Sin liberar Europa, Europa ni liberaliza ni prospera. Y viceversa
La coyuntura europea: esclerosis económica interna e impotencia geopolítica, arrastra un fatalismo político arraigado en la inercia y el miedo a los nacionalistas. Metabolizarlos en un debate realista es la única opción
Vista de unas banderas de la Unión Europea. (iStock)
Fin de año se acerca y en Europa seguimos en estado de shock. Trump y el desmoronamiento del orden internacional basado en reglas. El coste de las dependencias: defensa, energía, y tecnología, nos deja expuestos al derecho de la fuerza. "Un siglo de humillaciones por delante" aventuraba el FT recientemente. Existe sensación de urgencia. Pero aun sabiendo lo que hay que hacer, la movilización política es inocua y la implicación del sector privado, inane. Y aquello que depende exclusivamente de nosotros, el mercado único y la consecución de un euro íntegro planes Draghi y Letta, redactados antes de la irrupción Trump- no se aborda con la determinación que exige el apremio.
La humillación de las negociaciones comerciales en julio, la deriva nacionalista de los planes de rearme, el ritmo soporífero de ejecución de los planes D&L (10% de cumplimiento en un año) y unos presupuestos UE para el periodo 2028-34 negociados sobre premisas anacrónicas, no vaticinan nada bueno. La evolución de las bolsas en Europa rompiendo el techo fatídico de los últimos quince años, es una invitación que ni se entiende ni se atiende. Una cultura política europea transaccional y de mínimo común denominador, hace de candado al "federalismo pragmático" por el que abocó Draghi en los Premios Princesa de Asturias.
Al grano. Si el crecimiento económico es la resultante de la población ocupada por la productividad por empleado, en este contexto de susceptibilidad política con la inmigración, la atención debe concentrarse sobremanera en el segundo multiplicando. Ese dato que en palabras de Solow "lo es todo", ha crecido la mitad que en EEUU año por año desde hace dos décadas (!) y debe ser la prioridad absoluta para revertir la decadencia secular.
La buena noticia es que la evolución del numerito mágico depende de capital, tecnología y… un tercer factor, la calidad del marco institucional, que ofrece un recorrido de mejora descomunal. Literalmente. Lo que nos dejamos por completar en la última década por una cuestión de fatalismo político, el mercado único europeo y la integridad de la moneda única, rinde tributo a un marco institucional fragmentado. Toda la economía de la UE y sus mercados de capital por delante, son un activo con potencial de reestructuración. Ahí reside el carácter providencial de los planes D&L para liberarlo.
Mientras en EEUU invierten en innovación tecnológica e IA, aquí no acabamos de asumir que "innovar", hacer algo distinto a lo que hasta ahora apenas ha funcionado, aquí es esencialmente eso. Reformar el marco institucional para priorizar el mercado único. Y en un orden de magnitud insospechado, proporcional a la voluntad política con la que nos hemos dedicado a evitarlo los últimos veinticinco años de euro y quince desde la crisis.
La mala noticia es que los resortes políticos para ejecutarlos - la interacción entre Consejo Europeo, Comisión y Parlamento- sirven a una cultura política transaccional y miope. Que ni por asomo se equipara con la capacidad de agencia de otros bloques, en rapidez y eficacia. Proyectemos el coste del estancamiento económico, la fractura abierta con EEUU, la falta de inversión y ese crecimiento anodino de productividad. A ver qué cara nos queda en 2030.
Y el dar por hecho. Toda nuestra existencia ha transcurrido al amparo de la tutela americana y el régimen dólar. El primero se desvanece como demuestra un plan para la paz en Ucrania traducido del ruso. El segundo sufre un estado de zozobra y fragilidad subyacente expuesto este año en mercados de capital y quizá no aguante en un futuro cercano. Pues aun así, lo que suele rezumar en el sector financiero al plantear el providencialismo y la oportunidad estratégica de estos planes D&L, es una mezcla de cinismo, pusilanimidad y desconocimiento.
Le cuesta horrores a la ortodoxia económica entenderlos. La crítica a los planes suele tomar este formato "la riqueza es objeto de la iniciativa privada, no se crea desde arriba". Cierto. Pero el encapsulamiento de la economía europeaen marcos regulatorios nacionales deviene en territorio fértil para intereses creados y captura de rentas- se confunden. La iniciativa privada no dispone del marco institucional para liberarse y aportar todo el valor económico potencial. Se trata en definitiva de trasladar el crecimiento económico potencial del escaso 1% al por lo menos el 3%. La sostenibilidad del Estado de Bienestar depende de esa horquilla.
El intercambio de bienes y servicios de la zona euro entre los miembros es menos de la mitad del que se produce en EEUU entre estados (FMI & Draghi). La razón son las barreras internas, cuantificadas en un 50% del valor en bienes y un 100% en servicios. Buenísima parte de la carga burocrática desde la UE es para lidiar con la conjugación de esas barreras nacionales. Letta propone pasar de un método de trabajo a base de trasposición de directivas a legislaciones nacionales y recomendaciones, a otro de regulación directa ("manu militari"). Cómo pasar el "Fairy" a toneladas de grasa.
Primera paradoja: intervenir para liberar las fuerzas de un mercado único. La integración no llega por arte de magia. Todos los sectores- mercados de capital, energía, teleco, servicios, etc. siguen operando en una estructura de taifas en la que los intereses nacionales defienden su predio. Liberar el mercado y la emergencia de valor económico a través de la consolidación corporativa y la tensión competitiva. Eso es en esencia el plan Letta, destrucción creativa, capitalismo puro y duro. Por traumático que sea.
