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Tribuna
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La gobernanza del agua, un desafío mundial
Tan tozuda es el agua como acuciantes los retos que nos presenta. Celebremos el Día Internacional del Agua reflexionando y llamando a la acción
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El agua es tozuda, dice Mariano de Andrés, sabio del que aprendí de agua y de mucho más. Busca su camino superando los obstáculos que ponemos a su paso para domeñarla, tal como nos recordó brutalmente el episodio de la DANA en Valencia. Tan tozuda es el agua como acuciantes los retos que nos presenta. Celebremos el Día Internacional del Agua reflexionando y llamando a la acción.
El agua es un recurso fundamental que condiciona no sólo nuestra supervivencia sino nuestra capacidad para prosperar como sociedad. Miles de millones de personas en todo el mundo continúan viviendo sin acceso a agua potable y saneamiento, a pesar de que estos servicios están reconocidos como derechos humanos fundamentales. Los desastres naturales extremos por inundaciones o sequías afectan especialmente a la población más vulnerable, y provocan desplazamientos internos de población, de similar magnitud a los que generan los conflictos armados.
La última Conferencia del Agua de las Naciones Unidas en 2023 fue contundente: sin suficiente agua, en el momento adecuado y con la calidad necesaria, no hay desarrollo sostenible posible, incluyendo seguridad, alimentación y acceso a la energía. El informe "Water for prosperity and peace" de 2024 profundiza en esta visión y explora cómo el agua, gestionada adecuadamente, puede convertirse en una herramienta para el desarrollo, la acción climática y la paz.
Aunque no se puede medir directamente la influencia del agua en la riqueza, se observa que en los países de PIB bajos-medios, la mayoría de los puestos de trabajo (más del 70%) se concentra en sectores que son grandes consumidores de agua (agricultura, industrias extractivas y otras) y por tanto tienen alto grado de dependencia de la disponibilidad del recurso.
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Por su parte, los países con mayor PIB se enfrentan a los retos asociados con el estado de bienestar tal como lo entendemos en 2025. El concepto de "agua virtual" que desarrolló Tony Allan revela dimensiones alarmantes de nuestro consumo cotidiano: se estima que se emplean unos 200 litros de agua cada vez que se descarga un gigabyte de datos; unos 140 litros de agua para producir una taza de café y aproximadamente 11.000 litros para producir unos vaqueros. Esta huella hídrica invisible representa el verdadero impacto de nuestro estilo de vida en el medioambiente a escala global, una realidad que permanece oculta tras el inocuo gesto de hacer un clic o abrir un grifo.
Efectivamente, los distintos sectores económicos en un país generan tensiones sobre el uso del agua. La gobernanza del agua tiene que equilibrar esas tensiones y armonizar el crecimiento económico con el resto de las dimensiones de la sociedad. En España, la gobernanza del agua enfrenta desafíos particulares debido a su complejo marco administrativo. El Estado y las comunidades autónomas comparten responsabilidades sobre la gestión y uso de los recursos hídricos, mientras que los municipios asumen la provisión de servicios urbanos de agua y aguas residuales. Esta fragmentación obstaculiza la implementación de políticas coherentes para abordar los crecientes desafíos que impone el cambio climático sobre nuestros recursos hídricos.
El contraste con el Reino Unido resulta ilustrativo. Tras el proceso de privatización de 1989, se creó Ofwat, un ente regulador centralizado que supervisa a las empresas regionales que operan como monopolios naturales. Este modelo regulatorio, con sus imperfecciones, es un ejemplo de una gobernanza hídrica más coherente y efectiva, que contrasta con la dispersión del modelo competencial de España.
Parecería una buena idea contar en España con un ente realmente independiente, no supeditado a los intereses políticos (ni centrales, ni regionales, ni locales), que diseñase y supervisase el desarrollo de un plan estratégico de gestión del ciclo integral del agua a largo plazo. Un plan estratégico que ponga al ciudadano en el centro, y que con independencia de quién gobierne, siga el camino trazado, movilizando los recursos técnicos y el capital para avanzar en el cumplimento de los objetivos sociales, ambientales y de política industrial que demanda nuestro país.
El agua es prosperidad y es futuro
En definitiva, el agua es prosperidad y es futuro. Preservarla no es un objetivo ambiental sino el pilar del bienestar social y económico de las próximas generaciones.
En el mundo urge acometer reformas en su gobernanza, que permitan una gestión sostenible y equitativa para garantizar el desarrollo económico, la seguridad alimentaria y la resiliencia ante los riesgos climáticos, aprovechando las innovaciones tecnológicas de manera responsable.
*Laura Cózar, socia de Accuracy
El agua es tozuda, dice Mariano de Andrés, sabio del que aprendí de agua y de mucho más. Busca su camino superando los obstáculos que ponemos a su paso para domeñarla, tal como nos recordó brutalmente el episodio de la DANA en Valencia. Tan tozuda es el agua como acuciantes los retos que nos presenta. Celebremos el Día Internacional del Agua reflexionando y llamando a la acción.