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Ajuste fino, el error de dos billones del adivino De Guindos
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Alberto Artero

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Ajuste fino, el error de dos billones del adivino De Guindos

(Actualización a las 12:00. Me contactan desde el Gabinete del Ministro: Luis de Guindos nunca habló de 12.000 millones sino de 7.500 el

(Actualización a las 12:00. Me contactan desde el Gabinete del Ministro: Luis de Guindos nunca habló de 12.000 millones sino de 7.500 el pasado lunes y era la cifra que salía por el cumplimiento de los Decretos, nunca la definitiva. Cierto, los 12.000 salen de sumar a esa cantidad la conversión ya acordada de la deuda del FROB en capital (4.500 millones) y, cierto, se trataba una estimación no aventurada sino que iba a los hechos 'probados', al cumplimiento de la ley. Dicho esto, la percepción nacional e internacional no entiende de tales matizaciones. De hecho este post nace de conversaciones con algunos inversores muy relevantes escandalizados por el baile de cifras de la semana pasada. La crítica es a la política de comunicación del gobierno, a la falta de unidad de mensaje y a la constante actualización de cifras que tanto daño está haciendo). 

Por si aún no se han enterado les voy a decir una cosa: 23.465 millones de euros, que es el importe del rescate final de Bankia por parte del Estado, se escribe así, 23.465.000.000. Claro que, ahora que la peseta vuelve a estar en el boca de todos, les recordaré que estamos hablando de casi cuatro billones de la antigua moneda. En concreto, de 3.904.247 millones o, mejor aún, metiendo todos los ceros, 3.904.247.490.000 pesetas. Trece cifras. Cada vez que en el redondeo del número gordo se distrae una cifra arriba o abajo, se trata de un millón de euros ó 166.386.000 pesetas. Ahora, que cada uno deje volar la imaginación en busca de la comparativa que más le cabree o le divierta. No es el objeto de este post. Como tampoco, una vez que se ha hecho y tiene carácter, por tanto, irreversible, la idoneidad o no de la intervención, sobre la que hemos escrito hasta aburrirnos en el pasado.

Hoy la cosa va de matemáticas, de previsiones matemáticas para más señas. Algo que requiere tener bien presente la verdadera dimensión de lo que está pasando. Escapar de la alquimia de unas cifras que, a fuer de ser repetidas, quedan vacías de contenido, como si diera igual cinco que quinientos, mil que un millón. No se dejen engañar. El escándalo lo es menos en la medida en que hay una incapacidad colectiva para comprender el impacto de los sucesos que lo alimentan sobre el conjunto de la economía, sobre los bolsillos de todos en definitiva. Ceremonia de la confusión intencionada. Interesa hablar de esos billions (miles de millones) americanos que alimentan la ignorancia o de porcentajes sobre el PIB, entelequia macro tan lejana para el común de los mortales. 23.465.000.000 euros, 3.904.247.490.000 pesetas. Una entidad, solo una.

Bien. Resulta que el pasado lunes Luis de Guindos señaló que el agujero de Bankia, coste para las arcas públicas, sería de unos 12.000 millones de euros, es decir casi 11.500 millones de euros menos de lo finalmente anunciado. O sea, que solo cinco días antes que Goiri y su equipo pusieran sobre la mesa sus necesidades finales de capital, el ministro se lanzó a la piscina con una estimación distante de la anterior en 11.500.000.000 euros, esto es, en 1.907.615.490.000 pesetas. Trece cifras. Ajuste fino, se llama esto. el miércoles en el Congreso apenas corrigió 1.000 millones al alza. Vaya. Le ha podido pillar con el pié cambiado el cómputo de las participadas a precio de mercado que, no obstante, afecta positivamente a ese impacto fiscal que permite amortiguar el golpe. Pero no la revisión del valor en la cartera crediticia e inmobiliaria de la entidad, donde predijo una cantidad equivalente a la mitad de lo aflorado. ¿Qué le costaba haberse esperado solo un poquito, contenerse hasta tener una cifra más próxima a la dada a conocer, disparar incluso una barbaridad para luego corregir a la baja?

El daño sobre la credibilidad del ejecutivo de boutades como esta, en las que se busca satisfacer a una audiencia aún a riesgo de hundir un poquito más a España, es solo similar a la que se ha ganado Montoro con los vaivenes, siempre al alza, del porcentaje de déficit. De donde surge la eterna pregunta en relación con el ex banquero, algo de lo que ya advertimos cuando su elección: su verborrea incontenible, su capacidad para meterse en charcos sin que haya ninguna necesidad para ello. Quién le manda. Cada vez que abre la boca, el eco internacional de sus palabras resuena por los cinco continentes. Y los errores se pagan. Y de qué manera. Pero no escarmienta, oye. ¿Dónde quedan los 50.000 millones a provisionar por la banca de los que habló nada más asumir su cargo? Cortos muy cortos. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. El problema es cuando lleva al país tambaleándose detrás. 

Es este un ejercicio de irresponsabilidad preocupante. Más cuando su experiencia en el ámbito privado debería haberle hecho saber que las expectativas se defraudan siempre por defecto y no por exceso y que batir estimados muchas veces exige ponerse en el peor escenario. Hay que meter a De Guindos debajo del agua, a ver si así conseguimos que se calle. Aunque algunos, bien es sabido, ni así. Su silencio empieza a ser materia reservada, de seguridad nacional. “Espejito, espejito, ¿por qué sube hoy la prima de riesgo? Luisito, hijo mío, por tus meteduras de pata. Te equivocas, es por Grecia, pierdes facultades.” La verdad le hacía libre. Ya no. Y así nos va en este país donde el independiente hace buenos a los dependientes, precisamente, por lo mismo que condena a estos: una falta impostada de realismo y un discurso extemporáneo e inconsciente. Arreglados vamos.

Buena semana a todos.