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Legado español de la primera Oficina del Dato europeísta
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Alberto Palomo

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Legado español de la primera Oficina del Dato europeísta

La mejor piedra angular de la que dispone el ministro Escrivá pasa por el marco programático paneuropeo, de una formidable coherencia constructiva, y en marcha desde hace varios años

Foto: El ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, José Luis Escrivá. (EFE/Mariscal)
El ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, José Luis Escrivá. (EFE/Mariscal)

Que la digitalización es uno de los vectores más críticos de cara a la transformación económica europea, es algo que nadie discute ya. En un mundo altamente globalizado e interconectado, cuya naturaleza misma se ha visto disrumpida por los acontecimientos de los últimos años, son muchos los analistas y pensadores que replantean el rol y la estrategia por la que deben apostar los Estados miembros. Además, atravesando una época en que las cifras industriales de los motores económicos de la Unión no son halagüeñas, incluyendo Alemania, "locomotora de Europa", sumergida en un marcado proceso de desaceleración en las actuales circunstancias.

Así, y según los términos acordados en el establecimiento de los fondos NextGenerationEU en 2020, la solución europea pasa por apoyar la reindustrialización de los Estados miembros en base a la transición digital y ecológica. El paquete tiene como foco apuntalar la resiliencia de las economías nacionales, y supone un potente tónico para la transformación y el crecimiento gracias a estímulos financieros para ambiciosos programas digitales. La clave reside en que estos fondos no son para investigación, sino que ponen el foco prioritario en la implementación. Como ejemplo, tanto el Gobierno alemán (concretamente el BMWK y el BMWi) como el francés (Ministère de l'Économie et des Finances) están acometiendo grandes proyectos alrededor de la explotación de datos industriales.

Y no solo ellos, pues en clave nacional ya la anterior vicepresidenta primera Nadia Calviño siempre consideró que la Economía del futuro pasaba por lo digital, y acertadamente instituyó una disruptiva Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, con que afianzar el despliegue en España de estas tecnologías clave. Dicha hoja de ruta le fue encargada a Carme Artigas, uno de los principales activos nacionales en esta disciplina, y que en cuatro años fue capaz de dotarla de una visión de impacto que ha resultado verdaderamente transformadora, reconocida, incluso, internacionalmente. Así, y entre otras iniciativas, gestaron un revolucionario proyecto que, modestamente, he tenido la oportunidad de liderar operativamente.

La UE ante la competencia internacional

Han sido casi tres años desde que empezamos a llenar las sillas y escritorios en la Oficina del Dato, que —de la mano del equipo de confianza de la Secretaría de Estado— han servido para dar forma y ejecutar un ambicioso plan con que implantar en nuestro país las ideas esbozadas sintéticamente en la Estrategia Europea de Datos. Esta, el documento seminal de la Comisión y el Parlamento Europeo, es fruto de un sesudo análisis de la oportunidad que supone la Economía del Dato, y de que Europa no puede permitirse perder (otra vez más) la carrera ante sus competidores internacionales.

Foto: Ilustración de un cerebro humano. Opinión

Hay plena consciencia de que existe un enorme valor latente en los datos, al que nadie logra acceder debido a la existencia de silos informacionales, y que, por tanto, solo podrá explotarse gracias a una red que interconecte estos ‘universos informáticos paralelos’. Una tarea sin duda compleja, pero vale la pena dedicarle esfuerzos, pues la mayor parte del valor en los datos está todavía pendiente de aflorar. No hay más que fijarse en la actual revolución de la inteligencia artificial, de todas sin duda la de mayor impacto, donde el factor diferencial radica en el volumen y tipologías de datos de los que se nutre.

Así, en estos años hemos creado administrativa y operativamente un equipo de alto rendimiento, que ha permitido ganar un espacio de liderazgo en Europa (con la ventaja de ser el único gobierno que contaba con un 'squad' de este corte). Esta posición nos ha posibilitado entender las problemáticas y dinámicas existentes, el contexto político, organizativo y regulatorio en torno al dato, así como el estado del arte tecnológico. Y todo ello ha dado como fruto el diseño de prácticas fórmulas para la innovación 'data driven', de modo que el despliegue de las inversiones digitales 'made in NextGenEU' tengan una hoja de ruta clara con que lograr una implementación de alto impacto a lo largo de los sectores estratégicos de nuestro país.

Foto: El ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, José Luis Escrivá. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Una metodología rigurosamente confeccionada y disponible en abierto, porque también ha sido participada y consensuada con los 'champions' nacionales, resultado de un productivo ejercicio de colaboración público-privada que nos ha visto recorrer casi toda la geografía nacional, y dialogar con los principales actores con intereses en el mundo del dato. En resumen, hemos desplegado heurísticamente ese concepto del "Estado emprendedor" de la afamada economista italoamericana Mariana Mazzucato, practicando aquello de un estado que impulsa a su ciudadanía en base a caminar juntos la travesía hacia el futuro.

