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Tribuna
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Luis Enrique y las lecciones del fútbol para las empresas
Como en el fútbol, las transiciones no se ganan con individualidades, sino con unión, coordinación y propósito compartido
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Durante los últimos 50 años, el fútbol ha cambiado tanto que un jugador de los años setenta se sentiría completamente desubicado en un campo actual. Lo que antes era puro instinto, talento natural y zapatillas pesadas, hoy es ciencia aplicada al milímetro. El cambio más visible ha sido la tecnología: el VAR llegó para eliminar las dudas sobre penaltis, fueras de juego, ¡o no! También se ha implantado la tecnología de línea de gol y el uso de sensores GPS en los entrenamientos, que permiten conocer la carga de trabajo de cada jugador.
Detrás de cada futbolista hay hoy un ejército de expertos: nutricionistas que adaptan la dieta a cada cuerpo, como el que ayudó a Messi a renacer tras sus problemas físicos de 2014; psicólogos que enseñan a manejar la presión, como el que Luis Enrique integró en la selección española; analistas que estudian al rival con mapas de calor y estadísticas. Y también entrenadores que han revolucionado la forma de jugar. Del fútbol directo de los 80 se ha pasado al juego de posición, la presión alta tras pérdida o el “gegenpressing” de Klopp. En este cambio destaca el "tiki-taka" desarrollado por la selección española, un estilo basado en la posesión, los pases cortos y el control absoluto del ritmo del partido.
Los jugadores corren más y aguantan más. No es casualidad: el uso de inteligencia artificial permite prever fatigas o prevenir roturas. El cuerpo técnico del Barça, por ejemplo, combina datos de sueño, esfuerzo y nutrición para decidir cuándo debe descansar un jugador.
Los partidos se ganan con el equipo
Pero por encima de todo eso, hay algo que repiten todos los entrenadores, desde Guardiola hasta Ancelotti: los partidos se ganan o se pierden por el equipo. No por las estrellas, ni por la tecnología, sino por la capacidad de un grupo de jugadores de coordinarse, confiar entre ellos y remar en la misma dirección. Cuando no hay unión, el equipo se rompe. Cuando hay cohesión, todo fluye. Así ganó España la Eurocopa 2008, con un grupo que creyó, jugó unido y rompió una barrera mental de décadas. Así se conquistó también el Mundial de 2010, con un equipo que combinó talento, humildad, solidaridad y una idea colectiva de juego que trascendía a las individualidades. Así han brillado también las selecciones femeninas en los últimos años: con talento, sí, pero sobre todo con unidad.
Luis Enrique transformó al PSG en un equipo coral y disciplinado, alejándose del modelo anterior centrado en estrellas individuales. El técnico español implantó un sistema donde todos los jugadores atacan y defienden como una unidad. Este enfoque permitió al equipo ganar hace unos días la última Champions.
Cuando no hay unión, el equipo se rompe. Cuando hay cohesión, todo fluye
El trabajo en equipo, que es un valor propio del fútbol, es lo que permite integrar jugadores de diferentes países y culturas. Y también, crear ligas para promover el fútbol femenino, el fútbol juvenil, y hasta el fútbol para personas con discapacidad.
Se parece mucho al “collective genius” (o “ingenio colectivo” en español) que es la última tendencia en el mundo de los Recursos Humanos. Es la capacidad de un grupo para generar ideas innovadoras y soluciones creativas a través de la colaboración y la diversidad de perspectivas, en lugar de depender únicamente de la inteligencia de un solo individuo. Es una filosofía de liderazgo que busca aprovechar la inteligencia colectiva de un equipo para lograr resultados superiores.
La transformación de los equipos y las empresas
Al igual que el fútbol, el mundo de la energía ha vivido su propia revolución, y ha tenido que ampliar sus miras. Durante décadas, el petróleo y el gas dominaron la escena: eran baratos, abundantes y fáciles de transportar. Las grandes potencias construyeron su desarrollo industrial sobre los fósiles. Pero hoy, ese modelo está en crisis. La urgencia climática, la presión social y la innovación tecnológica han empujado a una transición energética imparable.
La energía solar, antes marginal, es hoy competitiva en precio. Los paneles solares han multiplicado su eficiencia, y países como España o Chile lideran la producción fotovoltaica. La eólica ha crecido en tierra y mar, con turbinas gigantes capaces de alimentar ciudades enteras. Y aparecen nuevas soluciones: el hidrógeno verde, las baterías de litio, las redes inteligentes.
Las empresas energéticas han tenido que transformarse, están, unas más que otras, invirtiendo en renovables para obtener electrones verdes o en nuevas energías como el hidrógeno o los biocombustibles, para producir moléculas verdes capaz de descarbonizar aquellos sectores que no se pueden electrificar.
Las grandes victorias, al igual que en el deporte, nacen de los pequeños gestos de compañerismo
Este cambio es tan profundo como el que ha vivido el fútbol. Y también aquí, la diferencia está en el equipo. Las empresas que han sabido superar los desafíos de esta transición son las que han construido equipos de muchos países y con diferentes habilidades, que han logrado adaptarse a los desafíos, han innovado juntos, y han remado en la misma dirección. Como en el fútbol, las transiciones no se ganan con individualidades, sino con unión, coordinación y propósito compartido.
Si hay algo que he aprendido en todos mis años liderando equipos es que las grandes victorias, al igual que en el deporte, nacen de los pequeños gestos de compañerismo que se dan cuando nadie mira. Ese impulso al compañero peor posicionado, esa felicitación tras un buen trabajo, esa mano tendida cuando alguien tropieza. Todo eso hace que un equipo sea más rocoso, más sólido y humano.
El futuro nos depara muchos cambios e incertidumbres, pero si seguimos creyendo en el juego en equipo, siempre tendremos una nueva oportunidad para ganar.
* Bettina Karsch es Chief Human Resources Officer (CHRO) de Moeve.
Durante los últimos 50 años, el fútbol ha cambiado tanto que un jugador de los años setenta se sentiría completamente desubicado en un campo actual. Lo que antes era puro instinto, talento natural y zapatillas pesadas, hoy es ciencia aplicada al milímetro. El cambio más visible ha sido la tecnología: el VAR llegó para eliminar las dudas sobre penaltis, fueras de juego, ¡o no! También se ha implantado la tecnología de línea de gol y el uso de sensores GPS en los entrenamientos, que permiten conocer la carga de trabajo de cada jugador.