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El 'porque puedo' desesperado de Sánchez: el fondo y las formas del despido de Pallete
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Miquel Roig

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El 'porque puedo' desesperado de Sánchez: el fondo y las formas del despido de Pallete

Sánchez hace estas cosas simplemente porque es de lo poco que le queda. Porque puede. Pero eso puede ser un síntoma más de debilidad

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No todos los sábados los accionistas de una compañía del Ibex 35 se reúnen para acordar el despido de su presidente. De ahí el revuelo en el fondo. Y no todos los días se hace a dos meses de que venza su mandato (y para situar a una persona de confianza del Gobierno). De ahí el revuelo en las formas.

La precipitada dimisión (en cualquiera de las dos primeras acepciones de la RAE) de José María Álvarez-Pallete de la presidencia ejecutiva de Telefónica ha causado una fuerte sacudida en el sistema nervioso del Ibex 35. A escasos días de que Pedro Sánchez se reúna con sus principales ejecutivos en Davos, por cierto, como recordaba ayer el señor director.

Pero vayamos por partes, porque los revuelos, el del fondo y el de las formas, pertenecen a categorías distintas. El primero, el reemplazo del presidente de una compañía cotizada con la acción a la baja y tras un año y medio de movimientos tectónicos en el capital, es algo que entra en el terreno de lo concebible.

A 19 de enero de 2025, los saudís tienen un 4,9% de Telefónica y derecho para aumentar al 9,9% en cuanto lo consideren oportuno; la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, la SEPI, ostenta el 10%; y la fundación bancaria 'La Caixa', ha doblado su presencia hasta situarla también en el 10%. El 1 de septiembre de 2023, los dos primeros estaban fuera de radar. No sé si algo tenía que pasar, pero, desde luego, algo podía pasar.

¿Qué le habría costado a Pedro Sánchez darle dos meses más a Álvarez-Pallete y permitirle hacer una transición ordenada?

Si todos los gobiernos de España, de todos los colores políticos, han influido más de la cuenta en el nombramiento de los presidentes de un puñado de compañías del Ibex 35, ¿qué derechos no se otorgará a sí mismo el Ejecutivo que, además, se ha gastado 2.300 millones de euros en hacerse con un 10% del capital de la empresa?

La elección de Marc Murtra, hasta ayer por la noche presidente a la vez de Indra y de Telefónica, encaja en esta visión que tenemos en España del capitalismo de Estado. Se trata de un hombre vinculado al PSC, del agrado y confianza de Moncloa, y a quien, tras situarle en la presidencia de Indra, se le había encomendado la ejecución de una determinada visión industrial de la compañía: generar un campeón nacional de Defensa y Aeroespacio.

Pero vayamos con las formas. ¿Qué le habría costado a Pedro Sánchez darle dos meses más a Álvarez-Pallete y permitirle hacer una transición ordenada? Había alternativas lo suficientemente dúctiles como para encajar la amalgama de factores que intervienen en el reemplazo de un presidente ejecutivo de Telefónica: traspaso de papeles de una compañía estratégica, egos personales, equilibrios de poder en cada uno de los círculos concéntricos que empiezan en el despacho presidencial del Distrito T y, no menos importante, la responsabilidad fiduciaria para con los accionistas de una compañía cotizada que capitaliza 22.000 millones de euros y de la que cada ciudadano español es copropietario.

"Cuando pierdes el poder efectivo, recurres a la retórica. Cuando pierdes el BOE, recurres al dedo. Y a Franco"

Pero se organizó un Consejo de Administración para resolver su contrato y pedirle su dimisión como consejero. ¿Manca finezza? Tal vez sobra. Para responder a la pregunta hay que remitirse al contexto. Los nombramientos, el reparto de publicidad institucional y la disolución de las Cortes para convocar elecciones son el único reducto de poder incondicional que le queda a Pedro Sánchez. Las dos primeras las está ejerciendo con ganas.

Como viene diciendo Suanzes donde Latorre, Sánchez hace estas cosas simplemente porque desde hace meses es lo único que le queda. Porque puede. Véase el nombramiento de José Luis Escrivá en el Banco de España.

Pero los "porque puedo" pueden reflejar dos cosas muy distintas. En la serie Peaky Blinders (temporada 3 episodio 2, alrededor del minuto 30), el líder de la cuadrilla de delincuentes pide asaltar dos pubs de una banda rival en momentos bajos. Cuando le preguntan por qué, responde con un "porque podemos, joder, porque podemos. Y si podemos, lo haremos". Eso es una demostración de fuerza. Salvaje, pero de fuerza.

En el caso de Sánchez es más una demostración de debilidad. Cuando más solo estaba Jens Weidmann, el Gran Halcón del Bundesbank, en el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo, más abiertamente criticaba las políticas heterodoxas de Mario Draghi. Cuando pierdes el poder efectivo, recurres a la retórica. Cuando pierdes el BOE, recurres al dedo. Y a Franco.

No todos los sábados los accionistas de una compañía del Ibex 35 se reúnen para acordar el despido de su presidente. De ahí el revuelo en el fondo. Y no todos los días se hace a dos meses de que venza su mandato (y para situar a una persona de confianza del Gobierno). De ahí el revuelo en las formas.

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