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El Banco de España no puede volver a fallar
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Carlos Martín Urriza

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El Banco de España no puede volver a fallar

El BdE puede ayudar a pinchar la burbuja especulativa limitando al 50% del valor de tasación el crédito hipotecario para comprar segundas viviendas destinadas a la inversión y aumentar para estos créditos los requerimientos de capital

Foto: Fachada del Banco de España. (Europa Press/Eduardo Parra)
Fachada del Banco de España. (Europa Press/Eduardo Parra)

El Banco de España (BdE) no le puede volver a fallar a la sociedad española. Su credibilidad quedó dañada por haber negado la anterior burbuja inmobiliaria, algo muy grave, equivalente a que Sanidad hubiera negado la pandemia. También por su incapacidad para gestionar la crisis bancaria que siguió a su estallido, lo que encareció la factura del rescate bancario y el sufrimiento de las personas que perdieron su casa y su trabajo. Y todo ello sin que ningún directivo del banco asumiese o reconociese ninguna responsabilidad.

Hoy, con los precios de la vivienda nuevamente en niveles de burbuja, la institución tiene la obligación de actuar antes de que sea demasiado tarde. El BdE tiene dos competencias singulares: evitar las distorsiones en los precios locales y velar por la salud de la banca española. Aunque los grandes bancos estén bajo supervisión europea, su rescate sigue sufragándolo el contribuyente español mientras la garantía de depósitos dependa de cada Estado.

Sin embargo, durante la pasada crisis inflacionaria, el BdE se limitó a respaldar la política restrictiva del BCE, sin investigar las causas del aumento de precios ni el incremento de los márgenes empresariales en España, que reflejaban un crecimiento de los precios por encima de los costes. Una "inflación de beneficios" resultado de la baja competencia entre empresas. Tampoco ha detectado déficit de competencia en el altamente concentrado sector bancario donde incluso promueve las fusiones, ni en el precio de los alimentos, que subieron como un cohete, para caer ahora como una pluma, a pesar de que los costes de la energía y las materias primas que los impulsaron se han relajado.

Más alarmantes aún son los precios reales de la vivienda que, ajustados por el poder adquisitivo de los salarios, se sitúan en muchas ciudades en niveles comparables a los de la burbuja anterior. Hace tiempo que los precios dejaron de estar relacionados con la renta de los hogares y sus posibilidades de endeudamiento, lo que evidencia una creciente componente especulativa en la compra de viviendas para hacer negocio con los alquileres, el turismo o revender con plusvalías.

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Una parte de esta espiral especulativa está financiada con crédito bancario. El 56% de las hipotecas tienen como finalidad comprar una segunda vivienda para invertir. Otra parte procede de la economía sumergida. Hay una entrada masiva al país de billetes de alta denominación procedentes del exterior que se blanquean a través de negocios pantalla, se incorporan al sistema bancario y acaban en el sector inmobiliario. Por este motivo, un tercio de las compras de viviendas se paga al contado, el colectivo de compradores más dinámico es el de extranjeros no residentes y el volumen de compraventas es similar al de la anterior burbuja.

Las familias trabajadoras asisten atónitas al hecho de que ya no pueden vivir en las ciudades que hacen funcionar porque alguien ha permitido que un bien básico como la vivienda se convierta en pasto de la especulación. Ver esto que está delante de nuestros ojos no requiere de un gran esfuerzo, por mucho que algunos expertos se empeñen en explicarnos que no es así y que "¿a quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?"

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El BdE puede ayudar a pinchar la burbuja especulativa limitando al 50% del valor de tasación el crédito hipotecario para comprar segundas viviendas destinadas a la inversión y aumentar para estos créditos los requerimientos de capital. También puede y debe investigar los negocios que ingresan en sucursales bancarias billetes de alto valor no justificados por su actividad y reportarlo al organismo antiblanqueo. España no puede permitirse otra crisis como la de hace quince años y el BdE, tras sus errores del pasado, no tiene margen para equivocarse.

*Carlos Martín Urriza, portavoz de economía y hacienda en el GP Sumar.

El Banco de España (BdE) no le puede volver a fallar a la sociedad española. Su credibilidad quedó dañada por haber negado la anterior burbuja inmobiliaria, algo muy grave, equivalente a que Sanidad hubiera negado la pandemia. También por su incapacidad para gestionar la crisis bancaria que siguió a su estallido, lo que encareció la factura del rescate bancario y el sufrimiento de las personas que perdieron su casa y su trabajo. Y todo ello sin que ningún directivo del banco asumiese o reconociese ninguna responsabilidad.

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