El reto de Escrivá

Por supuesto, aún queda mucho por recorrer, porque la transformación digital va mucho más allá de la propia tecnología, y requiere de profundos cambios culturales y organizacionales, convirtiéndola en una meta a medio/largo plazo. Por ello, y bajo el reconocimiento de la necesidad de potenciar su misión, la Oficina del Dato se ha graduado recientemente en la Dirección General del Dato, y para la que el nuevo ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, José Luis Escrivá, tiene asignado un papel protagonista en la transformación de la Administración Pública española en base a la inteligencia artificial. Una transformación que ha suscrito debe ser ética y “humanística”, algo que ineludiblemente pasa por caracterizar y clasificar los datos que la nutren.

Asimismo, y dado que la estructura de mercado de la IA generativa actual está compuesta por un grupo muy reducido de grandes compañías tecnológicas internacionales (las únicas que tienen capacidades para crear los afamados “modelos fundacionales” de enorme envergadura), cualquier aplicación sectorial de los mismos va a requerir de un 'calibrado específico' a las características regionales y contextuales donde vaya a desplegarse. En el caso concreto de la relación de ciudadanos y empresas con las AAPP, la fórmula del éxito va a requerir de una colección de fuentes de datos mucho más extensa y granular que los propios repositorios públicos, casi siempre recolectados para una gestión netamente transaccional. Pues solo así podrán contextualizarse unos modelos del lenguaje que fueron creados nutriéndose de todo lo que encontraban 'online', sin demasiado miramiento taxonómico. Y donde además queda todavía por resolver la disyuntiva acerca de su grado de cumplimiento con las normas de propiedad intelectual y otros derechos europeos fundamentales, que siguen siendo críticos porque —lógicamente— una IA que no respete los derechos básicos, difícilmente podrá ser ética…

Foto: El ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, José Luis Escrivá. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Afortunadamente, y para hacer frente a estos retos, el ecosistema europeo ya había anticipado estas dinámicas antes incluso de la explosión de ChatGPT. Ya el anterior programa marco Horizonte 2020 financió numerosas actuaciones de investigación e innovación en torno a un correcto gobierno y gestión del dato, y en lo relativo a la interconexión de silos informáticos con respeto a los derechos digitales. Y la comisión Von der Leyen ha multiplicado el envite, desplegando durante los últimos años unos extraordinariamente ambiciosos programas para la nube federada, para el 'edge computing' de alto rendimiento y eficiencia energética, y para la creación de los espacios de datos sectoriales. Sin olvidarnos de una batería de medidas regulatorias de alto impacto, que buscan rebalancear los poderes digitales.

Es decir, el trabajo de investigación y análisis ya ha sido completado, y ahora se apuesta por el despliegue de aplicaciones innovadoras cuyo factor diferencial reside precisamente en lograr la interconexión entre silos de datos distribuidos. Y dado que —por definición— el Estado fija el marco de operación de ciudadanos y empresas, las sinergias entre las fuentes de datos de "lo público" y "lo privado" son fortísimas, y la única forma práctica de aflorar el valor digital que subyace en los datos.

En resumen, la mejor piedra angular de la que dispone el ministro Escrivá, en su loable objetivo de reformular los instrumentos públicos digitales de la ciudadanía, pasa precisamente por el marco programático paneuropeo, de una formidable coherencia constructiva, y en marcha desde hace varios años. Porque de lo contrario, y sin nexo relacional entre intervenciones públicas, el despliegue de vistosas herramientas informáticas solo aspiraría a un impacto limitado, e incluso a ahondar en la creación de más “universos informáticos” que impiden afloran el verdadero potencial del dato. Sin duda estamos ante una oportunidad histórica, para la que Europa ha acudido esta vez a la llamada, construyendo elementos disruptivos para el futuro digital e industrial de la UE, y donde además España es ya un país a la cabeza.

*Alberto Palomo. Primer Chief Data Officer del Reino de España. Chief Strategy Officer de Gaia-X Europa.

Que la digitalización es uno de los vectores más críticos de cara a la transformación económica europea, es algo que nadie discute ya. En un mundo altamente globalizado e interconectado, cuya naturaleza misma se ha visto disrumpida por los acontecimientos de los últimos años, son muchos los analistas y pensadores que replantean el rol y la estrategia por la que deben apostar los Estados miembros. Además, atravesando una época en que las cifras industriales de los motores económicos de la Unión no son halagüeñas, incluyendo Alemania, "locomotora de Europa", sumergida en un marcado proceso de desaceleración en las actuales circunstancias.

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