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¿Es realmente Brasil el nuevo El Dorado?
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Alberto Artero

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¿Es realmente Brasil el nuevo El Dorado?

La elección de Río de Janeiro como sede de los Juegos de 2016 ha subido definitivamente a Brasil a los altares del universo inversor. La designación

La elección de Río de Janeiro como sede de los Juegos de 2016 ha subido definitivamente a Brasil a los altares del universo inversor. La designación ha generado un renovado interés por una nación que ha pasado en muy poco tiempo de ser una potencialidad escondida en el acrónimo BRIC acuñado por Goldman Sachs –Brasil, Rusia, India y China- a convertirse en una referencia económica y política en América Central y del Sur, como prueba su reciente golpe de mano en Honduras. Pareciera como si todo lo que roza Brasil, aun de lejos, esté llamado a convertirse en oro, nueva piedra filosofal para un mundo financiero deprimido. Y, como ocurriera con otros fenómenos similares en épocas recientes, proliferan los informes que hacen referencia a compañías expuestas al país gobernado por Lula. No es de extrañar: los mercados han dictado ya su veredicto. Y es positivo. Véase si no lo ocurrido ayer con Mapfre (Cotizalia, Mapfre se dispara tras un acuerdo con Banco do Brasil).

¿Qué hay de verdad en todo esto? Quizá el informe más interesante que servidor ha recibido sobre el particular lo firma Credit Suisse, documento de casi 170 páginas dado a conocer el pasado 11 de septiembre. En su análisis, available upon request, la entidad suiza hace un repaso a todos los factores a tener en consideración a la hora de acometer una posible inversión en el país: demografía, política, infraestructuras, agricultura, industria, servicios, régimen fiscal, etcétera. Y lo hace sin olvidar la perspectiva histórica de un país que pasó de creer estar viviendo en los 60/70 un milagro similar al actual, con crecimientos del 11% anual de su PIB gracias a la fuerte entrada de capitales foráneos, a transitar poco después por las tenebrosas sombras de la estanflación, con una débil situación de pagos que sólo se moderaría con la implantación del Real en 1994.

De hecho, no es sino después de una serie de vaivenes financieros significativos que sus autoridades adoptan, ya en 1999, un esquema de objetivos en política monetaria (inflación), política fiscal (equilibrio presupuestario) y política cambiaria (régimen flotante) que permiten, al calor del boom financiero mundial, generar la mayor etapa de crecimiento e inversión en Brasil en casi 30 años. De ese modo el país se encuentra, prácticamente por primera vez en su Historia, con los mecanismos necesarios como para afrontar sólidamente la crisis que estalla a finales de 2007 y principios de 2008: sin deuda en moneda extranjera, con superávit primario y una fuerte acumulación de reservas internacionales. Dicha solidez le permite adoptar medidas contracíclicas sin poner el riesgo la estabilidad política, económica y financiera que tanto le había costado alcanzar.

Para los analistas de Credit Suisse no hay motivos para creer que en el futuro Brasil no ofrezca crecimientos por encima de la media mundial en los próximos años. Y lo justifican atendiendo a su déficit de infraestructuras, a su condición de granero y establo del mundo, a su posicionamiento en el mercado de materias primas minerales, a los recientes descubrimientos de importantes bolsas de petróleo en sus aguas territoriales, al bajo apalancamiento de sus entidades financieras con un crédito que apenas supone el 45% de su PIB, el bajo grado relativo de penetración bancaria, al crecimiento potencial de su mercado de capitales, a la resistencia de su economía ante shocks externos o al auge de su clase media, factores todos ellos que deberían actuar de motor para atraer nuevas oledas de inversión extranjera dentro de sus fronteras. Eso ya antes de los Juegos. (Inciso, CS el coordinador global de la oferta del Banco de Santander en Brasil y el informe se publica una semana después de tal designación. Aunque uno puede llegar a creer en las murallas chinas, no estaría de más aplicar un factor de corrección a tanto jolgorio, por si las moscas).

Concluye el banco suizo, y yo con él, que aún quedan retos por conquistar como mejorar el acceso a y la calidad de la educación; resolver la complejidad fiscal y laboral; atajar los desequilibrios de su sistema de Seguridad Social; y obviar una cierta querencia a la excesiva intervención administrativa, entre otros. Como pueden apreciar los positivos superan con creces a los negativos. Probablemente de un modo justificado. Sin embargo, de ahí a convertirlo en el paraíso en la tierra media un abismo. Gran parte de la estabilidad del país se deriva de la figura de Lula que ha sabido aglutinar en torno a su figura a toda una nación. Pero tiene fecha de caducidad. ¿Sabrá preparar su sucesión? Además no se puede separar Brasil del entorno geopolítico que le rodea, plagado de dictadores de medio pelo en busca de conflictos que los justifiquen. Ni hay que olvidar los condicionantes que presiden gran parte de la acción pública, con especial incidencia de la corrupción, y el desigual entramado social reinante, con bolsas importantes de inseguridad y desequilibrios abismales entre sus ciudadanos. Obviamente, pecados menores ante las perspectivas que se abren para la nación que se ven reforzados por la fuerza transformadora de unos eventos como los que figuran en su agenda cuyos efectos, por cierto, no serán apreciables hasta 2011. Pero, por si acaso, no los pierdan de vista.

La elección de Río de Janeiro como sede de los Juegos de 2016 ha subido definitivamente a Brasil a los altares del universo inversor. La designación ha generado un renovado interés por una nación que ha pasado en muy poco tiempo de ser una potencialidad escondida en el acrónimo BRIC acuñado por Goldman Sachs –Brasil, Rusia, India y China- a convertirse en una referencia económica y política en América Central y del Sur, como prueba su reciente golpe de mano en Honduras. Pareciera como si todo lo que roza Brasil, aun de lejos, esté llamado a convertirse en oro, nueva piedra filosofal para un mundo financiero deprimido. Y, como ocurriera con otros fenómenos similares en épocas recientes, proliferan los informes que hacen referencia a compañías expuestas al país gobernado por Lula. No es de extrañar: los mercados han dictado ya su veredicto. Y es positivo. Véase si no lo ocurrido ayer con Mapfre (Cotizalia, Mapfre se dispara tras un acuerdo con Banco do Brasil).

Lula da Silva