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Portugal se enfrenta a una inminente intervención
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Alberto Artero

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Portugal se enfrenta a una inminente intervención

Esto de los fines de semana de locos se está convirtiendo en una tradición en el ámbito comunitario. Esta vez le ha tocado el turno a

Esto de los fines de semana de locos se está convirtiendo en una tradición en el ámbito comunitario. Esta vez le ha tocado el turno a Portugal sobre la que se han acumulado múltiples noticias a lo largo del fin de semana, hasta el punto de copar los titulares de la mayoría de los medios generalistas y especializados. Más allá de las declaraciones de sus políticos asegurando por activa o por pasiva el cumplimiento de su agenda de reducción de déficit a través de los oportunos planes de austeridad y reformas estructurales, o del compromiso del Banco Central Europeo y de alguna superpotencia como China de acudir al rescate de una renta fija que ya transita por encima del 7% en los mercados, todos los ojos están puestos en un solo parámetro: el diferencial de deuda con Alemania. Una superación de modo constante de los 450 puntos básicos, el viernes cerró a 432, originaría una mayor exigencia de garantías a por parte de las principales cámaras de compensación europeas, a saber LCH Clearnet y Eurex, que se traduciría, casi con total seguridad, en una crisis de liquidez a la que el país y sus entidades financieras sólo podrían hacer frente con la ayuda de fondos procedentes de la UE o del FMI.

De hecho fue una decisión de este tipo la que llevó finalmente a dar su brazo a torcer al ejecutivo irlandés el pasado mes de noviembre. Y es que estas dos instituciones, que concentran el 100% de la negociación europea de títulos de renta fija, actúan como contrapartida de todas las operaciones, eliminando tal riesgo para quienes operan a través de ellas y garantizando el buen fin de los distintos intercambios financieros. Se vende a la Cámara y se compra de la Cámara. Con objeto de protegerse de posibles quebrantos, LCH Clearnet (85% del total) y Eurex (15% restante), aparte de liquidar diariamente pérdidas o ganancias, exigen a los operadores unos depósitos en efectivo de mayor o menor cuantía en función del riesgo percibido en el activo sujeto a compraventa (por ejemplo, bonos portugueses). Cuando tal importe se incrementa (de 0% al 15% ó 30% del total como ocurriera en Irlanda y parece que va a ser el caso en nuestro vecino), sucede que

  1. el coste de financiación para los miembros crece (por indisponibilidad del dinero dejado como garantía), el atractivo de operar con tales valores disminuye y con él, por tanto, su demanda. Cuando esto ocurre en un momento de enormes necesidades financieras del emisor (Portugal), puede suponer la condena definitiva para sus bonos soberanos. Esto por lo que respecta al país.
  2. los que ya han usado tales títulos como aval, normalmente en operaciones de venta con recompra obligada a plazo o repo, se ven obligados bien a aportar más liquidez, hasta el porcentaje de la exposición neta fijado por la Cámara, bien a vender parte de los mismos con objeto de poder cumplir con los coeficientes. En un entorno como el actual, disminuir el riesgo parece la prioridad, lo que contribuiría a acelerar la presión vendedora sobre los valores afectados (bonos portugueses). Lo explica muy bien esta pieza del FT que nos recuerda cómo se trata de una operativa utilizada por la banca para obtener liquidez diaria a través de sus carteras de bonos, siendo mucho más flexible que el descuento en el BCE.

Es precisamente este hecho el que ha provocado que, a lo largo de sábado y domingo, se hayan multiplicado los rumores de una intervención forzada por Francia y Alemania con objeto de evitar males mayores que tienen un apellido muy concreto: España. Para algunos, se repetiría así el guión de episodios anteriores en los que la negativa política a aceptar la ayuda foránea por parte de las naciones afectadas fue vencida por el empecinamiento del mercado en mostrar sus dudas acerca de su viabilidad económica y/o financiera. Malditos especuladores. Sin embargo, la decisión del propio Banco Central de Suiza de excluir la deuda lusa como garantía elegible para recibir sus fondos, al incumplir los criterios de calificación y liquidez por él exigidos, cosa que por cierto ocurría ya desde hace más de un año, parecen dotar de un mayor grado de solvencia a la percepción de los inversores globales. Una decisión sustancial pues entidades como Credit Suisse o UBS pueden renunciar a compras de nuevas emisiones o verse forzadas a una rápida liquidación de sus posiciones actuales en renta fija portuguesa.

No es de extrañar, desde este punto de vista, que Portugal, que se enfrenta a una subasta de 1.000 millones de renta fija a 3 y 10 años tan tarde como el jueves de esta semana, esté tratando por todos los medios conseguir que el mercado no le ponga en evidencia. De hecho, su propio ministro de finanzas advirtió el pasado viernes de la posibilidad de que se produjera una colocación privada destinada a un único inversor. En boca de todos: China. Demasiado tarde. Llegados a este punto, quizá lo mejor fuera acelerar la entrada de los capitales extranjeros cuanto antes. ¿Y España? Sigue con su particular combate a cuatro asaltos contra el mundo al que hicimos referencia el día de Navidad. A día de hoy no hay argumento formal para que se materialice una intervención financiera explícita. Otra cosa será lo que suceda cuando aprieten las necesidades de financiación allá por la primavera. Está por ver si nuestro vecino actúa o no como cortafuegos. Un aval explícito, que tranquilizara sobre la exposición española, ayudaría más que una inyección de fondos. Veremos. De momento, como suele ocurrir, lo inevitable llama a la puerta, lodos pasados que traen estos barros. Portugal D.E.P.

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Esto de los fines de semana de locos se está convirtiendo en una tradición en el ámbito comunitario. Esta vez le ha tocado el turno a Portugal sobre la que se han acumulado múltiples noticias a lo largo del fin de semana, hasta el punto de copar los titulares de la mayoría de los medios generalistas y especializados. Más allá de las declaraciones de sus políticos asegurando por activa o por pasiva el cumplimiento de su agenda de reducción de déficit a través de los oportunos planes de austeridad y reformas estructurales, o del compromiso del Banco Central Europeo y de alguna superpotencia como China de acudir al rescate de una renta fija que ya transita por encima del 7% en los mercados, todos los ojos están puestos en un solo parámetro: el diferencial de deuda con Alemania. Una superación de modo constante de los 450 puntos básicos, el viernes cerró a 432, originaría una mayor exigencia de garantías a por parte de las principales cámaras de compensación europeas, a saber LCH Clearnet y Eurex, que se traduciría, casi con total seguridad, en una crisis de liquidez a la que el país y sus entidades financieras sólo podrían hacer frente con la ayuda de fondos procedentes de la UE o del FMI.

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