso nacional momentos realmente circenses que bien podrían haber ocurrido en un patio de colegio. Y, por desgracia, este tono bajuno sin ningún tipo de educación se está trasladando a la sociedad civil.

Se refieren a nosotros como los enemigos de una clase trabajadora a la que extirpamos todo tipo de derechos para explotarla con el único fin de enriquecernos vilmente. Pero no se preocupen, pueblo, existe una nueva clase de hombres superiores de bien, los encargados de luchar por la igualdad y el progreso, los elegidos para señalar, perseguir y empobrecer a una élite burguesa, desecho de tienta sin moral. Dentro de esa estirpe de iluminados existe un gremio de profesionales especialmente ungidos para esa misión, algunos personajes destacados del mundo del cine y la música, que desde la dureza de sus mansiones de Nueva York o Miami nos dan lecciones a los empresariosque tributamos en nuestro país y nos estamos jugando la piel con los nuestros— de solidaridad y buen comportamiento.

Todos estos elegidos del mundo de la política y una parte de la sociedad civil se agrupan y reconocen bajo una palabra clave ahora muy chula, progresistas, así que, si no piensas como ellos, ya sabes, eres un antiguo, un cateto y un rancio que no está entendiendo hacia dónde caminan el nuevo mundo y la nueva España. Su planteamiento es bastante simple, el pueblo contra los empresarios, los progresistas contra los empresarios, en fin, oradores de salón que de forma vehemente nos quieren guiar hacia ese paraíso en el que todos viviremos en igualdad, armonía y felicidad. Un rollo tipo paraíso en el que un grupo de sabios lidera un Estado buenísimo y benefactor del que emanan todos los bienes necesarios para una vida digna, creando así su maravilloso mundo de igualdad, eso sí, con su inconfundible estilo y sello de identidad, haciéndonos a todos igualitariamente mucho más pobres y dependientes.

Foto: Pedro Sánchez, en el acto del PSOE este domingo en Madrid. (Europa Press) Opinión
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La verdad es que cuando oía a esos políticos y grupo de progresistas, al principio, siempre decía: pero ¡coño!, yo soy empresario, y entonces ¿yo no soy pueblo? Es que yo que soy empresario, entonces, ¿no soy un trabajador? El juego de palabras es malévolo, siempre buscando su tétrico objetivo, enfrentar y polarizar cada vez más a la población. Miren, en nuestro mundo existen dos tipos de personas, las buenas y las malas. Pues claro que existen empresarios malos y defraudadores, al igual que trabajadores que están continuamente engañando en sus empresas y defraudando a Hacienda. Caras y sinvergüenzas existen en todos los sitios, del mismo modo que el número de gilipollas por metro cuadrado es constante independientemente del nivel de renta de la zona que analicemos.

Pero por Dios, Alá, la Energía o lo que a cada uno le dé la real gana, ya está bien de contar mentiras sobre nosotros. Demonizar constantemente la figura del empresario y del emprendedor está provocando que los jóvenes de nuestro país tengan cada vez menos motivación para querer ser empresarios y emprendedores, y entonces, almas de cántaros, ¿quién va a generar el valor y la riqueza suficientes en nuestro país para mantener y proteger a los colectivos más desfavorecidos?, ¿de dónde vamos a sacar el dinero para pagar los servicios públicos tan necesarios como la sanidad, la educación, etc.? Pero ¿qué piensan?, ¿que el dinero lo crea el Estado con una maquinita?, es que ahora tenemos que decir y repetir que el 100% del dinero que se destina a los recursos públicos lo genera el sector privado. Es que tenemos que explicar que un país sin un sector privado sano y fuerte es un país pobre e incapaz de proteger a los más desfavorecidos. Por favor, ya está bien de verbalismos, palabras elocuentes e ideologizantes que buscan separar y enfrentarnos, pues lo que empezó como un cuento está empezando a calar en nuestro país y esto solo nos conducirá hacia la pobreza, ah claro, perdón, olvido que el negocio de esta banda es precisamente generar pobreza y dependencia del Estado.

Foto: El empresario Amancio Ortega. (EFE/Cabalar)

Me parece hasta un poco ridículo escribir estas palabras, pero me veo en la obligación de gritar que la gran mayoría de los empresarios somos obviamente parte del pueblo y por supuesto trabajadores de bien, que la gran mayoría queremos generar valor, mejorar la vida de las personas y, por supuesto, por ello, ganar dinero. Que este virus social está provocando incluso que esté mal visto el que una persona tenga una idea, cree una compañía gigante y quiera ganar mucho dinero por ello. Además, si es que gran parte de todos estos agoreros, cuyo negocio consiste en meter miedo, ser apocalípticos y presentar el Estado como el salvador y el benefactor, saben perfectamente que nuestro mundo en general y nuestro país en particular, a día de hoy, es mucho más rico, justo y líquido (socialmente hablando) que en toda la historia.

Sin más, salud y fuerza para el camino. Por último, mi respeto y admiración a todos esos empresarios que habéis peleado para que las personas con un origen más humilde tuviésemos la oportunidad de pelear y competir de igual a igual con personas de mayor poder adquisitivo. Y a todos vosotros, empresarios y emprendedores, que ahora peleáis día a día para que nuestro país sea cada vez más próspero y competitivo. Que no nos bajen la cabeza ni la mirada.

*Paco Ávila es empresario.

El motor de esta reflexión ha sido una pequeña de seis años, hija de un buen amigo mío de la infancia. Ella me preguntó hace unos días que yo en qué trabajaba, que su papá apaga fuegos y salva la vida a muchas personas. Después de aplaudir y reír con ella por lo bueno que era papá y lo que ayudaba a los demás, le dije que yo me dedicaba a crear cosas para que mucha gente pudiera trabajar y cuidar de sus familias, ella, con la curiosidad infinita de los pequeños, seguía preguntándome cosas hasta que escuchó la palabra prohibida, su padre le dijo, cariño, Paco es empresario, y ella volvió la cara a su padre y preguntó con mucha inocencia, pero ¿esos no son malos, papá?, después de un silencio atronador, llegaron las risas y seguimos con nuestra alegría de compartir el momento y recordar nuestras vivencias. Me fui para casa pensativo y preocupado, ¿quizás el mensaje de esta banda de caraduras que está volviendo loco a nuestro país estaba calando socialmente más rápidamente de lo que yo en un principio pensaba?…

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