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Alberto Artero

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Interesante noticia que ha pasado desapercibida

Han pasado los medios de comunicación nacionales de puntillas por una noticia significativa, a mi juicio, al menos para los seguidores de la bolsa estadounidense. El

Han pasado los medios de comunicación nacionales de puntillas por una noticia significativa, a mi juicio, al menos para los seguidores de la bolsa estadounidense. El regulador de aquel país aprobó el miércoles una modificación de criterios contables que puede afectar al modo de computar las ventas de muchas de las grandes compañías tecnológicas de Estados Unidos con el consiguiente impacto en sus resultados. Una propuesta de alcance para los componentes de un Nasdaq que rinde por encima del 30% en 2009 y que se ha convertido en unos de los motores bursátiles del año. ¿Cómo le afecta?

Situación Actual. Hasta ahora la normativa contable norteamericana obligaba a compañías como Apple o Palm a repartir los ingresos por la venta de sus dispositivos móviles durante el periodo estimado de vida útil de los mismos. Si para un iPhone o una Palm Pre se fijaba en dos años, la facturación se repartía por igual entre los ocho trimestres de cómputo. La regla aplicaba para aquellos productos que combinan hardware, software y servicios.

Esta operativa provocaba, por una parte, una discrepancia entre ingresos contables y generación efectiva de caja que no dejaba de ser una distorsión de la imagen fiel que están obligados a reflejar los estados de cuentas de las compañías afectadas. Por el contrario, tenía la gran ventaja de estabilizar la cifra de facturación en el tiempo y minorar la volatilidad en los resultados que se deriva del nacimiento y muerte de los llamados blockbusters o productos estrella.

Alternativa. Lo que ha pretendido el regulador es terminar con tal discrepancia. De este modo quiere que se pueda computar contablemente en el momento efectivo de la venta la mayor parte del valor de lo vendido, fundamentalmente el hardware y una parte sustancial del software. Y deja únicamente una parte residual, la correspondiente a los componentes, para su registro futuro.

El problema que se plantea es doble. Uno, la imposibilidad de individualizar, en muchos casos, el valor de los elementos que componen un bien y que sólo tienen contenido económico propio en la medida en que están unidos a ese bien. Y dos, el que precisamente por eso se deje la determinación última de qué parte se contabiliza en el momento cero y cuál se difiere en el tiempo a las propias firmas afectadas lo que podría fomentar su discrecionalidad.

Conclusión. Como tantas otras veces lo que puede ser una buena idea en su concepción se estropea en su desarrollo. Estamos hablando de la transición de una regla probablemente inadecuada pero taxativa, que evitaba además la gestión del negocio para el rabioso corto plazo, a otra más cercana a la realidad financiera de la transacción solo que susceptible de manipulación. Sinceramente no sé con qué quedarme, la verdad. Bueno, sí lo sé.

Hasta 60 compañías del S&P500 habían aludido en sus publicaciones de resultados a la necesidad de cambiar la norma por lo que su adopción será rápida en el tiempo, pese a que se abre un periodo voluntario para su implantación hasta el 15 de junio de 2011, fecha a partir de la cual tendrá carácter vinculante. Veremos desde ahora grandes vaivenes en las cuentas de firmas como Apple, Cisco, Dell, IBM, Xerox o HP, entre otros. Ya saben, desde hoy, cuál es la razón.

Han pasado los medios de comunicación nacionales de puntillas por una noticia significativa, a mi juicio, al menos para los seguidores de la bolsa estadounidense. El regulador de aquel país aprobó el miércoles una modificación de criterios contables que puede afectar al modo de computar las ventas de muchas de las grandes compañías tecnológicas de Estados Unidos con el consiguiente impacto en sus resultados. Una propuesta de alcance para los componentes de un Nasdaq que rinde por encima del 30% en 2009 y que se ha convertido en unos de los motores bursátiles del año. ¿Cómo le afecta?