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Los inversores se hacen de Oro
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Alberto Artero

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Los inversores se hacen de Oro

Como era de prever, las turbulencias en los mercados financieros han puesto en precio, que no valor, probablemente desmesurado, uno de los activos refugio por excelencia:

Como era de prever, las turbulencias en los mercados financieros han puesto en precio, que no valor, probablemente desmesurado, uno de los activos refugio por excelencia: el oro. La semana pasada se volvía a situar, más de un año después, por encima de los 700 dólares. Y ya se habla, desde distintos bancos de inversión, de niveles entre 725 y 750 a corto plazo. El problema no es lo que el metal dorado cuesta, sino lo que anticipa. Y lo que anticipa, pinta mal.

Ya en el Valor Añadido de pasado 22 de junio, ante el deterioro del entorno, apostábamos por él, dentro del campo de las materias primas, y señalábamos que lo hacíamos “aun a estos precios. Por los tres argumentos que amparan la inversión en el mismo según la teoría tradicional. Refugio en caso de que las cosas vengan mal dadas; hedge contra la inflación que, aunque no sea la causa aparente de la subida en la rentabilidad de los bonos, -tal y como muestran los TIPS-, sin embargo sí que son su razón última, ya que mayor crecimiento implica, si la globalización no lo impide, mayores costes de materia prima y laborales; protección contra la depreciación del dólar al que McKinsey augura, en un informe reciente, un 30% de caída adicional desde los niveles actuales para corregir el déficit comercial estadounidense”.

Entonces parecía un brindis al Sol. Sin embargo, los tres factores han emergido, en apenas dos meses, con enorme virulencia. En su condición de “moneda” al ser admitido como reserva por los bancos centrales, la demanda de oro se ha disparado. Como lo ha hecho como protección frente a un entorno que, pese a todo, continúa siendo inflacionario por el lado de las materias primas y de determinados activos financieros, gracias al surgimiento de nuevas y potentes economías, cada vez menos emergentes. Y, por último, actuando de cobertura frente a un dólar que se puede ver afectado, adicionalmente, por la bajada de los tipos de interés estadounidenses, que disminuirían el atractivo de los valores denominados en dicha divisa, y por la posible ralentización económica de aquel país. Si a eso añadimos una demanda física importante por parte de naciones como India, China u Oriente Medio, el cóctel está servido para que el oro continúe apreciándose, algo que parecen respaldar, además, los indicadores técnicos.

Si la expresión de moda en los últimos cuatro años ha sido el Goldilocks, o crecimiento económico sin tensiones en precios, los siguientes pueden estar dominados por la estanflación o ausencia de crecimiento en un entorno inflacionario, al menos en Estados Unidos. Eso es lo que descuenta el oro a los precios actuales. El hecho de que los inversores más avezados estén haciendo un fuerte acopio del metal precioso así lo anticipa. Como siempre, la búsqueda de Eldorado esconde una historia de más tragedias que alegrías. Qué se le va a hacer.

Como era de prever, las turbulencias en los mercados financieros han puesto en precio, que no valor, probablemente desmesurado, uno de los activos refugio por excelencia: el oro. La semana pasada se volvía a situar, más de un año después, por encima de los 700 dólares. Y ya se habla, desde distintos bancos de inversión, de niveles entre 725 y 750 a corto plazo. El problema no es lo que el metal dorado cuesta, sino lo que anticipa. Y lo que anticipa, pinta mal.