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Nubarrones de cautela en el horizonte bursátil
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Alberto Artero

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Nubarrones de cautela en el horizonte bursátil

Cuando ustedes lean estas líneas, Pablo Artero Mompó, también conocido como Pablo McCoy, habrá sentido o estará a punto de sentir por primera vez el olor

Cuando ustedes lean estas líneas, Pablo Artero Mompó, también conocido como Pablo McCoy, habrá sentido o estará a punto de sentir por primera vez el olor del cuerpo de su madre y el calor de los brazos de su padre. Una vez más, la quinta en nuestro caso, el milagro de la vida. Una alegría desbordante que hoy, como no podía ser de otra manera, comparto con esos invitados diarios a mi casa digital que son todos ustedes. Este artículo se lo regalo a Sonia, la matriarca de mi vida, aquella de la que se puede decir: nunca un hombre aspiró a más, ni una mujer a menos. Con todo mi amor.

 

Servidor concluía su artículo del pasado miércoles con una de esas admoniciones esporádicas que se basan más en la intuición, y en la mayor o menor experiencia, que en sólidos argumentos fundamentales. Decía literalmente: “Aunque los flujos actúan a favor de la continuidad del rally, gran parte del mercado se ha quedado fuera, es momento de pulsar el botón de venta. Por si las moscas. El balance riesgo-rendimiento ha dejado de ser favorable”. Era la víspera de la publicación de los resultados de los test de fuerza a los que los supervisores habían sometido a las entidades bancarias estadounidenses y todo hacía suponer que el enjuagado resultado provocaría el sell the fact de un mercado bursátil y de crédito que había comprado, y con creces, el rumor. Se aproximaba la cota de los 950 enteros del S&P500 (un 5% de subida desde el cierre del martes) y era previsible un retroceso o pull back hacia niveles inferiores.

Cuando ustedes lean estas líneas, Pablo Artero Mompó, también conocido como Pablo McCoy, habrá sentido o estará a punto de sentir por primera vez el olor del cuerpo de su madre y el calor de los brazos de su padre. Una vez más, la quinta en nuestro caso, el milagro de la vida. Una alegría desbordante que hoy, como no podía ser de otra manera, comparto con esos invitados diarios a mi casa digital que son todos ustedes. Este artículo se lo regalo a Sonia, la matriarca de mi vida, aquella de la que se puede decir: nunca un hombre aspiró a más, ni una mujer a menos. Con todo mi amor.