La empresa es tanto sujeto como objeto del proceso. A tal efecto, el "régimen 28" previsto para el 2026 contempla la expedición de un "pasaporte regulatorio" para las empresas que suscriban un compendio de legislación europea- concursal, laboral, fiscal-. Y circunvalen así las particularidades nacionales y sus costes extra, en tiempo y dinero. Aquí Garicano y otros, con excelentes propuestas para sustanciar todo el proceso.
Segunda paradoja: gastar e invertir más y mejor desde arriba, desde la UE, para ahorrar en el conjunto. Recoger economías de escala y sinergias en aquellos bienes y servicios identificados como Bienes Públicos Europeos (BPE's) en el Plan Draghi, allí donde la provisión sea más eficaz y eficiente. La tímida reforma del presupuesto UE (2028-34), se inspira en ese concepto. Pero no llega al fondo del asunto.
La reforma propone repetir montante del periodo 2020-27, un nimio 1.1% del PIB. Los frugales ya se han posicionado en contra arguyendo que los presupuestos nacionales siguen sujetos a sendas de consolidación, de contención de gasto- de media un 47% sobre PIB. No se debate un método transformacional, a la altura del momento. La interacción entre presupuestos, la obligación potencial por parte de los Estados Miembros de rendir ahorros en cuentas nacionales en aquellas partidas afectas a BPE's, para así favorecer economías de escala en la consolidación fiscal conjunta. Ah.., eso no.
Ya está puesto el cascabel al gato. El impedimento para resolver estas dos paradojas: "nacionalismo económico". Se concentra en las proposiciones políticas ultra nacionalistas, las que más claman contra la inmigración, precisamente obstruyen el potencial en productividad. Las mismas que plantean no sólo retener, sino recuperar competencias a nivel nacional para solucionar problemas del s XXI. Actúan además como caballos de Troya a favor de la agenda disolvente de otros bloques. El nombre "Patriotas por Europa", un oxímoron. A la elegía histórico cultural que representan, quizás le dedicamos otro día.
Pero también en la servidumbre de las derechas tradicionales al interés creado. En palabras del Comisario de los 90's, Monti: "la hipocresía". Toda la agenda "pro crecimiento y negocio" del centro derecha europeo, corre el riesgo de quedar en retórica. El crecimiento potencial europeo apenas superará el 1% sin meter mano al melón. La fractura con los nacionalistas- integración o centrifugado-, es tan crítica en lo político como difusa en lo económico. No se aborda ni su entidad ni su naturaleza. Es la constante por la que Europa decae. Y está por metabolizarse…
La cuestión es si la sociedad civil y el sector privado visualizan los incentivos de ese crecimiento al 3% + y su coste de oportunidad. La alegría bursátil este año en Europa se la debemos a Trump y a la expulsión soterrada de capital que han supuesto sus políticas. Pero también a la sanción del inversor global a esos planes D&L prescribiendo soluciones integradoras, la mismísima antípoda de las fragmentarias del periodo 2010-20. Todos los sectores que aparecen arriba en la tabla están conectados a las consignas D&L. ¿Magia borras? No, perspectiva. ¿Fundamentada? Veremos.
En su epopeya pedagógica con los nacionalistas -liberalizar por dentro, defender por fuera-, el centro derecha (PPE) cuenta aquí con una prueba de peso. Eso, si supera la reticencia a equiparar valor económico con niveles bursátiles, una renuencia muy "europea", muy antiamericana y muy legado de la época Merkel. Ignoramos la relación crítica entre el coste de capital y el precio de una acción, determinante para la inversión, a nuestro perjuicio.
Cuando existen razones fundamentadas hasta la extenuación en documentos de primer rango oficial como son estos planes D&L para capitalizar la riqueza potencial, expandir la frontera de crecimiento, aumentar beneficios corporativos y los múltiplos a los que valora el mercado, y el proceso político titubea, el sector financiero, transversal a toda la economía, tendría que decir. Por una cuestión de responsabilidad fiduciaria. Máxime cuando sus clientes son los primeros interesados, en esa unión de mercados de capital que lleva diez años parada. En EEUU ya se habrían tirado encima. Decía Overton que ideas inaceptables en un momento dado, pasan a serlo por el contexto socioeconómico.
La dilación y la abulia, la opción característica por defecto, queda expuesta como una suerte de fatalismo, de ensoñación colectiva ajena al compromiso intergeneracional. Un zafarrancho de movilización conjunta de las fuerzas políticas más afines al crecimiento económico y las élites económicofinancieras, asumiendo el signo de los tiempos, no es ciertamente el escenario más probable. Quedaremos a expensas de la realidad. Y en el mundo financiero es la marcada por el régimen dólar y el singular estadio de sus mercados de capital.
PD: para mis amigos de la ortodoxia desanimada, entre otros: LA, CE, AC, MG, CRB, PP, JL, etc.
Fin de año se acerca y en Europa seguimos en estado de shock. Trump y el desmoronamiento del orden internacional basado en reglas. El coste de las dependencias: defensa, energía, y tecnología, nos deja expuestos al derecho de la fuerza. "Un siglo de humillaciones por delante" aventuraba el FT recientemente. Existe sensación de urgencia. Pero aun sabiendo lo que hay que hacer, la movilización política es inocua y la implicación del sector privado, inane. Y aquello que depende exclusivamente de nosotros, el mercado único y la consecución de un euro íntegro planes Draghi y Letta, redactados antes de la irrupción Trump- no se aborda con la determinación que exige el apremio.