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¿Comprar bolsa? "Solo los idiotas lo hacen ahora"
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Alberto Artero

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¿Comprar bolsa? "Solo los idiotas lo hacen ahora"

La portada este sábado de la edición de fin de semana del Financial Times recordaba a aquellas de la primavera de 2007 cuando el concepto Goldilocks

La portada este sábado de la edición de fin de semana del Financial Times recordaba a aquellas de la primavera de 2007 cuando el concepto Goldilocks –crecimiento sin inflación- campaba a sus anchas y la economía financiera, manifestada principalmente a través de las bolsas, imponía la superioridad de su rentabilidad a quienes advertíamos de la irracionalidad que había invadido el panorama. Agoreros, nos llamaban, en medio de su ensoñación. La historia se repite.

Apertura a cinco columnas: ‘Billions pumped into global equities’. De acuerdo con la consultora EPFR, los fondos de renta variable habrían vivido la semana pasada sus mayores entradas de dinero en cinco años, coincidiendo con los máximos plurianuales del S&P500, el FTSE100 inglés o el Dax alemán. Un movimiento que podría ser la punta del iceberg de lo que está por venir, como advierte en esta interesante pieza sobre los hooligans financieros Dan McCrum. La represión financiera, tipos artificialmente bajos y el aumento de la masa monetaria para generar inflación, cuya última manifestación ha sido el límite a la remuneración del pasivo bancario anunciada en España, obliga a los inversores a buscar rendimiento en activos de más riesgo, y los más familiares son las acciones. Un movimiento que algunos analistas ya han bautizado como The Great Rotation (FT,Time is ripe for the markets´s great rotation, 28-12-2012).

 

Todo ello pese a los nubarrones que oscurecen el horizonte, en Estados Unidos, en Europa, en Japón, en el Reino Unido, en Suiza, en los emergentes, y que invitan a la prudencia. Y es que, como señalaba el editorial del propio FT del mismo sábado,demasiadas cosas tienen que ir bien para que se justifique este escenario’. De hecho, las voces críticas no se han hecho esperar y van desde quienes hablan de un mero efecto enero, de reposicionamiento de las carteras, a ver qué pasa, pasando por aquellos que apelan al argumento recurrente de insostenibilidad de resultados empresariales con márgenes en máximos y debilidad de crecimiento mundial, o a incongruencias recientes, como que el sector del automóvil haya sido el que más se ha apreciado en 2012 con las ventas de coches en mínimos en Europa Occidental o que el MSCI World se apreciara un 13% en 2012, el año del Armageddon, hasta llegar a aquellos que acreditan gráficamente unos niveles de euforia históricamente peligrosos.

Entre estos últimos se encuentra un viejo conocido de esta columna de Valor Añadido, el estratega de CreditSuisse Andrew Garthwaite, de los primeros que advirtieron por activa y por pasiva de la insostenibilidad de lo que se estaba cociendo en España. El banquero publica regularmente una serie de indicadores de sentimiento que, más allá del Asset Allocation, le permite gestionar el momentum, esto es: cuando hay que entrar o salir de las bolsas. Pues bien, de acuerdo con sus últimos datos, las bolsas empiezan a dar señales de irracionalidad y sería lógica una consolidación a corto plazo: el apetito por el riesgo de crédito está en máximos históricos, el sentimiento alcista es el mayor en dos años, los inversores no discriminan entre valores buenos y malos, compran (casi) todo, o la venta generalizada de los directivos de las corporaciones son algunos de los argumentos que da (Business Insider, 8 key indicators suggest a stock market sell-off is near, 07-01-2013).

 

Un elemento interesante este de la complacencia indiscriminada, refrendada por tres hechos vividos igualmente la semana pasada: la caída del indicador VIX de volatilidad a niveles de junio de hace seis años, el tirón bursátil de las entidades financieras al calor de las nuevas normas de liquidez de Basilea y la apertura de una salvadora ventana de liquidez, o la reducción de la rentabilidad agregada de los bonos basura por debajo del 6%, concentrándose el interés inversor en sus tramos más pestilentes. De nuevo, reminiscencias de 2007, eso sí: con las acciones mucho más baratas en términos relativos contra numerosa deuda soberana, gentileza de nuevo de la acción de los bancos centrales. Teniendo a estos: ¿quién necesita cubrir sus carteras? (FT, VIX falls as investors brighten, 09-12-2013).

Aun así, cuanto más se baja la guardia, más duro es el impacto. Y como comentaban desde Schroders esta misma semana, "el año pasado los mercados premiaron que se había evitado el desastre; para consolidar este comportamiento en 2013 se necesita crecimiento económico". Aceptando que el primero efectivamente se ha descartado, lo que conociendo a la calaña política a uno y otro lado del Atlántico es mucho suponer, las incertidumbres a uno de enero son excesivas para lanzar tan alegremente las campanas al vuelo. Baste ver la accuracy de las predicciones de la  propia FED en el cuadro que les adjunto. Dan ganas de salir corriendo.

 

Dicho esto, es verdad que "las acciones pueden estar equivocadas mucho más tiempo que tu capacidad financiera para soportarlo", pero como señala desde sus 23 años de experiencia Howard Marks en su última carta a sus clientes de Oaktree Capital, una lectura didáctica y reveladora a partes iguales, "el mayor riesgo del mundo inversor es pensar que el riesgo no existe". Y nos estamos acercando a ese punto. De hecho, Marks compró a finales de 2008 y principios del 2009 lo que ahora vende: "solo los idiotas están entrando hoy", afirma al final de su misiva. De ahí que, desde aquí, les aconsejemos ser extraordinariamente disciplinados y selectivos (SeekingAlpha, 5 investment recommendations from PIMCO´s Bill Gross, 23-12-2012) y tomar sin  reparos beneficios de acuerdo con su expectativa de retorno anual. El año es demasiado largo como para no aprovechar los dientes de sierra que sin duda vamos a ver, si los Bernanke, Draghi y compañía nos dejan, claro está.

Buena semana a todos.

La portada este sábado de la edición de fin de semana del Financial Times recordaba a aquellas de la primavera de 2007 cuando el concepto Goldilocks –crecimiento sin inflación- campaba a sus anchas y la economía financiera, manifestada principalmente a través de las bolsas, imponía la superioridad de su rentabilidad a quienes advertíamos de la irracionalidad que había invadido el panorama. Agoreros, nos llamaban, en medio de su ensoñación. La historia se repite.