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Tragedia financiera en la Argentina: vuelve el corralito
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Alberto Artero

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Tragedia financiera en la Argentina: vuelve el corralito

Ha sido Francisco Peregil el que esta misma semana nos ha hecho una dramática descripción en El País de cómo es la realidad política argentina. En

Ha sido Francisco Peregil el que esta misma semana nos ha hecho una dramática descripción en El País de cómo es la realidad política argentina. En ‘Entre motes, insultos y amenazas’ hace un recorrido por la pléyade de improperios, acusaciones públicas y admoniciones vertidos por Cristina Kirchner contra todo bicho viviente en los últimos meses, lindezas a las que no han escapado ni el Rey Juan Carlos ni Luis de Guindos, por citar solo dos ejemplos. Populismo en estado puro, obsesionado por responsabilizar a un tercero de los males propios y por controlar los medios de comunicación para ofrecer a la ciudadanía una imagen distorsionada de la realidad económica y social del estado. Pese a las advertencias de publicaciones serias como el Economist, un 54% de votos en los comicios de 2011 la respaldan (V.A., Triste sino: Argentina fuera de The Economist por mentirosa, 06-03-2012). Todo un clásico. Cristina en el país de los psicoanalistas.

Así, el pasado tres de agosto la agencia AFP anunciaba a bombo y platillo el final del corralito declarado en 2001 con el pago de la última cuota a los damnificados por dicha medida. La noticia fue amplificada por los diarios afines y se vendió como un gesto de 'solvencia' e 'independencia' de la nación. Se había terminado la pesadilla once años más tarde. No interesaba recordar, sin embargo, el desarrollo normativo de los dos últimos años por mor del cual, si bien los dólares en poder de los ciudadanos no son confiscados, sí se limita de modo flagrante su adquisición y circulación. En efecto: si ya en junio de 2010 el gobierno imponía un control especial a la compra de billetes y divisa extranjeras (comunicación A 5085 ampliada por la A 5236 de noviembre del año siguiente), en mayo de 2012 la bloqueó directamente, limitando la disposición de moneda foránea, especialmente estadounidense, a una relación ‘numerus clausus’ super restringida (resolución 3333/12). Este julio se quitó la careta y prohibió formalmente la compra de dólares para atesoramiento (A 5318) y ayer mismo la Agencia Tributaria limitó la disponibilidad a 1.500 dólares la extracción de divisas fuera del territorio.

Esto que eufemísticamente se ha dado en llamar ‘cepo cambiario’ no deja de ser una aproximación bastante cercana a la indisponibilidad y a la pesificación obligatoria de la economía que caracterizaron el corralito. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Y refleja una situación desesperada. Al gobierno le urge preservar las reservas en dólares en un entorno recesivo, con inflación galopante, deterioro acelerado de su balanza exterior y necesidad de afrontar nuevos pagos financieros por 3.000 millones de dólares antes de final de año. Y el parné escasea. A la desesperada se han restringido importaciones de bienes y suministros. ¿Resultado? Colapso de la producción y parones intermitentes en industrias como la automovilística. Por si fuera poco, el mes de agosto ha sido terrible para sus intereses. Las limitaciones en cuantía y uso no han logrado revertir el deterioro de la balanza de pagos y el Banco Central se ha visto obligado en más de una ocasión a vender dólares para sostener artificialmente el tipo de cambio oficial, tal y como nos recuerdan mis amigos los doctores Massot y Monteverde en su último Informe de Coyuntura Semanal argentina. En la calle, el peso ya cotiza devaluado.

El futuro inmediato no pinta mejor. Tras el fiasco YPF, han desaparecido tanto la inversión como la financiación extranjera, hasta el punto de que ayer la petrolera se vio obligada a emitir localmente pagando casi el 17% anual a nueve meses. Además, la estacionalidad a la baja de las exportaciones agrícolas en los meses venideros no augura nada bueno para la posición financiera exterior de la Argentina. Un pronóstico que lleva a los economistas antes citados a afirmar que ‘las restricciones cambiarias y a los flujos de capital han llegado para quedarse y, en todo caso, se harán más rigurosas’. Y eso significa... ¡bingo! La posibilidad de un regreso al pasado financieramente más trágico de la Argentina reciente, al menos para sus ciudadanos, cobra cada día más visos de materializarse. Mientras el ‘capitalismo prebendario’ calla, la Kirchner vocifera cada vez más alto y  hace de la capa legislativa un sayo que asegure su permanencia vitalicia en el poder. La arbitrariedad es la norma, la corrupción judicial una aliada y la inseguridad jurídica brutal. Quedó atrás el kirchnerismo en su versión light. Pese a que ayer se vivió la mayor manifestación de rechazo popular desde 2001, el desastre parece ya inevitable. Be aware, my friends.

Buen fin de semana a todos.

Ha sido Francisco Peregil el que esta misma semana nos ha hecho una dramática descripción en El País de cómo es la realidad política argentina. En ‘Entre motes, insultos y amenazas’ hace un recorrido por la pléyade de improperios, acusaciones públicas y admoniciones vertidos por Cristina Kirchner contra todo bicho viviente en los últimos meses, lindezas a las que no han escapado ni el Rey Juan Carlos ni Luis de Guindos, por citar solo dos ejemplos. Populismo en estado puro, obsesionado por responsabilizar a un tercero de los males propios y por controlar los medios de comunicación para ofrecer a la ciudadanía una imagen distorsionada de la realidad económica y social del estado. Pese a las advertencias de publicaciones serias como el Economist, un 54% de votos en los comicios de 2011 la respaldan (V.A., Triste sino: Argentina fuera de The Economist por mentirosa, 06-03-2012). Todo un clásico. Cristina en el país de los psicoanalistas.