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Lo inútil de unas disculpas
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Esther Blázquez Blanco

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Lo inútil de unas disculpas

Hay una forma de pedir disculpas que es trampa y no aporta absolutamente nada. Es más, quien ha dedicado tiempo a analizar el lenguaje de nuestros diálogos, observará que antes de pedir disculpas mal, es mejor callarse

Foto: Foto: Pixabay/Alexa.
Foto: Pixabay/Alexa.

En la empresa hacemos muchas cosas inútiles. Dentro de los equipos también. Voy a centrarme en una: pedir disculpas mal.

Hay una forma de pedir disculpas que es trampa y no aporta absolutamente nada. Es más, quien ha dedicado tiempo a analizar el lenguaje de nuestros diálogos, observará que antes de pedir disculpas mal, es mejor callarse.

Esta es la fórmula inútil:

- “Perdona si te ha molestado lo que he dicho en la reunión.”

- “Disculpa si esto no te ha parecido bien.”

- “Disculpa, tendré más cuidado la próxima vez que hablemos con el cliente.”

Está mal porque:

  1. El emisor no asume la responsabilidad - de haberse equivocado-.
  2. Pone el peso en el otro.
placeholder Foto: Unplash/Felix Koutchinski.
Foto: Unplash/Felix Koutchinski.

Explico el punto anterior que tiene tela: al decir “si te ha molestado”, el emisor deja claro que el problema es del otro porque,claro, le ha molestado. Si el otro fuera el Dalai Lama no se molestaría y el error no requeriría de un perdón. Nivel guardería. Si además el emisor dice que la próxima vez “tendrá cuidado”, se ubica en un lugar de víctima, y eso solo crea verdugos.

Es una acción inútil porque son tiempos jodidos: la soledad, la desconexión con uno mismo y con el otro, lo intenso del día al día, 3 cifras de mails sin contestar, la incapacidad en muchos equipos de mantener conversaciones difíciles, el poco rato que dedicamos a conocernos, y sobre todo, la dificultad del ser humano de estar consigo mismo sin estímulos. En resumen, no usamos tiempo en lo que de verdad nos importa.

Foto: Foto: Pixabay/Daniel Mena. Opinión
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Vivimos adictos al cortisol que nos da una entrega, un lanzamiento o una venta. Como si nos fuera la vida en ello. Tal cual. Sin preguntarnos si la estamos viviendo, la vida, mientras conseguimos eso que hemos puesto en un pedestal. Qué miseria.

Lo sé porque a veces llegáis hechos añicos, y me decís que habéis mirado atrás y os lo habéis perdido. O, hechos añicos, me decís que os habéis inventado la mentira de que ‘todo iba bien’. Y ficcionando la vida que no iba bien, te amarraste al despiste para que no se te desmontara un chiringuito que se sostiene con pinzas (incluyo a quienes venís con pinzas de ocho cifras).

Y mientras tanto, nos vamos equivocando. Y como el tiempo y el KPI nos gobiernan sin respiro, no le dedicamos tiempo a una disculpa útil, que además une, que además aumenta la posibilidad de paz.

Una disculpa se hace así: "Me he equivocado con [comportamiento x] y te pido perdón". No hay condicional, no hablas del otro. Asumes lo tuyo

Una disculpa se hace así: “Me he equivocado con [comportamiento x, y o z] y te pido perdón”. No hay condicional en la frase, no hablas del otro. Asumes lo tuyo, que es lo común de los mortales, y apechugas. Después, estoicamente, aguardas la respuesta y bendices lo que sea que acontezca, te perdonen o no.

Además, tendrás la oportunidad de hacer algo que muchos seres humanos se mueren sin ejercer: rectificar. Y aquí está toda la enjundia de la riqueza de equivocarse: reparar el error. Hacer algo, después de equivocarte, que honre la vida del otro. Y si el otro ya no está, hacer algo igualmente con quien te encuentres por el camino, como si estuvieras delante del que se fue de tu empresa o de tu vida.

¿Para qué? Para crecer en paz. ¿Por qué? Porque es de vital importancia cuidar a quienes te ayudan a ganar dinero.

En la empresa hacemos muchas cosas inútiles. Dentro de los equipos también. Voy a centrarme en una: pedir disculpas mal.

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