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¿Están las finanzas a punto de matar la estrella de las materias primas?
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Alberto Artero

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¿Están las finanzas a punto de matar la estrella de las materias primas?

Cuando una determinada información es durante un par de semanas consecutivas portada del suplemento de fondos de los lunes del Financial Times merece sin duda detenerse

Cuando una determinada información es durante un par de semanas consecutivas portada del suplemento de fondos de los lunes del Financial Times merece sin duda detenerse en ella. Se trata de un acontecimiento poco frecuente que, sin embargo, ha sucedido en sus dos últimas ediciones. ¿El motivo? El lanzamiento por parte de diversas compañías financieras de novedosos ETCs o ETPs, acrónimo de Exchange Traded Commodities o Exchange Traded Products respectivamente.

Para centrar el tema, les diré que la originalidad consiste en que se trata de fondos cotizados que permiten a sus partícipes estar físicamente invertidos en seis materias primas distintas o una cesta de ellas, a saber: aluminio, cobre, estaño, níquel, plomo o zinc (cuya situación actual resume extraordinariamente este reportaje de Javier Blas). Frente a lo que ocurría hasta ahora con los ETFs con subyacente de productos mineros o metales, el vehículo no invertirá su patrimonio en futuros emitidos sobre los mismos sino que hará acopio material de cuantías equivalentes al volumen que gestionen, inventarios que quedarán almacenados alrededor del globo en instalaciones propiedad del London Metal Exchange, al menos en su concepción original. ¿Una alternativa adicional a la compra directa en bolsa de compañías extractoras?

Se trata de una réplica de lo que ha ocurrido en los últimos años con los metales preciosos, capaces de captar por esta vía hasta 102,700 millones de dólares en apenas siete años, de acuerdo con Blackrock. Los promotores justifican la idoneidad de la iniciativa en la demanda de sus clientes que, en un entorno de potencial hiperinflación que reduzca el valor del dinero fiduciario, apostarían por depósitos reales de valor como pueden ser estas commodities. Desde este punto de vista los inversores estarían dispuestos a asumir los mayores costes ligados a este tipo de propiedad (de conservación, aseguramiento y/o transporte) frente a la puramente financiera. De hecho, ya existe algún fondo que ofrece esta posibilidad aunque de tamaño residual.

Como es evidente son los productores de cada uno de los seis componentes antes citados los que han acogido la idea con mayor entusiasmo (junto con los originadores de los ETCs, claro está). Y es que la ausencia de nuevas prospecciones en los últimos años y el agotamiento de los yacimientos ya existentes ha provocado, salvo en el caso del aluminio, una debilidad por el lado de la oferta que este factor adicional de demanda no va sino a consolidar, con el consiguiente impacto en los precios. Algunas compañías, como Rusal o Norilsk Nickel, ya ha anunciado, de hecho, su intención de suscribir contratos de aprovisionamiento con los impulsores de los instrumentos a fin de dar salida alternativa a una parte de su producción. De ese modo se salva uno de los obstáculos principales para su viabilidad junto con el OK administrativo. En el mercado suizo prevén su comercialización en noviembre.

Por el contrario, la alarma no ha tardado en saltar entre los demandantes pertenecientes a la economía real. No en vano, el potencial encarecimiento de elementos como el cobre llega en el peor de los momentos posibles ya que puede derivar en una situación de ausencia de crecimiento e inflación, la temida estanflación, en economías eminentemente industriales. No sólo eso, cabría esperar un endurecimiento de las políticas colonizadoras de algunas superpotencias como China, desesperada por mantener un nivel de acopio que le permita mantener sus ingentes programas de infraestructuras y satisfacer la demanda de su incipiente clase media. El país ha cuadriplicado su consumo de cobre en 15 años y ya es un 40% del total internacional. Por el contrario, las cuentas de las naciones exportadoras se verían claramente beneficiadas.

Sin embargo las críticas no se limitan al impacto que sobre las dinámicas de oferta y demanda puede tener la aparición de un instrumento pseudo financiero como éste, sino que alcanzan también a la potencial rentabilidad que el mismo puede ofrecer contra los vehículos ya presentes en el mercado, mayor coste y peor retorno neto. Y es que la acumulación a corto de materias primas debería traer de la mano una situación de backwardation en la que el precio del contado se sitúe por encima del futuro (lo contrario que ocurre con el contango). Siendo así, la posibilidad de obtener sabrosos rendimientos a través de la inversión recurrente con derivados supera con creces la que se podría conquistar a través de la tenencia física del metal. Así se desprende igualmente del estudio histórico publicado ayer por el FT sobre el particular, de imprescindible lectura.

No sólo eso, si las compras de ETCs se dispararan, podría ocurrir que el producto superara los límites de concentración fijados por el LME, lo que obligaría a sus gestores a vender o prestar su inventario a terceros con independencia del precio de cotización. Es evidente que tal dinámica llevaría aparejada su correspondiente carga de volatilidad, introduciendo por tanto una notable incertidumbre en unos bienes que son suministro imprescindible para gran parte de las industrias a nivel global, factor que habría que añadir a los ya recurrentes de inclemencias meteorológicas, huelga y otras paralizaciones. Una amenaza que pasa por encima de la aceptación final o no por parte del mercado del nuevo activo.

El mundo ha cambiado con la incorporación de cerca de 2.000 millones de personas al mundo capitalista procedentes de China e India. Una transformación que permitiría justificar ese superciclo de materias primas de las que tanto ha hablado Jim Rogers (que ahora ha preferido concentrar sus esfuerzos en la tierra cultivable). Pero el entorno no es ni mucho menos claro y hace tan sólo un par de años la ralentización económica mundial llevaba a muchos a cuestionar su continuidad. No sólo eso, un aumento de costes lleva siempre aparejado mejoras de productividad, repunte del reciclado, búsqueda de elementos sustitutivos y fomento de actividades de innovación, afectando a los materiales tan tradicionales como este sexteto.

¿Matarán las finanzas a la estrella de las materias primas? Pregunta abierta. Eso sí, no será porque no se empeñan…

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Cuando una determinada información es durante un par de semanas consecutivas portada del suplemento de fondos de los lunes del Financial Times merece sin duda detenerse en ella. Se trata de un acontecimiento poco frecuente que, sin embargo, ha sucedido en sus dos últimas ediciones. ¿El motivo? El lanzamiento por parte de diversas compañías financieras de novedosos ETCs o ETPs, acrónimo de Exchange Traded Commodities o Exchange Traded Products respectivamente.

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