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Europa estudia el 'rescate' de las Telefónicas de turno
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Alberto Artero

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Europa estudia el 'rescate' de las Telefónicas de turno

Se trata de una noticia del Financial Times que ha encontrado poco acomodo en el resto de los medios de comunicación, tanto locales como foráneos. Parece

Se trata de una noticia del Financial Times que ha encontrado poco acomodo en el resto de los medios de comunicación, tanto locales como foráneos. Parece ser que la Comisión Europea se ha puesto como uno de sus objetivos de este año el sentar las bases para la creación de un mercado único de telecomunicaciones en la región. Aunque es verdad que hasta ahora existe sólo una declaraciones de intenciones, la relevancia de esta medida es sustancial. Por varios motivos.

En primer lugar, estamos ante una iniciativa que empieza a tratar de construir Europa de abajo arriba. De acuerdo con el propio rotativo financiero británico, la idea parte de una reclamación de la industria continental al comisario de Competencia, Joaquín Almunia, como una manera de racionalizar el sector a nivel regional. Hartos de la dependencia de los timoratos y dilatorios políticos locales, que desgraciadamente tendrán algo que decir, han decidido tirar por la calle de en medio y plantear una propuesta en la que, en la balanza entre positivos y negativos, priman los primeros.

Y es que, entramos en el segundo de los argumentos, buena parte de los llamados incumbentes u operadores históricos se encuentran en una posición delicada en términos de balance, por más que sigan siendo máquinas de generar caja en sus mercados locales. Sirva como muestra el botón de Telekom Austria, que la semana pasada hizo un dibujo demoledor de lo que le espera en 2013, para desgracia de su principal accionista, Carlos Slim: ingresos a la baja, capex alto y dividendos miserables. Morgan Stanley no descarta que alguno de ellos tenga que ampliar capital este año (Lex Column, "European telecoms’ slow march", 13-01-2013).

La armonización comunitaria facilitaría los procesos de concentración, con la consecuente eliminación de duplicidades que permite conseguir por la parte de debajo de la cuenta de resultados lo que la de arriba niega. No sólo eso, la racionalización y el uso compartido de las infraestructuras y espectros existentes permitirían optimizar costes e inversiones, dándoles un plus de rentabilidad que el negocio ordinario ya no aporta. Cabría además una normativa única sobre ese peaje por uso de la red tan reclamado, más aún si esta se segregara conjuntamente. Y facilitaría la financiación y el desarrollo a la par de la tan necesaria fibra como del 4G LTE, con todas las ventajas teóricamente asociadas para el usuario de las mismas. Para las compañías, un mundo casi ideal.

Desgraciadamente, no está tan claro el impacto en términos de competencia y abaratamiento tarifario.

Las dinámicas que perjudican la entrada de nuevas compañías en mercados maduros –dependencia de la red de terceros, dificultad cada vez mayor de competir vía precio o necesidad de especialización en nichos- seguirían igual que antes, salvo una modificación regulatoria en sentido contrario. Unos riesgos bien editorializados por el propio FT. Algo que ni siquiera resolvería un proceso de concentración en estos outsiders que redujera su número de los más de 1.200 operadores fijos y 100 móviles actuales en la Eurozona a unos cuantos, como en Estados Unidos o China. Cualquier decisión que no contemple una liberalización completa, con libertad de acceso a las infraestructuras existentes, será un seguro fracaso.

Por lo que respecta a los sufridos consumidores, teóricamente la medida mejoraría la oferta de servicios y tendría que conducir a una simplificación y una rebaja en su factura mensual, aunque solo fuera por la caída de las tarifas de roaming. Pero el efecto final sobre sus bolsillos dependerá, sin duda, del punto anterior. No en balde, conocimos también la semana pasada -de mano de la consultora finesa Rewheel- cómo los mismos paquetes de voz y datos, en estados comunitarios que carecen de un challenger al operador tradicional, llegan a costar al ciudadano hasta diez veces más (FT, "Mobile users pay price for digital divide", 09-01-2013). Es evidente que si el proceso sigue adelante, este será el principal punto de fricción.

A estas alturas de la construcción europea, o de su deconstrucción, todo lo anterior suena a bonita quimera. Más aún teniendo en cuenta que la adhesión nacional a las distintas iniciativas comunes suele ser más verbal que efectiva: obras son amores que no buenas razones. Imagínense, tratándose de un sector tan estratégico como las telecomunicaciones, con el poder que conlleva. Pero, dicho esto, quedémonos con la parte positiva: Mahoma hace tiempo que no va a la montaña a nivel comunitario. Pues bien, bueno es que sea la montaña, en este caso las operadoras en un ejercicio de supervivencia, la que vaya al Mahoma de la Comisión a exigirle más Europa. Tiempos nuevos, tiempos salvajes.

Se trata de una noticia del Financial Times que ha encontrado poco acomodo en el resto de los medios de comunicación, tanto locales como foráneos. Parece ser que la Comisión Europea se ha puesto como uno de sus objetivos de este año el sentar las bases para la creación de un mercado único de telecomunicaciones en la región. Aunque es verdad que hasta ahora existe sólo una declaraciones de intenciones, la relevancia de esta medida es sustancial. Por varios motivos.